Muerte y resurrección del mesías según I. Knohl. “En tres días vivirás” (III)

Hoy escribe Antonio Piñero

Paso ahora a exponer, con palabras del mismo Knohl, las conclusiones que obtiene del análisis de los textos ofrecidos en el post anterior, más los complementos que indicaremos en los apartados correspondientes que van a continuación:

“¿Cómo puede resolverse el enigma de la personalidad de Jesús y de su autoconciencia mesiánica? ¿Se consideró a sí mismo mesías? Si fue así, ¿por qué no lo dijo llanamente? ¿Por qué prohibió a sus discípulos que dieran a conocer al público esta identidad mesiánica, creando así el “secreto mesiánico”? ¿Previó Jesús realmente su pasión, muerte y resurrección? Y si lo hizo, ¿por qué no se refirió a sí mismo directamente en este contexto, sino sólo de modo indirecto como “hijo del hombre”? ¿Se vio Jesús a sí mismo como un redentor divino? Y si fue así, ¿por qué no queda esto reflejado en los evangelios sinópticos?”

Knohl cree que en estos himnos –y otros textos antiguos que mencionaremos a continuación- se halla la respuesta, a saber:

A. Sobre la autoconciencia mesiánica de Jesús, y su mesianismo sufriente, que incluye su muerte y resurrección:

“Jesús se consideró a sí mismo el mesías, y que creyó verdaderamente que este personaje sería rechazado por el pueblo, condenado a muerte y que resucitaría al tercer día, precisamente porque se creía que eso era lo que le había sucedido a un dirigente mesiánico que había vivido una generación antes de Jesús.

“En ciertos himnos encontrados entre los manuscritos del Mar Muerto, publicados recientemente, éste mesías anterior se describía a sí mismo como sentado en un trono celeste, rodeado de ángeles. Se consideraba un “siervo sufriente de Dios” que traía una nueva era, una era de perdón y redención en la que no habría culpa ni pecado. Estas audaces ideas lo llevaron a ser rechazado y excomulgado por los sabios fariseos liderados por Hillel.

“Este mesías padeció finalmente la muerte en Jerusalén, y su cuerpo permaneció en la calle durante tres días. A su término, sus discípulos creyeron que había resucitado y había ascendido a los cielos. La humillación, rechazo y asesinato del mesías causó una crisis de fe entre sus seguidores. Para salir de ella, buscaron pasajes en la Biblia que pudieran ser entendidos como profecías de la humillación y muerte del mesías. Así, por vez primera en la historia del judaísmo, surgió la concepción de un mesianismo del “fracaso”, en el que la humillación, el rechazo y la muerte del mesías se consideraron como parte inseparable del proceso redentor”.

B. Complemento sobre la muerte y resurrección del mesías

Según Knohl, el ajusticiamiento del mesías y su posterior resurrección era ya un tema conocido en el judaísmo pues había sido ya “predicho” en otro texto judío conocido como el Oráculo de Histaspes que debe situarse hipotéticamente antes del siglo I a.C. porque fue usado por el autor del Apocalipsis de Juan entre las fuentes muy antiguas que sirvieron de base a su libro. (Atención porque sólo conocemos este oráculo a partir de menciones de Justino Mártir a mitad del siglo II y de otros autores cristianos de los siglos III y IV d.C.).

El oráculo de Histaspes describía así la llegada del gran profeta:

“Cuando se aproxime el momento, Dios enviará a un gran profeta para volver a los hombres hacia el conocimiento de Dios. Y recibirá el poder de hacer actos prodigiosos. Si los hombres no le prestan atención, el profeta cerrará los cielos y hará que éste retenga la lluvia; cambiará el agua en sangre… y si alguno intenta herirle, saldrá fuego de su boca y herirá a ese tal. Por medio de esos prodigios y poderes hará volver a muchos al culto de Dios”.


El segundo rey, el “Hijo de Dios”, descrito como falso profeta, hará la guerra al profeta de Dios y lo matará:

“Luchará contra el profeta de Dios, lo vencerá y lo matará y hará que permanezca insepulto. Pero al tercer día volverá de nuevo a la vida; mientras que todos lo ven y se admiran, será asunto a los cielos”.


Según Knohl, el falso profeta, el “Hijo de Dios”, es Augusto. De este modo, Histaspes afirma que Augusto, el profeta falso, lucha contra el verdadero profeta, enviado por Dios, y lo mata. Augusto impide luego que sea enterrado el cadáver del verdadero profeta, pero al tercer día, ese profeta resucita y asciende a los cielos.

C. Respecto al “secreto mesiánico”:

Knohl encuentra alusiones suficientes en los textos de Qumrán comentados para la teoría del “secreto mesiánico”, que él atribuye a Jesús mismo y no a la creación de sus discípulos. En los pasajes del sufrimiento de este misterioso personaje de los himnos hay indicios de que el líder mesiánico es consciente de que su mesianismo no lo comprende nadie en vida. Por tanto es preciso mantenerlo en secreto hasta el momento oportuno.

Seguiremos el próximo día con el último texto aducido por Knohl y que trata de El mesías como “Hijo de Dios”

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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