Jesús como el "Hijo del Hombre" (VII)

Hoy escribe Antonio Piñero

Nuestra serie sobre Jesús como Hijo del Hombre va llegando a su fin.

Seguimos con los dos últimos pasos de nuestra reconstrucción hipotética de cómo la comunidad cristiana fue formando estas nociones cristológicas en torno a Jesús como Hijo del Hombre.

8. La confusión que actualmente percibimos en los Evangelios en torno a los significados de "El Hijo del Hombre" se origina cuando los evangelistas, bastantes años después de la muerte de Jesús, aplican a éste todos los dichos sobre el “Hijo del hombre” que circulan en los grupos cristianos –muchos de ellos proferidos por profetas cristianos en su nombre- como si hubieran sido pronunciados por Jesús acerca de sí mismo. El razonamiento era bastante sencillo: si Jesús, tras su resurrección es el "Hijo de hombre" que está al lado de Dios, también hubo de serlo en vida.

El principio es exactamente el mismo que opera en la mente de los autores de los Evangelios apócrifos: si Jesús fue un taumaturgo, hacedor de milagros, durante su vida adulta, también hubo de serlo desde niño = historias fantásticas de milagros de Jesús niño, narrados por ejemplo por el legendario evangelio de "Tomás filósofo israelita" (Pseudo Tomás).

9. Así fue como los reunió y mezcló el primer evangelista, Marcos, en su obra sin distinción alguna, y con éste los otros autores de evangelios que copiaron de él, como Lucas y Mateo. De este modo la expresión “Hijo de Hombre” pasó de ser una mera designación modesta de Jesús sobre sí mismo a convertirse en un título mesiánico “El Hijo del Hombre” con características especiales, las que le atribuye el Libro de Daniel: juez final de vivos y muertos.

Fue entonces, además, cuando se reinterpretaron los dichos del Jesús histórico que contenían esa expresión de tipo neutro y modesto con la que Jesús se designaba a veces a sí mismo, añadiéndosele -naturalmente también por obra de profetas cristianos- otros dichos nuevos que anunciaban –como si fuese profecías anteriores- lo que ya era sabido: la muerte y resurrección. Los evangelios sinópticos no hacen distinción alguna entre las tres clases de dichos sobre el Hijo del Hombre que distinguimos más arriba (los símbolos de modestia; los que tratan de la pasión y resurrección; los que hablan del juez final), y el lector sencillo tampoco, adscribiéndolos todos ellos al Jesús histórico.

¿Quién es entonces el “Hijo del Hombre”?

Esta hipótesis compleja que acabamos de exponer, compuesta de varios pasos con más o menos variantes, es bastante normal entre los investigadores independientes de la vida de Jesús. Las distinciones entre los dichos sobre el “Hijo del hombre” y los juicios históricos sobre ellos, tan contrarios a lo que se deduce de una mera lectura de los Evangelios, son pues un producto de la crítica. Ahora bien, si -según estos análisis- el sujeto de la “segunda venida” no es Jesús, ni él lo pensaba así, sino que era probablemente un personaje diferente a él…, ¿cuál era éste?

En realidad no lo sabemos con toda exactitud, porque aquí la tradición sobre el pensamiento al respecto del Jesús de la historia está indisolublemente mezclado en los Evangelios con la interpretación sobre su misión realizada por sus discípulos tras los acontecimientos de Pascua, comenzando por la creencia firme en su resurrección por obra de Dios. Las respuestas habría que buscarlas a priori en textos judíos de la época, que se suponen muestran concepciones relativamente parecidas.

Pero ahí varían las opiniones, porque los libros judíos -más o menos contemporáneos de los Evangelios- que albergan creencias similares, el Apocalipsis de Baruc, el Libro IV de Esdras, el Libro de las Parábolas de Henoc, y un par de siglos antes, el Libro de Daniel, no tienen una posición unánime.

1. En el Libro de Daniel es una figura semihumana, muy difícil de concretar.

2. En el Apocalipsis siríaco de Baruc parece ser el mismo mesías (davídico y guerrero) que instaura el primer Reino de dios, que dura 400 años.

3. En el Libro IV de Esdras parece ser el "Hombre que procede del mar" y que es ejecutor tanto del Reino de dios sobre la tierra, como del reino definitivo de Dios.

4. En el Libro de las Parábolas de Henoc, es este personaje ya emidivinizado (como un ángel) que se convierte en agente de la divinidad para todos estos asuntos humanos relacionados con el Reino de Dios. Este personaje preexiste delante de Dios y parece no se habría de ocuparse propiamente del reino de Dios en la tierra, sino sólo del estricto Juicio final.

El próximo día, a tenor de algunos comentarios expresados por los lectores, expondré la razón básica de por qué es necesario formular estas hipótesis y por qué no nos parece que podemos aceptar sin más lo que sería más sencillo -como se ha dicho-, a saber: aceptar sin más lo que los Evangelistas dicen.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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