La conservación de la obra de Filón de Alejandría I. Egipto y el cristianismo (X)

Hoy escribe Antonio Piñero:

Otra de las grandes aportaciones de Egipto a la vida y constitución del cristianismo primitivo es la conservación de la obra de Filón de Alejandría, tan fundamental para la vertebración de la incipiente teología cristiana que se ha dicho en plan jocoso que el judío Filón es uno de los “Padres de la Iglesia”. Para tratar este tema voy a servirme del material que he expuesto en síntesis en mi manual Literatura judía de época helenística en lengua griega. Desde la versión de la Biblia al griego hasta el Nuevo Testamento. Editorial Síntesis, Madrid, 2007, capítulo 6, pp. 123 y siguientes.

Filón de Alejandría es probablemente, tanto desde el punto de vista filosófico / teológico como literario, el autor judío helenístico que más ha influido en la civilización religiosa occidental, después de Flavio Josefo. Este filósofo alejandrino, que murió unos veinte años después de Jesús de Nazaret, fue el escritor más sabio y prolífico del judaísmo en la época de Jesús y después, por lo menos hasta bien entrado el Medioevo.


Filón nació en torno al 15 a.C. en Alejandría, dentro de una familia judía muy helenizada. Fue educado a la usanza griega, y como sus padres eran acomodados, estuvo al cuidado de los mejores maestros. Conocía muy bien la lengua, la historia y la filosofía griegas, y su educación literaria no iba a la zaga, pus citaba sin esfuerzo a poetas y a trágicos. De su formación judía poco se sabe: debió de estar bien formado en materias de religión, pero de la lengua hebrea conocía sólo algunas palabras y expresiones. Gracias al culto frecuente de la sinagoga estaba familiarizado con la liturgia, los métodos de exégesis y con la apologética judeohelenística.

De la densa niebla que se cierne sobre su existencia destacan los años 37-41 d.C.: la comunidad judía de Alejandría, su lugar de residencia, llevaba un cierto tiempo expuesta a los ataques antisemitas de elementos destacados de la población pagana. En tiempos de Avilio Flaco, gobernador romano de Egipto en ese momento, que veía a los judíos con mucho recelo, vivió esta comunidad momentos de pánico. Los judíos se negaron a adorar las imágenes cultuales del emperador divinizado, por lo que el gobernador los entregó a la cólera del populacho.

Ello provocó episodios sangrientos descritos por Filón en sus obras Contra Flaco y Embajada a Gayo (Calígula). Como personaje importante y culto de la comunidad alejandrina, Filón fue enviado a Roma para explicar la situación e interceder por los judíos. Calígula apenas le hizo caso y no prestó oídos a ninguna de sus peticiones. Luego, con su sucesor Claudio, los judíos lograron que algunas de sus exigencias fueran escuchadas. No se sabe con exactitud la fecha de su muerte; probablemente en torno al 50 d.C. La época de la madurez avanzada de Filón coincide con los años dibujados por los Hechos de los apóstoles.

Obra de Filón de Alejandría

Aunque bien escritas, en lenguaje culto y erudito, llenas de citas de poetas y otras obras literarias griegas, los escritos de Filón son más interesantes para la historia de la filosofía que para la de la literatura. Se ha dicho con razón que la obra filoniana representa, después de Aristóteles, el primer corpus filosófico amplio conservado, tanto en manuscritos medievales como en algunos papiros y en numerosos citas de los Padres de la Iglesia.

No todas las obras de Filón han llegado hasta hoy. Las que se han salvado del olvido, salvo algunos escritos circunstanciales de los que se tratará al final de esta sección. se centran en torno al estudio y comentario de las Escrituras judías, y en concreto de los primeros cinco libros, el Pentateuco. Filón aborda este estudio a distintos niveles de profundidad.

A) En un primer nivel se hallan los comentarios sencillos y seguidos al Pentateuco.

Escribió cinco, pero sólo se conservan los Comentarios o Cuestiones al Génesis y al Éxodo. En ellos el autor explicaba sucesiva y brevemente, frase por frase, tanto el sentido literal como el alegórico de los textos. Según los estudiosos de Filón, esta serie de obras refleja los guiones o resúmenes de las aclaraciones o prédicas que Filón hacía en la sinagoga, tras la lectura de los pasajes determinados para el día.

B) En un segundo nivel, más profundo, están compuestos los comentarios apologéticos al Pentateuco, denominados también Exposición de las leyes.

Estas aclaraciones siguen un esquema que se acomoda al tenor de la alianza entre Israel y Yahvé: la creación y los patriarcas; el decálogo; las prescripciones legales, rituales y de pureza; la vida moral o las virtudes; premios y castigos. El comentario da lugar a diversos libros que llevan el título correspondiente al tema principal sobre el que versan: De la creación del mundo; Sobre Abrahán, Sobre José, el patriarca; Vida de Moisés; El decálogo; De las virtudes; Sobre los premios y castigos.

El mayor volumen de los libros asignados a este propósito permite a Filón un comentario más extenso de la Escritura. La obra tiene como lector ideal al judío culto, helenizado, que quiere entender y vivir el texto sacro, pero también –y de un modo apologético— al pagano respetuoso que desea conocer a fondo el judaísmo. No supone Filón en su lector un conocimiento especial de las Escrituras, salvo haber leído los textos correspondientes.

El conjunto empieza por la creación (primer capítulo del Génesis), ya que Filón supone que el universo es la primera entidad gobernada por las leyes de Dios, y concluye con los tratados sobre normas divinas, virtudes y premios. En este conjunto se incluyen, como se ve por los títulos, una serie de biografías sobre los patriarcas, aunque de ellas se han perdido dos importantes, la de Isaac y Jacob.

En estas “vidas” presenta Filón, por una parte, dos tríadas de personajes, en las que cada uno de ellos representa una virtud. La primera tríada, que no tiene una biografía especial sino que va incluida en la de Abrahán, está formada por personajes anteriores a éste y menos importantes, como Henós, Henoc y Noé. Éstos son los sabios “aún no perfectos” y representan la esperanza, el arrepentimiento o deseo de la salvación y la justicia. La segunda tríada, Abrahán, Isaac y Jacob, son los sabios perfectos y representan la sabiduría / virtud adquirida por naturaleza, enseñanza y práctica. Abrahán, en concreto, es el modelo de la búsqueda de la verdad y del deseo de salvación. Su mujer, Sara, es también el símbolo de la sabiduría y de la virtud, como pareja inseparable de su marido.

Aparte de los que encarnan las virtudes, hay dos personajes más, muy importantes: José y Moisés. El primero es el modelo del gobernante perfecto que se rige por la ley natural, igual a la ley de Dios. Lo ideal para Filón sería que todos los hombres pudieran dedicarse a la verdadera vida, la consagrada a la filosofía, a la religión y a la mística. Pero como eso no es posible, el gobierno de la ciudad o de la nación, la política, aparece como un mal necesario para el hombre en sociedad. Para transformar este mal menor en bien se requiere un gobernante que actúe conforme a las leyes divinas. El modelo fue José y su gobierno de Egipto.

Moisés representa el culmen de todos los personajes anteriores a él. Como vimos al tratar de Artápano, Moisés es el dechado de todas las virtudes: legislador y “rey”, es decir, dirigente del pueblo, profeta, taumaturgo, sabio. A él dedica Filón el doble de espacio que a sus antecesores. Quizás esta “biografía” tenga por lectores sobre todo a gentiles, ante quienes el autor desea presentar al mejor hombre de todos los tiempos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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