¿Es el Evangelio de Judas un escrito paródico? (La edición crítica del Códice Tchacos –y XIV)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Comparto las juiciosas observaciones de Josep Montserrat relativas a la conveniencia de la cautela, tanto más cuanto que hasta ahora la interpretación avanzada por el equipo editor de la National Geographic, secundada por doquier por legiones de estudiosos, ha enarbolado la tesis del Judas gnóstico como un hecho consumado. Sin embargo, ciertos empeños parecen vanos. Recientemente, Marvin Meyer ha publicado un libro en el que califica la lectura de un Judas no-gnóstico (atribuyéndola a Louis Painchaud, como si fuera sólo suya, cuando de hecho es una visión cada vez más compartida) como una “trágica malinterpretación” del texto. Esto –dejando aparte las ironías que podría suscitar– es, casi casi, mala fe. Ciertamente, muchos autores parecen tener intereses espurios en asumir determinada lectura.

De todos modos, sigo pensando por el momento –tampoco yo sé qué pensaré en el futuro– que en contra del “Judas gnóstico” hay, como escribe el propio Montserrat, “graves objeciones textuales” (y quizás algún lector quiera tener en cuenta que en anteriores posts he señalado algunas, pero ni mucho menos todas. Un blog no es el lugar idóneo para llevar a cabo un análisis textual detenido de un texto copto, y por tanto difiero la exposición para otros momentos y otras sedes, que comunicaré oportunamente a los lectores). Y, por el momento al menos, me parece más plausible la lectura en la que Judas no tiene la categoría de héroe ni de paradigma.

Ciertamente, que Judas sea el receptor de una revelación especial hace pensar de inmediato en una revelación gnóstica. Pero algunos detractores de la interpretación dominante han argüido que el texto es una tremenda parodia. Desde luego, de entrada, el Evangelio de Judas contiene manifiestamente una denigración de los doce, es decir, de la Iglesia mayoritaria que se reclama de los doce en una línea de sucesión apostólica; que los doce no se salvan, que son los adoradores de un dios inferior, y que son los representantes de una (errónea) visión sacrificial y expiatoria de Jesús –expresada ya en la eucaristía– es algo que el Evangelio de Judas expresa con meridiana claridad. Los doce son francamente ridículos, y no forman ni formarán parte de la generación santa.

Ahora bien, al elevar a Judas sobre ellos el Evangelio podría estar llevando el sarcasmo al límite. Dicho de forma brutal, el mensaje que estaría transmitiendo el texto es que los doce (y, por ende, la “Gran Iglesia” que se reclama su heredera) son tan necios que incluso alguien como Judas –un ser de naturaleza demónica– sabía más que ellos (algo que no debería resultar tan chocante: como hemos visto, en el evangelio de Marcos quienes reconocen la identidad de Jesús son los demonios o los endemoniados). La crítica de la Iglesia, de su teología (sacrificial) y de su jerarquía –expresada de manera fuerte en otros textos gnósticos, y en particular setianos– se llevaría aquí al límite.

P.D. Respuestas a un lector. 1): B. Pearson tiene un texto publicado en los Occasional Papers del Institute for Antiquity and Christianity, Claremont; 2): El último número de Estudios Bíblicos sigue haciéndose esperar. El funcionamiento de ciertas revistas resulta para mí un misterio insondable, para cuya desvelación sería necesario un revelador gnóstico.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Volver arriba