José y Asenet y el Nuevo Testamento (II)

Hoy escribe Antonio Piñero:

La trama novelesca

El texto presupone la historia narrada en el Génesis, capítulo 37-41, sobre los hijos de Jacob en Egipto, y nos presenta a José en uno de sus viajes por ese país, que le lleva a la ciudad donde es sacerdote el padre de Asenet. Es ésta una doncella muy hermosa de la que están prendados numerosos pretendientes (cap. l). Asenet lleva una vida de comodidad y lujo, al tiempo que se nos muestra como un alma profundamente religiosa que no quiere saber nada de casamientos (cap. 2). Recibe Asenet a sus padres, que regresan del campo (cap. 3). Éstos, ante la próxima visita de José, señalan a su hija la posibilidad de convertirse en esposa del Virrey e intentan convencerla de que le acepte como marido, a lo que ella se niega (cap. 4).

Un José resplandeciente como el sol llega a la casa de Asenet (cap. 5). La joven se lamenta de haberlo rechazado, ansiando entonces convertirse en su esclava (cap. 6). Los padre de Asenet obsequian con una recepción a José (cap. 7), y en ella Asenet le es presentada. Pero entonces es José mismo el que la rechaza por motivos religiosos, ya que no es una mujer judía, al tiempo que ruega por su conversión (cap. 8). Asenet se retira, y José continúa su viaje (cap. 9). La doncella, una vez sola, se encierra en su habitación y decide romper con su pasado pagano (cap. 10).

Al cabo de unos días de penitencia (cap. 11), confiesa emocionadamente sus pecados (cap. 12), rogando a Dios que considere su estado y la perdone (cap. 13). Dios se le manifiesta a través de un ángel, en forma de hombre, por cuyo consejo Asenet vuelve a vestir sus galas (cap. 14). Recibe entonces un mensaje del cielo en el que se acepta su arrepentimiento y se le promete un futuro envidiable (cap. 15). El ángel purifica a Asenet a través de unos ritos simbólicos (cap. 16) y desaparece (cap. 17). Asenet, al enterarse del regreso de José, se engalana (cap. 18) para recibirlo (cap. 19). En la recepción consiguiente se anuncia la boda (cap, 20), puesto que el impedimento religioso ha sido eliminado. José presenta su futura esposa al faraón, tras lo cual se celebra el casamiento (cap. 21).

Ha pasado el tiempo, y estamos ya en los siete años de hambre ("las vacas flacas"), en un momento en el que José va a presentar su esposa a Jacob, su padre (cap. 22). El hijo del faraón, antiguo pretendiente fallido de Asenet, siente renacer sus deseos de hacerla su esposa, para lo cual solicita la colaboración de Simeón y Leví, los hermanos de José, quienes rechazan el plan. Al fracasar su proyecto (cap. 23), entra en tratos con Dan y Gad para que maten a José y rapten a la muchacha (cap. 24). Éstos se comportan como traidores y por envidia y turbios motivos aceptan el proyecto. El hijo del faraón pone en marcha su plan (cap. 25).

Asenet parte de viaje y es atacada (cap. 26) por tropas del hijo del faraón. Benjamín, que acompañaba a la mujer de su hermano, logra desembarazarse de sus atacantes y herir al hijo del faraón (cap. 27). Dan y Gad, derrotados, se arrepienten ante Asenet, y ésta impide que Simeón y Leví los maten (cap. 28). El hijo del faraón muere de resultas de sus heridas, y lo mismo le ocurre al padre, el monarca, de pena por la desaparición de su hijo. Le sucede José en el trono, el cual cede más adelante el cetro real al nieto del faraón (cap. 29).

¿Podemos saber algo sobre el autor de la novela?

Nada se sabe en verdad sobre la identidad del autor de este escrito que titulamos “José y Asenet”. Sin embargo, el análisis interno de la narración permite intuir algo al respecto. A este propósito puede ayudar en algo insistir en el ámbito geográfico en el que surgió la narración.

A lo largo de la obra se va perfilando la confrontación de dos grupos sociales, egipcios y judíos, antagonismo que adquiere su máxima fuerza en los últimos capítulos. Esa oposición es, al mismo tiempo, la que da sentido a la novela, pues la protagonista rompe totalmente con su familia y su pueblo, egipcios, al convertirse al judaísmo, cambio que adquiere mayor relieve a causa del marco sociológico en que se encuadra, gente muy rica. Esto vale aun en el caso de que se quiera ver en ella un mero documento social apegado a una realidad histórica y carente de mensaje religioso alguno.

De hecho, los personajes que desfilan por los sucesivos capítulos son egipcios o judíos residentes en Egipto. Históricamente, sabemos que los judíos campesinos llevaban nombres egipcios, hablaban o chapurreaban la lengua del país y su vida no se diferenciaba demasiado de la de los nativos. Todo ello nos indica que el escenario de la acción de José y Asenet debe situarse en Egipto. El mundo de creencias que la obra refleja a través de ciertos detalles revela en el autor un buen conocimiento de la teología egipcia de la época romana imperial. Parece, por tanto, verosímil que él mismo fuera también egipcio, aunque judío naturalmente.

Algún comentarista ha insistido que si es Egipto el marco real –es posible naturalmente componer una novela egipcia fuera del país- del autor de la novela, se explicaría además muy bien que “José y Asenet” contenga implícitamente una apología del matrimonio entre miembros de las dos comunidades con una finalidad proselitista judía. El argumento no es contundente, pues lo mismo se podría argumentar de cualquier otro lugar de judíos de la Diáspora. Lo que más vale es que la ambientación de la novela es totalmente egipcia.

El autor se dirigiría, por tanto, a lectores de dos tipos: paganos (egipcios) y creyentes (judíos). Para estos últimos, con una mentalidad mucho más abierta que la de los judíos palestinos, los matrimonios de ese tipo podrían justificarse como una faceta de su labor misionera. Para los primeros, los egipcios, tales uniones posibilitarían una vía hacia el arrepentimiento, el cual les podría permitir participar de la luz, la verdad y la vida. Todo este ambiente nos acercaría al que podemos imaginarnos entre los misioneros cristianos de finales del siglo I que hacen campaña en favor de su religión, a la que consideran el verdadero judaísmo renovado por Jesús.

No nos parece probable, sin embargo, que el autor de nuestra novela sea un egipcio nativo convertido al judaísmo ni el hijo de un matrimonio mixto. Nuestro texto nos revela un judaísmo tan acendrado –no hay mención expresa del cristianismo- que debemos pensar más bien en un judío de nacimiento con particulares intereses apologéticos a favor de su religión. Por otro lado, la lengua de la novela —con expresiones de un griego un tanto bárbaro— apunta hacia un autor de lengua materna aramea (o quizá hebrea) que se expresa casi en «un griego de traducción». Sería probablemente bilingüe o trilingüe (arameo/griego/copto).

Unas ocho mil palabras constituyen el texto de José y Asenet. Representan 1.042 términos, lo que supone cierta pobreza de vocabulario. Salvo 40 de ellos, el resto forma parte del léxico de los Setenta, la traducción de la biblia al griego, sin que su utilización adquiera tonos específicos o característicos de nuestro anónimo autor. Todo estos datos apuntan hacia alguien que su lengua materna no es el griego pero que utiliza la Biblia en su versión helénica, lengua que le es necesaria si quiera que su composición se difunda y se conozca.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Volver arriba