Jesús juez universal y futuro. Jesús como Hijo del Hombre (IV)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como anunciamos, en este post nos preguntamos si es evidente que Jesús se refiriera a sí mismo cuando hablaba de un juez universal y futuro que a la vez habría de morir y resucitar.

A mi parece que no es en absoluto evidente. Si se analizan con cuidado tales dichos, surgen dudas. Pongamos como ejemplo la sentencia recogida en Lucas 12,8: “Yo os digo: todo aquel que se declare por mí ante los hombres (es decir, todo aquel que acepte el mensaje sobre el Reino de Dios y la necesidad de entrar en él), también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios”. La sentencia se entiende perfectamente, e incluso mejor, separando a un Jesús humano, que predica el Reino de Dios en la tierra, de la figura celestial de un Hijo del Hombre que en los momentos del juicio final hace de abogado del ser humano (“se declara por él”) que ha hecho caso al mensaje de Jesús como agente de Dios en la tierra.

Otro ejemplo: la conocida escena del juicio judío de Jesús poco antes de su entrega a Pilato para su muerte. El texto dice así:

Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.» El Sumo Sacerdote se rasga las túnicas y dice: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte (Mc 14,60-64).


En primer lugar: este pasaje no puede ser histórico al pie de la letra por la gran inverosimilitud que supone un juicio judío con resultado de pena capital durante la noche y en un fecha a punto de comenzar la Pascua. De ello se deduce que hay en él, en todo caso, una mezcla de posibles datos históricos y gran parte de reinterpretación cristiana.

La exégesis no confesional del pasaje suele ser la siguiente:

• Es posible que en algún momento –durante el proceso de la detención, pasión y muerte de Jesús que pudo durar más de lo que dicen los Evangelios- el sumo sacerdote preguntara a Jesús si se consideraba el mesías.

• Jesús pudo responder afirmativamente, y pudo poner como prueba de verdad el argumento de que su testimonio quedaría vindicado cuando al final del proceso del establecimiento del Reino de Dios –que él estimaba absolutamente cercano- viniera la figura celeste del “Hijo del Hombre” con gran poder y se constituyera en juez de los malvados que lo condenaban.

• No se deduce estrictamente de su expresión que Jesús dijera que el Hijo del Hombre era él mismo. Es opinión hoy compartida por la generalidad de los investigadores que "Hijo del hombre" no era una designación usual judía para un personaje o figura salvífica (mesías) relacionada con el reino de Dios. Eta conclusión se ha afianzado gracias a repetidos estudios de las escasas fuentes que la antigüedad judía nos ha transmitido sobre la expresión y las características de la posible figura del "Hijo del hombre". Si Jesús hubiera tomado la expresión “Hijo del hombre” del entorno religioso de la época, es decir como algo usual y bien conocido, y se la hubiera aplicado a sí mismo, sería incomprensible el silencio sobre ella del resto de las fuentes antiguas contemporáneas del Nazareno.

• La acusación por blasfemia, por hipótesis por haberse hecho Jesús a sí mismo mesías e Hijo del Hombre, es insólita e improbable en el judaísmo, que nunca consideró blasfemia ni asunto de pena de muerte el que alguien se considerase a sí mismo el mesías. Esa condena es sólo una interpretación de los cristianos al publicar el Evangelio para hacer que la culpa principal de la muerte de Jesús recayera en los judíos.

A esta exégesis no confesional se suele añadir una observación que afecta a todos los dichos de los que se discute: curiosamente, en la historia de la transmisión de la tradición de las palabras de Jesús, las sentencias de las clases 2. y 3. no se mezclan. Es decir, los vaticinios de la pasión nunca hablan de la parusía; y, al contrario, los anuncios de la parusía nunca mencionan que el Hijo del hombre haya de morir y resucitar. Ello significa que en un principio las dos clases de dichos fueron independientes. La tradición cristiana, que adscribe las dos clases simultáneamente a Jesús, resulta así sospechosa.

Por tanto, se puede dudar razonablemente de que Jesús se refiriera a sí mismo cuando hablaba de un juez universal y futuro que a la vez habría de morir y resucitar.

Por último, se argumenta en concreto respecto a los dichos de la clase 3. (“juez futuro, universal, de estatus divino”) que no conservamos en toda la tradición sobre Jesús un dicho razonablemente auténtico en los que él se considerara a sí mismo un ser divino en la extensión total de la palabra.

De las aproximadamente 1.315 veces que aparece la palabra "Dios" en el Nuevo Testamento, son sólo 7 los textos que afirman clara o muy probablemente que Jesús es Dios. Son los siguientes: Evangelio de Juan 1,1; 1,18; 20,28; Romanos 9,5; Tito 2,13; Hebreos 1,18 y 2 Pedro 1,1. Ahora bien, en ellos no hay ninguno en el que Jesús hable de sí mismo y de su naturaleza y diga expresamente que él es Dios. Ninguna de estas afirmaciones procede de los labios del Jesús histórico. Son otros los que hacen esa afirmación.

Podemos, pues, afirmar: en opinión de la crítica es más que dudoso que Jesús se considerara a sí mismo como Dios verdadero, ya que no conservamos ninguna palabra auténtica suya que lo afirme. Pocos exegetas independientes, o ninguno, en el campo protestante conozco que defiendan que el Nazareno se creyó a sí mismo Dios en pleno sentido. A esta posición se unen incluso algunos intérpretes católicos.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero./strong>
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