"También a los gentiles" (Hechos de los apóstoles 11,20)


Hoy escribe Antonio Piñero

Comento hoy un libro interesante porque trata dos problemas candentes de la historia del cristianismo primitivo: 1. El porqué del paso –dado por misioneros judíos convertidos a la fe en Jesús mesías- a predicar también a los gentiles, y 2. Cómo pudo ser el mecanismo de la divinización de Jesús en el ámbito de un judaísmo helenizado y cómo afecta este paso a la noción teológica de “Hijo del Hombre”. Su ficha es la siguiente:

Enrique Mena Salas, “También a los griegos” (Hch 11,20). Factores del inicio de la misión a los gentiles en Antioquía de Siria. Colección Plenitudo Temporis, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 2007, 432 pp. ISBN: 978-84-7299-735-6

La obra que comentamos es una tesis doctoral, y tiene todas las virtudes propias de un buen trabajo de este estilo, es decir, estudia desde todos los puntos de vista su objeto, en este caso un par de versículos de los Hechos de los apóstoles:

“Había entre ellos (los judeocristianos de Antioquía de Siria) unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales cuando entraron en la ciudad hablaron también a los griegos anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos y gran número creyó y se convirtió al Señor” (11,20).


El autor estudia, en una primera parte, la historia de la interpretación de estos versículos sobre todo en el siglo XX, en especial el v. primero: cómo ha sido entendido por los investigadores, cuál es el texto griego del pasaje que ha de aceptarse como más seguro tras un estudio de las variantes ofrecidas por los manuscritos, y cuáles son los obras modernas principales sobre la situación social y política –todo el entorno- de la ciudad de Alejandría. En este apartado echamos de menos alguna mención si quiera a las divergencias del manuscrito D (Codex Bezae), que –como es sabido- presenta un texto especial de los Hechos de los apóstoles, un 10% más largo y con notabilísimas variantes. La mención habría bastado para tranquilizar al menos al lector acerca de que las peculiaridades de este texto tan peculiar no afectan al objeto de estudio. Sigue luego un análisis literario e histórico, exhaustivo, de estos versículos para determinar exactamente su estructura y significado.

La segunda parte del libro aborda la exposición de cómo eran las condiciones sociales, culturales y religiosas de Antioquía y de los dos grupos de habitantes que interesan en este trabajo: judíos y paganos. Ayudándose de un estudio del libro apócrifo 4 Macabeos, el autor explica cómo era el judaísmo antioqueno y cuáles eran sus características religiosas: un judaísmo amenazado desde dentro, compuesto de gente no homogénea, mezclada, moderadamente helenizado y no cerrado en sí mismo. Se trataba de un judaísmo en diálogo religioso con los interesados en la religión judía, los llamados “temerosos de Dios” que frecuentaban los oficios sinagogales de los sábados y se interesaban por el monoteísmo judío, por su religión en general y sobre todo por la ética y organización social judías. Esos “temerosos” eran “gente también mezclada”, a medio camino entre una fe pagana y su posible integración en el judaísmo, desarraigados social y religiosamente, lo que les hacía ser potenciales oyentes de un mensaje religioso nuevo.

Un punto importante en este apartado del libro que comentamos es el análisis de la fiesta judía de las “Tiendas”/“Tabernáculos”, que se celebraba en el otoño y que era muy atractiva para los paganos. El autor llama la atención sobre el contenido litúrgico de esta festividad en la que destacan las ideas de que Jerusalén (Sión) es una gran luz que atrae a los gentiles y que los deja venir hacia sí. Señala cómo los textos proféticos relacionados con la festividad –Zacarías 14,16-21 y Amós 9,11-12 en su versión griega de los LXX- muestran que “el día de Yahvé”, la visita de Dios, es también una llamada a la participación de los gentiles en el culto divino, y su consecuente salvación al acercarse a Israel. El autor indica cómo la comprensión cristiana de esta fiesta abre un camino para la misión a los gentiles.

La parte tercera de la obra estudia cómo eran esos judeocristianos que comenzaron a predicar la mesianidad de Jesús a los gentiles, su identidad sociorreligiosa como procedentes de Chipre y la Cirenaica (actual Libia), la conciencia profético-escatológica que poseían y cuáles eran sus nociones cristológicas, a saber cómo entendían la figura de Jesús y su relación con la divinidad una vez resucitado por ella. Naturalmente este mundo de ideas tenía una repercusión inmediata en la tesitura misionera de tales predicadores.

Aquí comienza la parte más importante de este trabajo. El autor retrotrae los orígenes de la mentalidad de estos misioneros a las nociones teológicas que comenzaron a gestarse en el grupo de los judíos helenistas, capitaneado por Esteban, tal como los describen los capítulos 6 y 7 de los Hechos de los apóstoles. Sobre todo es importante el análisis del discurso de Esteban antes de ser lapidado y las menciones anteriores de Lucas sobre cómo estos judíos entendían la misión del Templo de Jerusalén y cómo concebían que había que interpretar la Ley de Moisés, en especial respecto a su cumplimiento por parte de los gentiles, temas que se deducen también del tenor de las acusaciones proferidas por judíos de estricta observancia contra este grupo helenista.

El autor de nuestro libro insiste con razón en cómo empiezan a gestarse en la ciudad misma de Jerusalén ideas importantes en el futuro desarrollo del cristianismo: el cumplimiento de la Ley admite varias interpretaciones y el Templo es concebido ante todo en una función espiritual. A la vez, la comunidad cristiana de creyentes en Jesús, se siente el verdadero Israel y comienza a ser interpretada como un templo espiritual, la verdadera morada de Dios entre los hombres y el “santuario escatológico”, el de los tiempos finales. Dentro de esa comunidad los gentiles que se conviertan empezarán a disfrutar de las mismas ventajas espirituales que los judíos que asisten al culto físico del santuario de Jerusalén.

Los rasgos proféticos de estos judeocristianos misioneros en Antioquía, venidos de Chipre y Cirene (por tanto con la mentalidad propia, abierta a los paganos, de las comunidades judías de esos lugares), son estudiados concienzudamente por el autor, destacando su conciencia de vivir el fin del mundo presente. Del mismo modo el autor analiza detenidamente la cristología de estos misioneros por cuanto que la interpretación teológica de Jesús como mesías, muerto y resucitado por Dios, era el objeto principal de su predicación: ¿por qué un mesías judío podía ser fuente de salvación para gentes que nada tenían que ver étnicamente con el pueblo elegido?

Concluiremos este comentario el próximo día.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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