El vocablo "evangelio" en el cristianismo primitivo (II)

Hoy escribe Antonio Piñero

Abordamos hoy el tema del uso del término “evangelio” en ámbito pagano de lengua griega en torno a la época de Jesús.

Se ha señalado repetidas veces por los estudiosos que el vocablo “evangelio” -en plural- aparece con un significado muy similar al del Nuevo Testamento en algunos textos que se refieren al culto del soberano, del emperador normalmente, como “salvador”. No es extraño cuando se tiene en cuenta que, sobre todo en Oriente, el emperador era considerado divino sobre todo por su función benefactora.

Hay una inscripción del rey Antíoco I de Comagene (al norte de Siria), del siglo I a.C., que proclama al monarca denóminándolo explícitamente

Gran rey, dios, justo, divinidad manifestada a los hombres


(W. Dittemberger, Orientis Graeci Inscriptiones Selectae = OGIS, Leipzig 1901-1903, 383).

Quizá recuerden los lectores que citamos también al hablar del personaje José, el patriarca judío en Egipto según el libro del Génesis, cómo en la novela de José y Asenet, del siglo I d.C., se le denomina “hijo de Dios” en un sentido parecido al de Mt 27,54: “Verdaderamente éste (Jesús muerto en la cruz) era hijo de Dios”, es decir, era un “hombre divino”.

Una famosa inscripción de la ciudad de Priene, en Asia Menor, la actual Turquía, del año 9 a.C. dice así:

Puesto que la divina providencia, que ha ordenado todas las cosas interesándose por nuestras vidas, ha dispuesto el orden más perfecto otorgándonos a Augusto, a quien ha dotado de virtud divina para que fuera benefactor de la humanidad, enviándolo como salvador para nosotros y nuestros descendientes de modo que acabara con la guerra y dispusiera en orden todas las cosas, y puesto que el César por su aparición (literalmente su “epifanía”) ha sobrepasado todas las esperanzas anteriores de buenas noticias (literalmente euaggelia), y puesto que el nacimiento del dios Augusto fue el comienzo de una buena nueva (griego euaggelion) venida para el mundo por su causa, decretamos (las honras siguientes…).


(Dittemberger, OGIS, 458). Igualmente otra inscripción, un decreto de la ciudad de Halicarnaso, un poco posterior a la antecedente, reza del siguiente modo:

Puesto que la eterna e inmortal naturaleza del universo nos ha bendecido grandemente con excelentes beneficios, aportando a la felicidad de nuestros tiempos a César Augusto, padre de este país… como Zeus patrio y salvador de todo el género humano…


(Citada por A.D. Nock en la obra cuyo título se ofrece más abajo, pp. 37-38).

A la par que el vocablo euaggelion -y en textos muy similares- encontramos una terminología semejante en las inscripciones referentes al culto al soberano. Hallamos así la magnanimidad del Emperador –siempre en un entorno de mención de sus beneficios, que es lo que distingue a la divinidad- su gracia, su bondad y filantropía, es decir, amor por los hombres, su parusía y su epifanía..., vocablos que la gente hoy tomaría enseguida por cristianos.

A.D. Nock, en una obra famosa Early Gentile Christianity and its Hellenistic Background (“La cristiandad primtiva procedente del paganismo y su trasfondo helenístico”), New York 1964, obra clásica al respecto, comenta:

Soter (“salvador”), euaggélion, paz... todos esos términos son propiedad común. Sería posible inferir que la fraseología cristiana ha sido un préstamo, o que ha sido creada por oposición a la imperial. Tanto Augusto como Jesús se adecuaban a las expectativas populares de un salvador, de un rey que debería nacer para alegría del mundo y que traería la paz. Tales expectativas eran muy usuales en Oriente y habían llegado hasta Italia, como lo demuestra la IV Égloga de Virgilio.


Compárense las inscripciones arriba transcritas con Lc 2,10-11:

No temáis, pues os anuncio (euaggelízomai) una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador (soter), que es el Cristo Señor.


No es fácil, sin embargo, precisar la difícil y discutida cuestión sugerida por las palabras de A. D. Nock que arriba hemos trascrito, a saber: si la misma terminología en ambos casos -el de César y Jesús como seres divinos que se muestran como salvadores- se debe a un simple préstamo tomado por los cristianos, o si éstos conscientemente han contrapuesto la imagen de Jesús a la del César –indebidamente adorado según ellos- empleando las mismas palabras.

Estimo que es más probable esto último por las razones siguientes:

• Los cristianos se encuentran ya con una terminología previa, consolidada, extendida en el Oriente griego, donde ellos empiezan su labor misionera.

• Segundo, el cristianismo, cuando es perseguido, explicita esta oposición: sufrir “por el nombre” (de cristiano) significa políticamente negarse a aceptar la adoración del Emperador como persona divina. A la vez supone una afirmación expresa de esa divinidad respecto a Jesús. Por tanto, se está buscando una contraposición específica. El mensaje de salvación que se presenta como contraoferta es: el verdadero soter, salvador, es Jesús, y la verdadera “buena nueva”, euaggélion, es la noticia de la venida del reinado de Dios –no de césares humanos- traída por Jesús.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


Contraposición

Es terminología previa
Caractarística oponerse al culto al Emperador
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