¿La veradera historia de la Pasión de Jesús? (V)



Hoy escribe Antonio Piñero:

La tercera parte del libro que comentamos adopta una actitud humilde y cautelosa en cuanto que –como dijimos en el primer post- el título del libro aparece ya en estos momentos, fuera de la cubierta del libro, entre signos de interrogación:; “¿La verdadera historia de la Pasión?”. Con esta grafía se quiere indicar que parte lo que sigue a continuación tiene a veces un carácter de hipótesis.

En esta sección, que consta de dos capítulos, se formula una cauta respuesta a dos preguntas fundamentales, que a su vez se dividen en algunas subpreguntas: la primera: ¿Qué parte de historia y qué de posible leyenda o de ampliaciones piadosas puede haber en el primer relato de la Pasión que poseemos, el del Evangelio de Marcos? La segunda: una vez que hemos pergeñando un método de investigación y sus fundamentos, ¿cómo podemos imaginarnos globalmente que fueron narrados los hechos y dichos de Jesús que concluyeron con su muerte?

El primer capítulo es breve, y contiene dos apartados. El primero se pregunta: "¿Cómo abordar hoy desde la ciencia de la historia la historia la pasión de Jesús? Importantes cuestiones de método". El segundo propone una hipótesis cautelosa sobre la composición de la “historia de la pasión de Jesús que pudo circular antes de ser incorporada el Evangelio de Marcos”, es decir cómo se concibió la estructura literaria, o modo de narrar, los importantes eventos del final de Jesús.

El desarrollo de la respuesta al primer tema ha de tocar cuestiones importantes como ¿podemos reconstruir por debajo del relato del Evangelio de Marcos una narración previa de la Pasión, más cercana a los hechos y quizá más sencilla y directa? Si de alguna manera se pudiera reconstruir este relato, ganaríamos en conocimientos? El lector de este blog recordará que el tema ha sido ya tocado cuando comentamos un libro de S. Guijarro sobre Jesús y su primeros discípulos.

En nuestro libro, sin embargo, la respuesta es más cauta y no nos atrevemos a ofrecer una reconstrucción de ese texto primitivo, pero sí señalamos que existen serios indicios para probar la existencia de ese relato previo y qué elementos pudo contener. Y como resultado de esta constatación, adoptamos la postura, a la hora de exponer cómo se concibió literariametne el desarrollo de los hechos, de ver en el relato de la Pasión actual una mezcla de dos autores y de dos intenciones: las del primitivo “inventor” o “narrador” de ese relato, y el del siguiente editor, refundidos y “re-arreglador”, al que conocemos como el evangelista Marcos.

Después, ante el texto de la Pasión tal como se nos ha transmitido, se efectúan observaciones que avalan que estos textos deben considerarse con un cierto sentido escéptico. Se trata de un escepticismo respecto al contenido histórico al cien por cien de muchos episodios de la Historia de la Pasión y cómo conviene distinguir cuidadosamente entre ellos. Unos contienen más dtaos históricos que otros. Algunos dan la impresión de ser legendarios. Los argumentos para la cautela son en síntesis los siguientes, que en libro se desarrollan con detalle:

· En primer lugar la considerable distancia respecto a los hechos narrados –en el mejor de los casos de unos quince o veinte años- milita en contra de un recuerdo fidedigno.

· Segundo: el narrador es omnisciente y para ciertos hechos –por ejemplo el interrogatorio a puerta cerrada del o de los sumos sacerdotes a Jesús (el denominado “proceso judío”), o el diálogo privado de Pilato con Jesús (dentro del llamado “proceso romano”)- no pudo contar con testigos visuales que transmitieran esos hechos y palabras, por lo que el relato hubo de basarse en testimonios indirectos o en meras conjeturas.

· Tercero: no quedan actas ningunas de los dos procesos contra Jesús, judío y romano.

Otras razones que incitan a la prudencia a la hora de estimar la historicidad global de lo relatado en la Historia de la Pasión son:

A. Es muy inverosímil la acumulación, o compresión de acontecimientos -dichos y hechos de Jesús en un número elvadísimo- en un espacio tan breve de tiempo: apenas una semana.

B. La historia de la pasión está empedrada de alusiones y citas a textos del Antiguo Testamento considerados profecías mesiánicas al menos por los cristianos: en total unos 80/90 pasajes de la Escritura judía aparecen citados o aludidos claramente en la Historia del Pasión. Este notable monto de acciones y dichos de Jesús rodeados por textos de la Escritura o expresados con palabras de ésta hace al menos sospechar que algunos eventos:

a) Hayan sido acomodados para que cumplan con el esquema mental “promesa (Antiguo Testamento) / cumplimiento (Jesús)”.
b) Hayan sido creados expresamente a partir de algunos de esos textos de las Escrituras considerados mesiánico-proféticos, por ejemplo, la muerte de Judas.

C. Y por último: hay claros signos de dramatización, o teatralización en general, por parte de los evangelistas de relatos en la Pasión, que se pueden razonablemente suponer que eran al principio mucho más simples. Un ejemplo claro me parece la plegaria de Jesús en Getsemaní, muy probablemente moldeada en profundidad por Marcos. Por tanto, no todas sus partes podrían ser históricas.

Finalmente este capítulo ofrece una respuesta a la segunda pregunta: ¿cómo pudo ser en general el modo literario de narrar el transcurso de los hechos de la Pasión? ¿cómo podemos imaginarnos que transcurrieron en verdad esos acontecimientos? Y la respuesta que se propone es: una autor desconocido comprimió en una semana, buscando la unidad de acción, de lugar y de tiempo, hechos y dichos de Jesús que se desarrollaron durante por lo menos seis meses: desde la fiesta de los Tabernáculos hasta la fiesta de Pascua. Así se formó un relato de la Pasión breve y dramático, muy efectivo. Sobre este primer relato hubo diversas expansiones.

El autor evangélico que llamamos Marcos fue el que hizo una concienzuda refundición de este “texto” anterior a él hacia el año 71 d.C.: lo amplió, lo retocó profundamente, lo acomodó a su pensamiento teológico e hizo de su producto final, al que hoy denominamos Evangelio de Marcos, un gran drama apocalíptico.

Igualmente, el texto de Marcos, fue profundamente editado, completado, refundido y corregido por Mateo y por Lucas.

Por último, toda esta tradición sinóptica –¿quizá ya en la forma modelada por Marcos, según opinan muchos estudiosos? o por Lucas?, no lo sabremos nunca- fue conocida por el misterioso autor del IV Evangelio, que a su vez emprendió una gran tarea de repensar, reinterpretar y reescribir la tradición que tenía ante sus ojos. El resultado fue una profundísima acomodación de todo el material a su concepción teológica y mística sobre Jesús, tan diversa a la de sus antecesores.

La obra de este último evangelista, cuya recensión final –retocada por un editor postrero- ha de situarse en torno al año 100, no menciona a los autores evangélicos anteriores, no los corrige expresamente, sino que polemiza con ellos indirectamente por medio de omisiones, añadiduras y cambios a los textos o alas tradiciones que probablemente tenía ante sus ojos de alguna manera. De este modo construyó su propia historia de la pasión de Jesús intentando mostrar a sus lectores que él, y sólo él, era el que mostraba al Salvador -con esta novedosa interpretación- en la plenitud de su misión, de su figura y de su gloria.

Para toda esta interpretación se ofrecen en este capítulo y en siguiente los argumentos que nos proporciona la lectura misma del texto de la Pasión.

Saludos cordiales, Antonio Piñero.
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