¿Por qué se ríe Jesús en el Evangelio de Judas? (La edición crítica del códice Tchacos XI)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Hemos considerado ya algunos argumentos expuestos por especialistas en gnosticismo como April DeConick, Louis Painchaud y John Turner. Pero quizás a algún lector le interese saber que estos estudiosos no son los únicos en sostener una interpretación alternativa del Evangelio de Judas. También otros como Einar Thomassen, Birger Pearson o Gesine Robinson mantienen esta posición con argumentos parecidos. Hasta ahora, he hablado sólo de argumentos que han aparecido ya en libros o en revistas especializadas, pero hay otros, que no he reproducido aquí porque están incluidos en trabajos no publicados todavía por sus autores. Hoy añadiré un argumento de mi cosecha, aunque omito la discusión técnica y algunos detalles textuales significativos para una próxima publicación.

A diferencia del Jesús de los evangelios canónicos, que llora en un par de ocasiones pero que jamás ríe, el Jesús gnóstico ríe con cierta frecuencia. Este aspecto había sido señalado por varios heresiólogos, y fue confirmado por el descubrimiento de la biblioteca copta de Nag Hammadi. A los diversos textos de Basílides y de las corrientes valentiniana y setiana conocidos hasta el momento se ha sumado recientemente el Evangelio de Judas, en el que la imagen de un Jesús que ríe tiene una presencia conspicua. En efecto, en este evangelio Jesús ríe en cuatro pasajes (EvJud 34, 2ss; 36, 22ss; 44, 19ss; 55, 12ss). ¿Qué sentido tiene esta risa?

En algunos textos, Jesús se ríe al responder a preguntas de su(s) discípulo(s) o en el curso de una conversación con él/ellos, y la risa expresa una comprensión más elevada de la realidad. Éste es el caso del Apócrifo de Juan, de Nag Hammadi. Aquí, el discípulo al que se le revelan los misterios es considerado explícitamente como uno de los que proceden de la raza inconmovible del Hombre perfecto, es decir, un sujeto espiritual. Así pues, la (son)risa con la que en tres pasajes diferentes (ApJn 13, 19; 22, 10ss; 26, 25) Jesús acompaña sus respuestas no parece tener un sentido desdeñoso o despreciativo, sino más bien indicar la serena alegría del Revelador que se halla en posesión de una comprensión espiritual superior a la de la tradición compartida por el judaísmo y la Gran Iglesia cristiana.

En el Evangelio de Judas, Jesús también se ríe en el contexto del diálogo con sus discípulos, pero su risa parece tener un sentido más ominoso, en la medida en que tiene como objeto cosas que hacen o dicen los discípulos, los cuales son categorizados como seres no pertenecientes al mundo superior. En EvJud 34, 11, en el curso de un diálogo con sus discípulos, Jesús se refiere a “vuestro dios”, y más adelante hablará de “el dios de ellos” (36, 4): el dios del maestro no es el dios de los discípulos, que quedan retratados implícitamente como unos idólatras, al adorar a un dios menor. Valga el siguiente ejemplo, en el que los discípulos se dirigen a Jesús, quien acaba de referirse a “otra gran generación”: “Señor, ¿cuál es la gran generación que es superior a nosotros y más santa que nosotros […]?’. Y cuando oyó esto, Jesús se rió y les dijo: ‘¿Por qué pensáis en vuestros corazones sobre la generación fuerte y santa? En verdad os digo, ninguno nacido de este eón verá a esta generación” (36, 19 – 37, 3). La risa de Jesús es provocada por la percepción de la incongruencia entre la aspiración de quien pregunta y su patética posición cósmica. Lo que suscita la risa de Jesús es el hecho de que los discípulos osen intentar pensar sobre la generación santa, una tarea que es a continuación juzgada como inútil.

Pues bien, a mi juicio resulta muy significativo que en los dos últimos pasajes en que Jesús se ríe en el nuevo evangelio, el objeto de la risa de Jesús sea precisamente... Judas. Toda una serie de paralelismos entre los pasajes en que Jesús se ríe de sus discípulos de manera genérica y aquellos en que se ríe de Judas apuntan a que la risa de Jesús tiene en todos los casos un significado ominoso: Jesús se ríe al contemplar los esfuerzos vanos de aquellos que creen ser superiores, cuando en realidad carecen de la posibilidad de salvarse. A mi modo de ver, esto corrobora ulteriormente la reinterpretación de Judas como una figura ridícula.

Ahora bien, si Judas es un sujeto de quien Jesús se ríe y que no se salva, ¿por qué –como algún lector del blog ha planteado perspicazmente– el evangelio hace de Judas el receptor de las revelaciones de Jesús? ¿Cuál es, en definitiva, el sentido del Evangelio de Judas según el nuevo paradigma interpretativo? Responderemos a estas preguntas en nuestro próximo post sobre los contenidos del Códice Tchacos.

[P.D. Los lectores interesados en este interesante aspecto de los códices de Nag Hammadi y Al-Minya pueden consultar mi artículo “La imagen de la risa en los textos gnósticos y sus modelos bíblicos”, que aparecerá en breve en la revista Estudios bíblicos].

Con los mejores deseos para el Año Nuevo, de Fernando Bermejo
Volver arriba