“El relato premarquiano de la Pasión” (Comentario a “Jesús y sus discípulos” y V)

Hoy escribe Antonio Piñero:
Éste es el último comentario que dedicamos al libro de S. Guijarro.

El interés del último artículo del libro -y el último también que vamos a comentar, dejamos otros- se halla en el intento de reconstruir, datar y localizar en el espacio y en el tiempo el Relato premarquiano de la Pasión (RPP). El autor ejecuta este intento utilizando métodos y herramientas filológicas conocidas ya desde hace mucho tiempo en la detección de fuentes dentro de los escritos del Nuevo Testamento, sobre todo los Evangelios.

Guijarro parte de la idea, comúnmente aceptada, que debajo de la narración de la pasión de Jesús del Evangelio de Marcos subyace un relato más antiguo, de autor desconocido, que Marcos amplificó por medio de diversas fuentes y técnicas. Si se pudiera reconstruir este relato premarquiano -afirma- se tendría una fuente, hipotética desde luego, parecida al Documento Q, por su antigüedad. Y al suponer con razones sólidas que tal fuente se produjo en Jerusalén serviría para estudiar la comunidad cristiana que residía allí y de la que tenemos pocas noticias.

El intento de reconstrucción parte también de la base de que los autores de los relatos evangélicos mezclan y editan con comentarios y engarces propios narraciones previas sobre Jesús, dichos y anécdotas de éste, junto con recuerdos transmitidos por la tradición oral. Por ello, se suele suponer que hay signos de esos “textos” previos del trasfondo cuando al leer un Evangelio –en este caso el de Marcos- el lector atento se encuentra con los siguientes fenómenos:

1. La abundancia de vocabulario y estilo propios de Marcos.
2. El hallazgo de temas teológicos propios de Marcos, que se encuentran en otras partes y que dan pie a sospechar que han sido insertados por el autor dentro de un relato previo.
3. Tensiones e incoherencias internas al analizar el relato definitivo, que disponen a pensar que alguna fuente previa no ha sido bien engarzada con otra.
4. Unidades sin conexión suficiente con el contexto de lo que se está narrando, que no tiene paralelo con el relato del Evangelio de Juan o que se halla en un contexto diverso en éste, lo que da pie a suponer que es un material volante colocado en diversos lugares.
5. Coincidencias o divergencias significativas con el relato de la Pasión del Evangelio de Juan.

Siguiendo las pistas que proporcionan estos fenómenos, Guijarro -que se apoya en intentos anteriores de reconstrucción- llega a la concusión siguiente: el primitivo relato de la pasión que utilizó Marcos para componer el suyo era un texto muy breve, cuyo tenor se trasluce de los siguientes versículos de Marcos: 14,17-21; 14,26-27; 14,29-31; 14,43; 14,46-50; 14,53-55; 14,57-58; 14,60; 14,63-65; 14,66-71; 15,1; 15,3-5; 15,6-14 (con dudas y sin el v. 10); 15,15 (con dudas); 15,20; 15,22-26; 15,29-30; 15,33-38; 15,42-47; 16,2-6.

El lector, con paciencia y un Evangelio en la mano, puede ir empalmando estos textos y tendrá lo que Guijarro considera el relato previo a Marcos, y verá que hay en él notables ausencias. No están los episodios de la unción en Betania, la entrevista de Judas con los sacerdotes; la preparación de la última Cena como cena de Pascua; la institución de la eucaristía; la oración en Getsemaní; ciertas burlas de los soldados; el episodio de Simón de Cirene.

Según Guijarro, este relato tuvo su origen en Jerusalén, ya que conoce bien a las personas intervinientes y supone que el lector también las conoce, y hace referencias muy concretas a lugares significativos de la capital con buena precisión. La fecha de composición es anterior a la destrucción del Templo, pues no hay menciones a este hecho. Además presenta al grupo de los Doce con rasgos que inducen a pensar que ya no representaban un papel activo en la dirección de la comunidad, por tanto después de la persecución del rey Agripa I contra ellos que tuvo lugar en los años 43-44 d.C. y q los dispersó.

Como datos históricos más sobresalientes deducibles de este relato son -sostiene Gijarro-: se confirma que la comunidad de Jerusalén en esos años, 50 d.C., no estaba dirigida por los Doce, sino por Santiago el hermano del Señor; los jefes de los sacerdotes, y no los fariseos, fueron los que impulsaron la acusación y sentencia a pena de muerte de Jesús; la comunidad de Jerusalén se consideraba, parecido a como lo hacían los esenios, el nuevo templo espiritual, en el que Dios habitaba y sustituía temporalmente al santuario corrompido por los sumos sacerdotes.

Comentario:

Este artículo me parece verdaderamente interesante. Guijarro es un valiente, pues se atreve a hacer una reconstrucción en sí problemática, pero los métodos filológicos que emplea son solventes. La reconstrucción es verosímil.

Llama la atención, en efecto, la gran ausencia de episodios que estamos habituados a considerar fundamentales en la pasión gracias a la lectura del Evangelio de Marcos. Su ausencia –aunque Guijarro no acepta el argumento- hace que el historiador moderno dude un tanto de la historicidad de ellos, al menos tal como están en Marcos. Parece inverosímil que un individuo que vivía en Jerusalén, que conocía bien las tradiciones de la capital, omita estas escenas tan importantes. Probablemente no las conocía, o las situaba en otros momentos de la vida de Jesús.

Llama la atención también la falta en el relato de la escena de la preparación de la Última Cena como pascual y la institución de la Eucaristía. Ello me confirma en mi opinión antigua, junto con otros investigadores, que esa Cena no fue pascual, sino de despedida: Jesús intuía su muerte y solemnemente se despidió de sus discípulos y aseguró que se verían de nuevo, y banquetearían, cuando Dios instituyese su Reino en el Israel restaurado.

Igualmente, opino que Jesús no instituyó la eucaristía tal como se entiende comúnmente, sino que esa interpretación se debe a Pablo de Tarso, quien al narrar la escena confiesa que no transmite una tradición de hombres, sino una recibida directamente de Dios por revelación: 1 Corintios 11,23: “Yo recibí del Señor (no de hombres, aunque así se sostiene erróneamente desde Joaquim Jeremias) lo que os he transmitido…”. Los Evangelistas siguen la tradición paulina. Sobre ello he escrito, en un libro colectivo que aparecerá a principios de marzo de este año, en editorial Edaf, que lleva el título La verdadera historia de la pasión.

Como el artículo que copmentamos es básico y previo, no se puede pedir al autor que haya tratado todos los temas. Espero que más adelante Guijarro se ocupe en ulteriores trabajos de problemas interesantes que sugiere la historia de la Pasión en sí, como por ejemplo de qué modo al componenrlo las citas continuas de la Escritura pudieron influir en el desarrollo del relato, es decir, en el modo de contar los hechos, con ciertos adornos o sesgos, lo que obliga a tratarlo con cuidado desde el punto de vista histórico fuera de los datos y hechos más esenciales.

Igualmente será interesante que considere el valor histórico de algunos detalles referidos en este relato previo, que pueden ser dudosos por las siguiente razones: en primer lugar la considerable distancia respecto a los hechos narrados –en el mejor de los casos de unos quince veinte años- milita en contra de un recuerdo fidedigno. Segundo: el narrador es omnisciente y para ciertos hechos –por ejemplo el interrogatorio a puerta cerrada del o de los sumos sacerdotes a Jesús (el denominado “proceso judío”), o el diálogo privado de Pilato con Jesús (dentro del llamado “proceso romano”)- no pudo contar con testigos visuales que transmitieran esos hechos y palabras, por lo que el relato hubo de basarse en testimonios indirectos o en meras conjeturas. Tercero: no quedan actas ningunas de los dos procesos judío y romano.

Por eso en la investigación moderna se han sugerido dudas, que hay que tener en cuenta, sobre la historicidad de los siguientes hechos que están dentro del marco temporal de esa reconstrucción –algunos ausentes, lo que confirma las dudas-: desarrollos en torno a Judas: el episodio de las 30 monedas; palabras de la oración de Jesús, y el sueño de los discípulos, en el huerto de Getsemaní; arresto de Jesús por una cohorte romana; el joven que huye envuelto en una sábana; el desarrollo del proceso judío: preguntas sobre el Hijo del hombre, Hijo de Dios, interpretación del mesianismo de Jesús como blasfemia.

Igualmente surgen dudas sobre la historicidad del desarrollo del proceso romano: protestas de inocencia de Jesús por parte de Pilato; el sueño de la mujer de Pilato; el lavatorio de manos; la muerte de Judas y sus diferentes versiones; Herodes y Jesús; Barrabás y la costumbre judía de liberar un preso por la Pascua; episodio de las mujeres piadosas en el camino a la cruz; palabras de Jesús en la cruz: “Padre perdónalos…”. Promesa al “buen ladrón”. presencia de mujeres al lado de la cruz; presencia de sacerdotes en torno a la cruz; eventos en torno a la muerte de Jesús: velo del Templo, terremoto, resurrecciones; confesión del centurión romano de que Jesús es hijo de Dios; lanzazo a Jesús; arrepentimiento de las masas tras la crucifixión; enterramiento de Jesús como un embalsamamiento. Presencia de mujeres en el enterramiento.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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