Vida de Porfirio de Gaza


Hoy escribe Antonio Piñero:

Ésta es la tercera, y en mi opinión, la más interesante de las tres obras que quería presentarles. Como inician una colección, rara para nuestros días, de “vidas de santos”, me pareció interesante que nuestro lectores conocieran su existencia. Su ficha es como sigue:

Vida de Porfirio de Gaza, compuesta por Marco, el diácono. Introducción, traducción y notas de Ramón Teja. Editorial Trotta, Madrid 2008, 90 pp. ISBN: 978-84-8164-956-7.


Profirio de Gaza, nacido en el 347, fue así denominado al ser nombrado obispo de esta ciudad en 395. Su vida y desempeño del cargo duró hasta el 420. Su breve biografía -la obra presente que sólo se extiende hasta el año 404- fue compuesta por Marco, un diácono de la Iglesia, a quien por otra parte no conocemos. El autor aparece como coprotaginista junto con el obispo biografiado, a quien acompañaba.

La vida de Porfirio de Gaza constituye una obra de inestimable valor para conocer una parte de la historia de la Iglesia y del Imperio romano a finales del siglo IV e inicios del V. Según afirma R. Teja en su prólogo, “el estudioso norteamericano F. R. Trombley (Hellenic Religion and Christianization, Brill, Leiden, 1995, 246)la calificó como ‘la más detallada narración que tenemos de la cristianización de una pequeña ciudad griega’. El diácono Marco, su autor, se presenta como testigo ocular que ha vivido casi todos los hechos narrados, por lo que constituye una fuente fiable y directa de los acontecimientos. Este hecho y la minuciosidad de su narración en casi todos los detalles hacen de esta obra algo excepcional en la literatura de las biografías cristianas de la Antigüedad. No sorprende por ello que haya sido utilizada como fuente histórica por casi todos los historiadores modernos que se han ocupado de esta época, aunque en una medida mucho menor de lo que la obra merece” (p. 9).

De acuerdo con el género literario de este opúsculo el autor de esta "Vida" pretende resaltar al hilo de los acontecimientos las virtudes cristianas, sus milagros y la intensa actividad que desarrolló para cristianizar la ciudad y erradicar los cultos y templos paganos. Para ello recurrió incluso a medios violentos, gracias al apoyo del entonces emperador Arcadio, esposo de la famosa emperatriz Eudoxia y sucesor en el Imperio de Oriente de Teodosio I. Tenemos un nuevo caso de la alianza del trono y del altar.

Esta Vida de Porfirio de Gaza es muy amena, la más literaria e interesante también desde el punto de vista literario de las tres reseñadas. Es casi como una historia novelada, con diálogos y detalles precisos de los escenarios en los que se desarrolla. Es, además, un excelente documento para conocer la vida de una ciudad griega, Gaza (¡cuánto ha cambiado el lugar desde la expansión árabe, la conversión al lugar, y sobre todo en los últimos tiempos!).

Esta villa, en la época dibujada en la obra, era una ciudad bastante próspera, y ocupaba un territorio que coincide más o menos con lo que hoy llamamos “Franja de Gaza”. Los judíos en esta zona nunca fueron mayoritarios, sino que la mayoría de los habitantes eran herederos y supervivientes de los antiguos filisteos (philistim), que la habían invadido al final del segundo milenio a.C. Los romanos, para fastidiar a los judíos, a los que habían vencido en las dos Grandes Revueltas contra el Imperio (la primera concluyó en el 70, con la destrucción de Jerusalén y su templo; la segunda, en el 135, con la aniquilación práctica de la nación judía, en tiempos de Adriano: el judío que se acercara a Jerusalén y su comarca era condenado a muerte), escogieron como nombre de la región uno que pertenecía a los enemigos míticos del pueblo hebreo, los filisteos. Y así ha quedado hasta hoy.

Dicho sea de paso, para la denominación de toda esta región, el antiguo Israel, si se desea ser preciso, no debería utilizarse el vocablo “Palestina” hasta el reinado del emperador Adriano. Hasta ese momento, los romanos mismos denominaban casi siempre Judea a la parte principal del territorio, que fue la provincia romana más importante de Israel a partir del derrocamiento de Arquelao, hijo de Herodes el Grande, en el 6 d.C. por parte de Augusto.

Volvamos a la "Vida". El obispo Porfirio realizó también un viaje a Constantinopla para solicitar el apoyo imperial a su política de cristianización forzada… cosa que consiguió. A este propósito el cronista Marco describe bien los entresijos e intrigas de palacio en la corte bizantina. Es interesante cómo los cristianos siguieron en esta zona una antigua política de los reyes macabeos, sobre todo Juan Hircano I, quien judaizó y uniformó por la fuerza política, social y religiosamente territorios al norte y al sur (por ejemplo toda la Idumea, zona en donde habría de nacer el futuro Herodes el Grande) del núcleo de Israel, Judea. Porfirio arrasó los templos paganos de la ciudad de Gaza, sobre todo uno famoso erigido en honor de Zeus Marneios, y erigió en su lugar iglesias cristianas. Además de intentar convencer –por medio de su predicación- a los habitantes pagano a que se convirtieran al cristianismo, empleó -como se ve- otros medios más persuasivos.

A pesar del interés histórico y de la amenidad de esta Vida de Porfirio de Gaza, la traducción de Ramón Teja es la primera que se hace en español. En su introducción, el traductor señala los problemas históricos (anacronismos, exageraciones, datos dudosos, interpolaciones y manipulaciones; por ejemplo: el prólogo y el capítulo final son obra de otra mano) de la “Vida”, que los diversos investigadores han ido señalando a lo largo de la historia de la investigación desde que fue traducida del griego, su lengua original, al latín en 1556 en Francia, hasta el día de hoy. Teja expone la solución que le parece más plausible a estas dificultades de modo que pueda valorarse y utilizarse con mayor rigor esta “Vida” como fuente histórica.

La introducción concluye con una reseña de las ediciones críticas de esta “Vida” y las traducciones a otras lenguas modernas y una bibliografía selecta.

La traducción al español de ls tres obras presentadas es buena: tiene ritmo y un español cuidado y sonoro.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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