¿Era el de Jesús un mesianismo guerrero y predominantemente político? Autoconciencia mesiánica de Jesús (VI)

Hoy escribe Antonio Piñero

Es bien conocido el aspecto político y guerrero que tenía el mesianismo del Israel de la época para la inmensa mayoría de los judíos. Voy a poner como ejemplo dos textos. Uno que refleja una teología elevada, quizá del estamento sacerdotal, es el Salmo 17 de la colección llamada “Salmos de Salomón”, compuesta unos 40 años antes del nacimiento de Jesús.

Para el autor del Salmo 17 no hay otro mesías que un personaje excepcional de la línea de David. Dios suscitará su Ungido (17,21), como cumplimiento de su Alianza y Promesa (17,4), que vendrá a poner orden en el caos pecaminoso que es la tierra de Israel dominada por impíos extranjeros.

Este mesías es por un lado un guerrero. El autor desea que Dios haga con su mesías lo siguiente:

Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tú elijas, oh Dios, para que reine en Israel [tu siervo. 22 Rodéale de fuerza, para quebrantar a los príncipes injustos, para purificar a Jerusalén de los gentiles que la pisotean, destruyéndola, 23 para expulsar con tu justa sabiduría a los pecadores de tu heredad, para quebrar el orgullo del pecador como vaso de alfarero, 24 para machacar con vara de hierro todo su ser, para aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca, 25 para que ante su amenaza huyan los gentiles de su presencia y para dejar convictos a los pecadores con el testimonio de sus corazones.


Por otro lado, este mesías, que parece un caudillo militar, no confía en guerreros ni en armamento, y su confianza en la victoria radica en su prestancia moral y sobre todo en la ayuda divina:

33 No confiará en caballos, jinetes ni arcos; ni atesorará oro y plata para la guerra, ni el día de la batalla acrecentará sus esperanzas la multitud de sus guerreros. 34 El Señor es su Rey. Su esperanza es la del fuerte que espera en Dios.


Otro testimonio sobre las concepciones del mesianismo en la época de Jesús es más popular que el anterior: se trata de una paráfrasis en arameo, una traducción sinagogal de la Biblia hebrea que la gente no entendía bien, del texto de Génesis 49,11-12, con ciertos añadidos que revelan la mentalidad del momento. Aquí prima el aspecto guerrero:

Cuán hermoso es el Rey Mesías que ha de surgir de entre los de la casa de Judá. Ciñe los lomos y sale a la guerra contra los enemigos y mata a reyes con príncipes. Enrojece los montes con la sangre de sus muertos y blanquea los collados con la grasa de sus guerreros. Sus vestidos están envueltos en sangre: se parece al que pisa racimos.


Esta es la pintura del primer momento de la acción guerrera del mesías. En el verso siguiente el “meturgeman” (es decir, el traductor-parafraseador) describe el segundo acto de la acción del mesías: tras el advenimiento del Reino, una vez vencidos los enemigos, se instaura una era de paz y abundancia mesiánicas:

Cuán hermosos son los ojos del Rey Mesías. Como el vino puro. [para no ver con ellos las desnudeces ni el derramamiento de sangre inocente] Sus dientes son más blancos que la leche. [Para no comer con ellos lo arrebatado y lo robado]. Se tornarán rojos los montes por las cepas y sus lagares por el vino, y blanquearán los collados por la abundancia de trigo y por los rebaños de ovejas.


Se podrían amontonar otros textos en torno a la época de Jesús, pero harían de este post algo interminable. Es lícito preguntarnos: ¿Era el mesianismo de Jesús también una empresa política y guerrera tal como había sido el programa de otros mesías que habían aparecido por aquella época y que habían sido aceptados como tal por una buena parte del pueblo?

También en este caso voy a adelantar que en nuestra opinión me parece que la respuesta ha de ser negativa. De todos modos vamos a presentar razones en pro y en contra para que el lector tenga la última palabra, aun sabiendo que me inclino –como se verá- más hacia una posición que hacia otra. Vaya por delante que en el Israel de tiempos de Jesús un concepto de mesianismo en esta tierra, con implicaciones materiales y socio-políticas no tenía por qué ser necesariamente un mesianismo guerrero en el estricto sentido del término. Había utopistas que pensaban de otro modo y parece que Jesús era uno de ellos.

Vayamos en primer lugar a otro aspecto de la “atmósfera” –como dijimos anteriormente- del episodio de la entrada “mesiánica” en Jerusalén. Si la acción es auténtica, y es muy posible que lo sea en sustancia, el hecho de presentarse en su entrada en Jerusalén sentado sobre un pollino indica que voluntariamente Jesús ligaba positivamente su entrada con la figura de un rey, sí, pero que insiste ante todo en la desconfianza hacia las armas, preconizada por el profeta Zacarías (9,9), un rey que no abomina de las armas en sí, pero que es más bien pacífico en el sentido de que deja la venida del Reino exclusivamente en manos de la acción de Dios. He aquí el texto:

¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna. El suprimirá los cuernos de Efraím y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra.


Parece que si es auténtica la faceta de entrar en Jerusalén montado en un pollino, el mesías Jesús deseaba lanzar un mensaje determinado: mi mesianismo debe precisarse cn la teología expresada por este texto de Zacarías que todo el mundo conocía. Pero hay otros intérpretes modernos que piensan que toda la historia del pollino es una pura leyenda, montada conscientmente para producir una escena sobre el texto de Zavcarías. El lector verá.

Mañana seguiremos con más argumentos positivos para defender la postura de quienes consideran a Jesús un “galileo armado”, en expresión de José Montserrat. Y luego expondremos argumentos en contrario.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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