Jesús ¿un mesías guerrero? autoconciencia mesiánica de Jesús (VII)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como anunciábamos, empezamos con los argumentos en pro y en contra de interpretar a Jesús como un mesías “guerrero” o lo contrario.

I. Las razones positivas para defender una imagen de Jesús como mesías con un componente fuerte guerrero, es decir un “Galileo amado” o al menos como favorecedor de la lucha armada contra los romanos como programa y acción explícita por parte de sus grupo para ayudar a la implantación del reino de Dios, pueden ser los siguientes:

1. Jesús parece no condenar estrictamente la violencia armada. Aquí voy a citar in extenso unos párrafos de Javier Alonso (en su capítulo sobre "El contexto judío de la Pasión", en la obra colectiva La verdadera historia de la Pasión, Edaf, Madrid 2007) quien se pregunta si se puede calificar a Jesús de “zelota”, es decir favorecedor estricto del uso de la violencia. (Atención para no haya malentendidos: utilizamos "zelota" en sentido etimológico “el que tiene celo por Yahvé; es bien sabido que hasta el 66 d.C. no se forma estrictamente un “partido político” zelota en Israel):

El punto clave de esta cuestión es, sin duda alguna, si Jesús rechaza o no la violencia. En todos los Evangelios encontramos ciertos indicios de sentencias o actividades violentas de Jesús, aunque es igualmente cierto que conviven con numerosas declaraciones pacifistas que no es posible ignorar.

Ahora bien, en las dos fuentes más antiguas de la tradición sinóptica (el relato de Marcos y el conjunto de dichos atribuidos a Jesús conocido como fuente Q) no aparece ninguna condena explícita de la violencia, que sí encontramos, por el contrario, en las obras más tardías de Mateo y Lucas, fruto sin duda de una elaboración teológica posterior para adecuar las incómodas palabras originales del Nazareno a la predicación cristiana primitiva, que no sólo se basaba en la predicación de Jesús, sino en el pensamiento de Pablo de Tarso, e iba dirigida tanto a judíos como a gentiles de todo el Imperio Romano.

Basta un lectura atenta de los cuatro pasajes del prendimiento en el orden en que fueron escritos (Marcos 46-49, dependientes de éste Lucas 49, 53 y Mateo 26, 51-54 y, por último, Juan 17, 10-11) para observar cómo los redactores de los evangelios se esfuerzan por dulcificar cada vez más una imagen de Jesús que, en el primer relato, el de Marcos, no formula ningún tipo de condena de la violencia de sus seguidores.

En conclusión, no parece que Jesús condenase la violencia per se y en cualquier circunstancia, sino que, a diferencia de los zelotas más radicales, no creía que ésta fuese la única vía para conseguir sus objetivos e, incluso, en ocasiones su empleo interferiría en la realización de los planes divinos. La imagen de un Jesús absolutamente pacifista no se corresponde con la realidad del personaje histórico, sino con una creación teológica posterior que modifica, aunque no consigue ocultar, ciertos comportamientos políticamente incorrectos del Nazareno"
.

2. La acusación de que Jesús incitaba a no pagar el tributo al Emperador, lo que lo equiparaba a los ojos del pueblo con un zelota (Lc 23,2: “Hemos hallado a éste pervirtiendo a la nación, que prohíbe dar tributo al César y diciendo que él es mesías (“ungido”) y el rey”). Ya hemos expuesto brevemente en un post anterior una exégesis de este pasaje.

3. Jesús recomienda a los de su grupo, en los momentos finales, que compren una espada (tomando la sustancia del texto, que tiene dificultades serias de autenticidad tal como está): “Y les dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado ¿os faltó algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: “Pues ahora, el que tiene bolsa tómela y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una” […] Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Basta”.

4. El episodio del prendimiento de Jesús es una confirmación de que iban armados: “Los que estaban a su alrededor, viendo lo que iba a pasar, dijeron: "Señor, ¿acometemos con la espada?" (Lucas 22,49). Uno de los que estaban con Jesús alargo la mano y sacó su espada, golpeó al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja. (Mc 26,51). “Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió al siervo del pontífice, cortándole la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco” (Jn 18,10).

J. Montserrat, en El galileo armado, Edaf, Madrid, 2007, p. 116 comenta:

¿A qué clase de arma se refieren los evangelistas? […]La palabra griega utilizada por los evangelistas es máchaira. En griego clásico, este término significaba "cuchillo" o espada curva, y se diferenciaba de xífos, que designaba la espada recta. Pero ya a partir del historiador Polibio se identifica el significado de ambos términos, y máchaira pasa a designar la espada recta más corta, el gladius romano, mientras la espada larga era denominada spáthe, latín spatha, español “espada”. La espada larga se introdujo tardíamente en el ejército romano, comenzando por las tropas auxiliares en tiempos del emperador Claudio. En la primera mitad del siglo I, el arma usual de los soldados romanos era la máchaira , el gladius de dos filos.

En la Biblia griega de los Setenta (LXX), la palabra máchaira aparece centenares de veces, y prácticamente siempre con el significado de espada, muchas veces en sentido metafórico, que haría ridícula una traducción como "el cuchillo del Señor". En cambio, el sinónimo xífos se halla sólo una decena de veces. Sabido es el decisivo influjo de la lengua de los LXX en los escritos cristianos primitivos. También en ellos, como no podía ser de otra manera, esta palabra tiene el significado de espada. Por otra parte, en las reseñas de Marcos y de Mateo, como hemos visto, se dice que la turba que acudió a arrestar a Jesús iba armada con máchairas, que todos los traductores vierten como "espadas", comenzando por San Jerónimo, que traduce gladius. También Mateo (26,52) pone aquí en boca de Jesús una frase en la que aparece tres veces la palabra máchaira en sentido de "espada". Es inadmisible traducir en el mismo pasaje unas veces "espada" y otra "cuchillo". No hay base alguna, pues, para sostener que en la narración evangélica se quiere manifestar que Pedro desenvainó un cuchillo o un puñal. Pedro desenvainó una espada.

El gladius romano de esta época es de procedencia hispánica, y en la Península seguía habiendo los mejores fundidores, cuyo acero se tenía por inimitable. Arma terriblemente cortante y pesada, tenía que ir siempre dentro de su vaina, que generalmente era de madera con partes de metal. Se ceñía a la cintura con un cingulum. La espada solía llevarse a la derecha, un puñal (pugio) a la izquierda. El conjunto pesaba varios quilos, y era imposible de disimular bajo un vestido ordinario […] La máchaira, pesada y cortante, no era un instrumento para aplicar pequeños correctivos: era una verdadera arma de guerra, hecha para herir y matar…

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Volver arriba