Filiación. Cultura pagana, religión de Israel, orígenes del cristianismo (I).


Hoy escribe Antonio Piñero:

Deseo en esta ocasión presentar a los lectores un libro, en dos volúmenes, que aborda un tema trascendental en la teología del cristianismo: el de la “filiación”. La cuestión abordada es doble: ¿Cómo concibió el cristianismo primitivo que Jesús era Hijo de Dios? ¿Cómo puede concebir, y ser, el cristiano –puesto que Jesús es “el primogénito entre muchos hermanos” también él hijo de Dios y en qué sentido?

He aquí la ficha del libro:

J.J, Ayán Calvo – P. de Navascués – M. Aroztegui, Filiación. Cultura pagana, religión de Israel, orígenes del cristianismo. Vol. I. Editorial Trotta, Madrid, 2005, 385 pp. ISBN: 84-8164-800-0.


La obra consiste en la edición de las Actas de las “I y II Jornadas de estudio “La filiación en la reflexión cristiana”, y parte del supuesto evidente de que el cristianismo nace en un entorno cultural, fruto de la confluencia de mundos diversos. Por ello la ideología cristiana se expresa en un lenguaje y en unas categoría que son polivalentes, del mismo modo que ese entorno lo es.

El primer volumen examina en concreto cómo el cristianismo se explica tanto por sus raíces judías como por su incardinación en el Imperio romano. Pero no lo hace genéricamente, sino estudiando el tema que anunciábamos más arriba, la filiación, y analizando sus concepciones básicas en los distintos ambientes.

El concepto “filiación” es transversal en el pensamiento cristiano ya que atraviesa los campos de la reflexión trinitaria, cristológica y antropológica, así como as ideas en torno a la Iglesia, a la figura y función de María, la madre de Jesús, por su misma y en la vida de la Iglesia y el pensamiento escatológico o de los últimos momentos de la existencia individual, colectiva y del mundo.

A Jesús se le conoció entre los primeros cristianos como "Hijo de Dios”, “Hijo del hombre”, “Hijo de David”, "hijo de María", "hijo de José". Se le dio –entre otros- el título de Unigénito, que quiere decir que no tuvo hermanos, y el contrario, Primogénito, el primero entre muchos hermanos. También se le pensó como el Verbo, la Palabra de Dios, engendrado por el Padre desde toda la eternidad. Ante esta panoplia de afirmaciones surge una pregunta espontánea: ¿con arreglo a qué tipo de filiaciones se entendían tan variados conceptos?

La Antigüedad clásica encerraba en este concepto de “filiación” un sinfín de especies en las que intervienen tanto el derecho romano, como las nociones de las distintas escuelas filosóficas del Imperio romano, o las corrientes y grupos del judaísmo de la época.

Según el editor general, y autor de las palabras de presentación de la obra, J.J. Ayán Calvo, la obra que presentamos es la primera de otras, sucesivas, que pretenden ir “poniendo de manifiesto la reflexión de los primeros siglos cristianos en torno a la filiación en sus diversas dimensiones, profundizar en sus diversos sentidos y acepciones, mostrar el proceso de elaboración y desarrollo en la medida que nos lo permitan las fuentes, denunciar los posibles silencios provocados por el miedo a la herejía, que en ocasiones no sólo defienden la fe sino que la sobreprotegen marginando reflexiones legítimas, y en definitiva estudiar y profundizar todo lo que las fuentes antiguas pueda ofrecernos sobre el asunto”.

Habrá por tanto más volúmenes. Ha aparecido hasta ahora dos que reseñaremos aquí, en este blog. Como el tema es complejo, me parece que la mejor y primera información para los lectores es ofrecerles su contenido. Los temas, con sus autores, tratados, son:

A. Dentro del ámbito de la cultura pagana:

1. “La filiación en el pensamiento jurídico romano” por J.M. Blanch

2. “La teología medioplatónica”, por F. Ferrari

3. “Filiación o generación en la Estoa antigua e imperial”, por F. Alesse

4. “Ser y/o llegar a ser ‘hijos’ en la literatura del hermetismo filosófico”, por A. Camplani.

Dentro del campo de la religión de Israel se abordan los siguientes temas:

1. “El término griego 'pais' en los Setenta”, por I. Carbajosa

2. “Tipologías de la filiación en Filón de Alejandría”, por C. Termini

3. “La filiación en los documentos de Qumrán”, por F. García Martínez

4. “La filiación el Targum”, por D. Muñoz

5. “La filiación en los escritos rabínicos”, por M. Pérez Fernández

En el ámbito de los orígenes del cristianismo encontramos los siguientes trabajos:

1 “La filiación divina en Romanos 1,3-4”, por J. M. Díaz Rodelas.

2. “El significado de 'pais' en los Hechos de los Apóstoles”, por J. Carrón

3. “Pais en los Padres Apostólicos”, por M. Aroztegui.

4. “La filiación en Clemente de Roma y en el Pastor de Hermas”, por Ph. Henne

5. “Jesucristo, Hijo del Hombre e Hijo de Dios, según Ignacio de Antioquía”, por J. J. Ayán Calvo.

6. “La filiaciones basilidianas y el horror al vacío”, por M. Tardieu

7. “Hombres y filiaciones en pensamiento basilidiano”, por P. de Navascués.

Mi juicio global sobre este primer volumen es que se trata de una obra absolutamente seria, científica, sin concesiones, y muy bien hecha. Y me parece además que para el lector un tanto apresurado y más interesado directamente en los orígenes cristianos, los artículos sobre los Filón, los LXX, Qumrán, Romanos, Hechos de los Apóstoles me parecen muy informativos, bien impostados y precisos.

Sin embargo, echo de menos la presencia de un capítulo que me parece básico, pero que está ausente. Quizá haya sido previsto por los editores para algún volumen posterior (desde luego no está en el segundo tomo que trata, entre otros temas como veremos, de la filiación según los diversos evangelistas). El tratamiento que echo de menos es el siguiente: “¿Qué pensaba el Jesús histórico sobre su propia filiación?”.

No es ésta una cuestión baladí ni que se pueda marginar, puesto que no da lo mismo –en absoluto- lo que pensaba Jesús respecto a sí mismo para entender luego qué pensaron sus seguidores sobre ese mismo asunto. La crítica filológica e histórica tiene los instrumentos necesarios para investigar esta cuestión y presentar una visión bastante segura de ella basada en el consenso de muchos investigadores que han trabajado años y años sobre el Jesús histórico desde todas las tendencias teológicas y confesiones. Y no es lo mismo –para luego juzgar la corrección de las interpretaciones de los Evangelistas- que Jesús penara de sí mismo que era hijo ontológico y real de Dios, o más bien que era un “hijo” como los profetas o cómo debieron de pensar de sí mismos al menos ciertos reyes de Israel, o bien como era todo el pueblo “hijo de Dios”.

Pienso que la idea de Jesús sobre sí mismo al respecto, sobre su autocomprensión, puede esclarecerse en cuanto es posible siguiendo una investigación de

a) Cuál era el Dios de Jesús;
b) Cuáles eran las características de la religión de Jesús;
c) Cómo encaja Jesús en la religiosidad judía de su tiempo;
d) Cómo entendió Jesús su misión como heraldo del Reino de Dios;
e) Cómo entendió Jesús su mesianismo; o bien qué concepto tenía Jesús del mesías de Israel;
f) Cómo entendía el Jesús de la historia el sintagma “hijo de hombre”.

No hago una enumeración exhaustiva, pero sí las pautas más importantes.

Y puesto que la interpretación del Jesús de la historia sobre sí mismo es absolutamente fundamental, y condiciona toda la interpretación del Nuevo Testamento como “reinterpretación de la figura y misión de Jesús” (el Nuevo Testamento no es pura presentación de hechos históricos, sino una interpretación de Jesús) espero que el tema sea tratado de modo conveniente y cuando convenga. Opino que, aunque los editores digan claramente que en la obra se trata de “la filiación en los inicios de la reflexión cristiana”, ya que se buscan antecedentes y se presenan en abundacia, no se omita el antecedente más importante del tema para la reflexión cristiana: lo que el Jesús de la historia pensaba de sí mismo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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