Helenización del cristianismo. Comienzos de la teología cristiana y pensamiento griego (V)

Hoy escribe Antonio Piñero:

El planteamiento paulino de la salvación según el novísimo plan de Dios a él revelado -y que hemos intentado explicar con más o menos fortuna en posts anteriores- puede sintetizarse en el siguiente esquema que tomo en sus líneas básicas de la “Guía para entender el Nuevo Testamento”:

Antes de Cristo: el que deseaba salvarse, siendo judío, tenía la necesidad de cumplir la

• Circuncisión carnal propia de la ley mosaica

• Ley carnal o ley de ritos y preceptos alimentarios

• Insistencia en el aspecto de la “teología del Pacto”, ante todo cumplir las leyes del “Pacto” entre Abrahán y Dios. El que no cumpla tales normas, será castigado sin remedio


Después de Cristo: incluso el judío que desea salvarse -y naturalmente el pagano- puede efectuar una sustitución liberadora del esquema anterior:

• En vez de la circuncisión “carnal”, circuncisión espiritual o justificación por un acto de fe.

• En vez de la ley “carnal” de Moisés, necesidad de cumplimiento de ley espiritual de Cristo, o ley del amor.

• En vez de insistir en el aspecto del “pacto”, insistir más en el aspecto de la "promesa" de esa misma alianza de Dios con Abrahán: a pesar de los pecados, dios es siempre misericordioso con la descendencia del patriarca, que son los que creen en que Jesús es el mesías.


Para los paganos que oían a Pablo, al principio casi todos ellos “temerosos de Dios” y que conocían bien el judaísmo, este nuevo plan de salvación de Dios revelado por éste en los últimos tiempos a través de Pablo era sensacional y conllevaba agradables consecuencias:

• No era necesario circuncidarse.

• No era necesario cumplir la ley de Moisés con toda la tremenda pesadez de las leyes sobre la pureza y los alimentos. La Misná consigna un total de 613 preceptos que debe observar el judío piadoso.

• No era ni siquiera necesario cumplir las leyes de Noé por sí mismas, sino en cuanto coincidían con el Decálogo y las normas de la “moral natural”.

Bastaba con “circuncidarse” espiritualmente, hacer un acto de fe, y observar la “ley del amor”, ciertamente con todas sus exigencias, tal como la había proclamado Jesús

Es preciso observar en este momento que la contraposición entre “carnal” y “espiritual” no es judía propiamente, sino que corresponde ante todo a una mentalidad influenciada por el platonismo vulgarizado, propia del siglo I, y a una atmósfera propia también de lo que podríamos denominar “inicios de un pensamiento gnóstico”.

Igualmente debe observarse que la doctrina paulina de la “justificación por la fe” es ante todo un acto intelectual, aunque impulsado por la gracia y el amor divinos. Para un judío normal del siglo I de nuestra era, para quien la salvación era ante todo una cuestión de “ortopraxia” (es decir, de cumplir una serie de normas y leyes propias del pueblo elegido) y de ningún modo una cuestión de “ortodoxia” (es decir, no era un tema de mantener unas ideas o nociones teológicas determinadas… piénsese por ejemplo en la diferencia abismal de ideas teológicas de un esenio y de un saduceo, comparadas entre sí… ; son tan distantes como la noche y el día, y sin embargo, los dos se creían totalmente judíos), esta “salvación de tipo intelectual” era absolutamente extraña y novedosa: se trataba de una concepción profundamente griega, ¡no de la tradición judía!

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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