La conservación de la obra de Filón de Alejandría II. Egipto y el cristianismo primitivo (XI)

Hoy escribe Antonio Piñero:

Seguimos con las obras de Filón de Alejandría

Finalmente, y a un nivel máximo de profundidad, tiene Filón una veintena de tratados, que habrían de representar un corpus de interpretación alegórica completo del Pentateuco. De hecho lo que ha llegado hasta hoy es sólo un comentario no completo pero amplio al primer libro, el Génesis.

Los tratados a él dedicados son homogéneos en cuanto al tema, la interpretación filosófico-alegórica de la revelación divina, pero no presentan un cuerpo de pensamiento sistemático. Lo conservado abarca desde el cap. 2 del Génesis hasta el cap. 31. Como la exégesis de Filón va unida a lo que aparece en el texto, y éste es muy variado, su comentario va mezclando en un conjunto poco diferenciado todo tipo de cuestiones: místico-religiosas, filosóficas, morales o políticas.

El comentario se inicia con una interpretación alegórica a las leyes, pues el origen del mundo fue tratado ya en el libro que abre la Exposición de las leyes (B, en el post anterior), y a medida que Filón avanza en el estudio de los textos cada sección importante se hace un libro y lleva su título particular. Así Sobre los querubines tiene como tema los primeros padres, la caída de Adán, la expulsión del paraíso y el ángel, un querubín que con la espada flamígera lo guarda (Gn 3 y 4).

Luego sigue el ciclo de Caín y Abel, y las obras a su propósito se titularán Sobre los sacrificios de Caín y Abel; Sobre el hecho de que el peor suele atacar al mejor; Sobre la posteridad de Caín (caps. 5 y 6)…, y de igual modo hasta la última sección del Génesis (como dijimos, sólo hasta el cap. 31).

En estos libros se sumerge el lector en un mundo complejo y denso de simbolismo y alegoría. Así, Eva es el símbolo de la percepción sensorial como opuesta a la espiritual y los peligros que entraña; Adán es la razón, y Caín es la mala intención, engendrada por la razón contaminada por la percepción sensorial; el jardín del Edén, los árboles y los ríos que lo cruzan son referencias a diversas virtudes. El cap. 6, episodio de los ángeles malos que se unen a las hijas de los hombres y engendran a los gigantes/demonios, sirve a Filón para describir al modo platónico el descenso del alma al cuerpo humano y, más tarde (a propósito de Gn 9,20) para describir al alma como la pastora del cuerpo, etc.

Hay un cuarto grupo de obras filonianas, que o bien son de tema puramente filosófico, por ejemplo Sobre la eternidad del mundo, en la que Filón se ocupa de criticar la concepción de los filósofos estoicos sobre una destrucción periódica del mundo por el fuego de una conflagración universal y una posterior regeneración con el eterno retorno; Sobre la providencia, o bien tratados circunstanciales como la Embajada a Gayo y el escrito contra el gobernador Flaco.

Es interesante también el estudio dedicado a la Vida contemplativa, que contiene una descripción del modo de vida de un grupo de personas (¿judíos esenios? = "Terapeutas") que, como los monjes cristianos posteriores, se habían retirado del mundo y cerca de Alejandría se dedicaban día y noche a la contemplación y al estudio de la Ley.

Estilo literario de Filón

El estilo literario de Filón es elevado y culto, en muchas ocasiones elocuente y poético; en todos los casos, denso. En general, sobre todo en las obras biográficas aparece el entusiasmo del autor, lo que le lleva a un estilo vigoroso y enfático. Los vocablos y expresiones utilizadas por Filón no son las del hombre de la calle, sino las propias de la filosofía y del individuo literariamente cultivado.

Sin embargo, su propio método interpretativo tan proclive a explicar unas cosas por otras y a enlazar unos textos de la biblia con otros -método muy judío, por lo demás-, hace que el conjunto de sus párrafos sea muchas veces confuso, oscuro y farragoso. A veces también puede Filón cansar a su lector con un tono excesivamente retórico, que se muestra sobre todo en el uso acumulado de comparaciones o ejemplos, o también en el tono de los diálogos y discursos que pone en boca de sus personajes en las obras de carácter biográfico.

En ellas, en los abundantes discursos, el uso de la retórica es abrumador para el gusto moderno, aunque algún comentarista ha sospechado que para los antiguos podía ser un placer deleitarse con esas construcciones artificiosas, sobre todo cuando antes se había leído un griego de peor calidad como el del texto bíblico en la versión de los Setenta.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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