La distorsión de la historia de la investigación sobre Jesús (I)

Hoy escribe Fernando Bermejo

En anteriores posts hemos señalado algunos de los aspectos en los que la figura de Jesús de Nazaret ha sido y sigue siendo tergiversada en la exégesis mayoritaria, mediante una lectura sesgada de los datos disponibles. Sin embargo, la mistificación de la figura de Jesús de Nazaret en ámbitos presuntamente serios y “científicos” es de tal alcance, que no se limita a diversos elementos de la reconstrucción histórica del personaje, sino que afecta incluso a la historiografía. Es decir, la mismísima historia de la investigación sobre el personaje ha sido reescrita de una determinada manera, aparentemente objetiva e inocente, pero que, a una mirada más detenida, resulta de nuevo no ser más que una distorsión de la verdad.

Aunque al menos desde la obra de Albert Schweitzer –Geschichte der Leben-Jesu-Forschung (Historia de la investigación sobre la vida de Jesús), de 1906– no han dejado de producirse monografías retrospectivas sobre el desarrollo de la reflexión en torno a la figura histórica de Jesús, es en tiempos recientes cuando tal labor historiográfica parece haberse convertido en un verdadero filón. En efecto, después de que James Robinson excogitase en 1959 la idea de una “New Quest”, y en especial desde que Tom Wright acuñase hace un par de décadas la expresión “Third Quest”, no han dejado de multiplicarse los libros y artículos que pretenden constituir una visión panorámica de la historia de la investigación.

El hecho significativo es que estas exposiciones responden a un patrón básicamente unitario: la práctica totalidad de los presuntos expertos ha aceptado rápidamente una división tripartita de la investigación sobre la figura de Jesús, compartimentada así en “Old Quest” o “vieja búsqueda” (grosso modo, desde Reimarus hasta Schweitzer), “New Quest” o “Nueva búsqueda” (1953-1980) y “Third Quest” o “tercera búsqueda” (desde 1980 hasta el presente). Hoy en día, esta periodización trifásica es asumida casi universalmente por autores de diversas lenguas, continentes y confesiones. Dicho de otro modo: esa periodización se ha convertido en un cabal paradigma expositivo, siendo repetida en libros, artículos, cursos, conferencias y blogs por legiones de exegetas y sedicentes teólogos.

En la medida en que la validez del nuevo paradigma trifásico se da por supuesta, los postulados que lo constituyen no suelen ser presentados sistemáticamente; de hecho, algunos de ellos funcionan más bien como presupuestos. Pero si pormenorizamos las afirmaciones implicadas por este paradigma historiográfico, comprobamos que las presentaciones al uso comparten, explícita o implícitamente, las siguientes aseveraciones:

1) Las obras de la “Old Quest” –las compuestas en los siglos XVIII y XIX, que A. Schweitzer revisó en su Geschichte der Leben-Jesu-Forschung– presentan una unidad suficiente. Además, en lo relativo a su valoración, lo realizado en esa “vieja búsqueda” está esencialmente obsoleto.

2) La primera mitad del siglo XX constituye un período vacío o irrelevante. La obra de M. Kähler y A. Schweitzer, y luego los análisis de la “Historia de las formas” provocaron una marea de extremo escepticismo histórico, que duraría hasta el comienzo de la “New Quest”. En este sentido, ese período es definible como uno de “ausencia de búsqueda” (no Quest).

3) La investigación realizada entre 1953 y 1980, denominada “New Quest”, fue patrimonio de los discípulos del exegeta R. Bultmann. Esta etapa es caracterizada por haber sido llevada a cabo básicamente por autores alemanes, con intereses teológicos (protestantes), el empleo de categorías del lenguaje existencialista, la amortiguación de la dimensión socio-política de la visión y actividad de Jesús y el uso preferente del criterio de desemejanza, de todo lo cual resulta una imagen de Jesús en contraste con sus contemporáneos y en continuidad con la proclamación de la Iglesia primitiva.

4) Existe una distinción suficientemente clara entre la “New Quest” y la investigación producida desde 1980, denominada “Third Quest”. Esta última es caracterizada por su interés histórico, el desplazamiento de la investigación al ámbito angloamericano, el uso de nuevas disciplinas y enfoques, la participación interreligiosa, la substitución del criterio de desemejanza por el de plausibilidad histórica o el énfasis en la judeidad de Jesús.

5) Ha tenido lugar un progreso a lo largo de estas fases: dado que la “Old Quest” está obsoleta, y que la “New Quest” mostró importantes limitaciones –que habrían provocado precisamente la aparición de la “Third Quest”–, la construcción de una imagen verosímil de Jesús se juega en la investigación contemporánea. En este sentido, varios rasgos de la “Third Quest” (p. ej. el reconocimiento de la judeidad de Jesús) son comprendidos no sólo como características descriptivas, sino como nuevos logros en la Leben-Jesu-Forschung.

6) No es posible emitir en la actualidad un juicio consistente acerca de lo que la investigación ha realizado. La multiplicidad de imágenes de Jesús en la actualidad, así como la falta de perspectiva histórica en relación a una “Third Quest” comenzada hace sólo dos décadas, convierten todo juicio en apresurado e imprudente. En realidad, la provisionalidad de los resultados obtenidos muestran a Jesús como una figura perpetuamente elusiva.

Este conjunto de postulados conforman una periodización aparentemente impecable, que parece hacer lo que se espera de una visión historiográfica: escandir sistemáticamente la totalidad de la investigación, abarcando la literatura disponible y permitiendo apreciar en ella un orden; así, el paradigma tiene todo el aspecto de una presentación objetiva y neutral. No sólo eso, sino que conforma también una historia interesante: da cuenta, ciertamente, de las fases anteriores como superadas, pero precisamente por ello presenta una actualidad y un futuro prometedores.

Lamentablemente, como han demostrado un puñado de investigadores, esta periodización es demostrablemente errónea, pues es refutada por los datos empíricos e incurre en inconsistencias lógicas y diversos non sequitur. Aunque a partir de hoy analizaré detalladamente esta cuestión y mostraré que el modelo historiográfico hoy prevaleciente es crasamente falso, los lectores que tengan un particular interés en los argumentos que expondremos pueden encontrarlos apoyados con todo lujo de detalles en los siguientes artículos y capítulos de libros, a los que les remito:

S. E. Porter, The Criteria for Authenticity in Historical-Jesus Research, Sheffield Academic Press, Sheffield, 2000, pp. 28-62.
D. C. Allison, ‘Secularizing Jesus’, en Resurrecting Jesus. The Earliest Christian Tradition and Its Interpreters, T & T Clark, New York, 2005, pp. 1-26.
Y de manera más sistemática y completa, en:
F. Bermejo, ‘Historiografía, exégesis e ideología. La ficción contemporánea de las “tres búsquedas” del Jesús histórico (I’, Revista Catalana de Teología 30/2 (2005), pp. 349-406.
Id., ‘Historiografía, exégesis e ideología. La ficción contemporánea de las “tres búsquedas” del Jesús histórico (y II)’ Revista Catalana de Teología 31/1 (2006), pp. 53-114.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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