La distorsión de la historia de la investigación sobre Jesús (V)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Aunque no hemos hecho apenas sino empezar nuestro análisis, cualquier lector dotado de capacidad argumentativa puede comprobar fácilmente que, a una mirada detenida, el modelo historiográfico de las “tres búsquedas” tiene una consistencia comparable a la de un castillo de naipes. Si la noción de “New Quest” no resiste el escrutinio, es fácil deducir que tampoco lo hace la de “Third Quest” o “tercera búsqueda”. Si no hay razones suficientes para distinguir una “primera búsqueda” de una “nueva” o “segunda búsqueda”, entonces automáticamente pasa lo mismo con una supuesta “tercera búsqueda”.

La manera definitiva de comprobar el carácter ilegítimo de la noción de “Third Quest” consiste, sin embargo, en someter a escrutinio los supuestos criterios que según los sedicentes cronistas contemporáneos distinguirían la investigación realizada antes de 1980 y la efectuada después de esa fecha. Si así lo hacemos, comprobamos que ni uno solo de esos criterios se sostiene en pie. Hoy me referiré a algunos de ellos, dejando el resto para un post ulterior.

Por ejemplo, se contrapone la “New Quest” a la “Third Quest” en virtud del carácter básicamente alemán de la primera y angloamericano de la segunda. Sin embargo, dejando aparte que uno de los autores indiscutiblemente principales de la denominada “Third Quest” es el alemán Gerd Theissen (hay otros estudiosos alemanes –y alemanas– en la investigación más reciente, como Annette Merz, Marius Reiser o Joachim Gnilka), esto implica olvidar que en los años 50, 60 y 70 del siglo XX fueron publicadas un buen número de obras relevantes sobre el Jesús histórico cuyos autores eran ingleses y norteamericanos, en todo caso angloparlantes, como por ejemplo –la lista está, obviamente, muy lejos de ser exhaustiva– Charles H. Dodd, Norman Perrin, John Bowker, W. D. Davies, S. G. F. Brandon, J. Yoder, Reginald H. Fuller, Howard C. Kee, George B. Caird, Morton Smith, Charles K. Barrett, J. Carmichael o Vincent Taylor. Desde luego, el hecho de que hoy se publiquen más obras de norteamericanos y británicos que de alemanes –un desplazamiento relativo, explicable por razones socioeconómicas coyunturales– no resulta precisamente un criterio serio para hablar de una “nueva época” de la investigación.

Se dice que el carácter teológico distingue a la supuesta “New Quest” de la supuesta “Third Quest”, la cual tendría más bien un carácter histórico. Pues bien, si es cierto que los discípulos de Bultmann compartían claros intereses teológicos –en primer lugar la voluntad de no reducir el Cristo de la fe a un mito radicado fuera de la historia, o la voluntad de mostrar la superioridad de Jesús en relación con el judaísmo–, tales intereses no son detectables en los otros autores mencionados en el post anterior, y que al menos con tanto derecho como ellos existieron en el tercer cuarto del s. XX. Por otra parte, sí resulta fácil detectar tales intereses (si bien, ciertamente, a menudo más sutilmente utilizados) en una parte no desdeñable de la investigación más reciente (como, por lo demás, ha mostrado Tom Holmén en su artículo “A Theologically Disinterested Quest? On the Origins of the ‘Third Quest’ for the Historical Jesus”, Studia Theologica 55 (2001), pp. 175-197). Aunque es comprensible la preocupación de los autores por distanciar a la investigación contemporánea –de la que ellos mismos a menudo participan– de posiciones ideológicamente sospechosas, resultan perceptibles en varios de ellos los móviles teológicos. Así, por ejemplo, en lo que respecta al Jesus Seminar, se ha señalado la voluntad de muchos de sus miembros de confrontarse con el fundamentalismo bíblico. En algunos de ellos, nombres propios de la “Third Quest” –p. ej. Marcus Borg–, resultan palmarios sus intensos intereses pastorales. En la obra del canónigo anglicano –ahora obispo– Tom Wright no es difícil reconocer la presencia de una agenda teológica (conservadora). Y cabe argumentar plausiblemente que el Jesús desescatologizado y –en mayor o menor medida– desjudaizado de B. Mack o del ex sacerdote J. D. Crossan sirve a inconfesados propósitos religiosos. De hecho, la independización con respecto a la teología no es en absoluto deseada por muchos exegetas confesionales, a menudo ellos mismos simultáneamente eclesiásticos y/o teólogos; aunque únicamente algunos autores explicitan con claridad el interés religioso de la empresa exegética (en España, v. gr., A. Puig), éste es mucho más amplio de lo que se reconoce.

Se afirma, asimismo, que la “Third Quest” es ideológicamente mucho más plural que la investigación realizada con anterioridad: el presente sería una época caracterizada por la interconfesionalidad y aun la extraconfesionalidad, la presencia de judíos y de agnósticos o ateos (como afirma, v. gr., J. P. Meier). Sin embargo, erigir esto en típico rasgo diferenciador supone, en el mejor de los casos, padecer de una grave amnesia. Desde finales del siglo XVIII ha habido, junto a autores cristianos, no creyentes que se han ocupado del Jesús histórico: de hecho, las obras cumbre de la investigación hasta finales del XIX son las de Reimarus –un deísta al que pronto la fe cristiana le resultó incompatible con su conciencia intelectual– y D. F. Strauss, quien en 1835 había ya prescindido de la fe; en 1910, Loisy –excomulgado en 1908– se había distanciado de su fe católica; igualmente, tanto Charles Guignebert como Samuel Brandon permanecieron siempre, que se sepa, ajenos a todo tipo de fe. Es igualmente absurdo referirse a la presencia de estudiosos judíos como una novedad o algo típico de la investigación reciente“: si bien hoy en día hay algunos judíos en la investigación (como G. Vermes), también los ha habido antes, y, si cabe, en mayor número; limitándonos a los más importantes desde comienzos del siglo XX, cabe citar a M. De Jonge, J. Klausner, C. G. Montefiore, R. Eisler, S. Zeitlin, D. Flusser, S. Ben-Chorin, H. Cohn, P. Winter, S. Sandmel... Por supuesto, resulta posible afirmar que sólo ahora hay agnósticos o judíos interviniendo en la Jesus Quest... si y sólo si estos sujetos han sido previamente suprimidos –como, elocuentemente, lo han sido– de la anterior historia de la investigación. Hoy hay cristianos (protestantes y católicos), judíos y no creyentes en la Jesus Quest... exactamente igual que los había ayer y anteayer.

Próximamente seguiremos mostrando que intentar diferenciar cualitativamente la investigación anterior a 1980 de la posterior no muestra mayor inteligencia y acumen crítico que el intento de distinguir entre personas solteras y no casadas.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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