La plegaria. La magia en el Antiguo Testamento (III)

Hoy escribe Antonio Piñero

Restos de magia en el Antiguo Testamento

Describimos ahora los actos y ritos en los que se trasluce una firme creencia en poderes naturales que actúan por su propia virtud afectando al mundo sobrenatural. Trataremos así, sucintamente, diversos aspectos de la religión israelita antigua como la oración, los sacrificios, los ritos apotropaicos, es decir de rechazo o defensa de peligros (en griego apó = "de" y tropé = "vuelta": acción de hcer dar la espalda al enemigo), la invocación de los muertos, las virtudes de los cabellos y vestidos, el poder de la palabra, de la bendición y maldición, el profetismo, la contraposición entre lo santo y lo profano, y ciertos tipos de milagros.

La oración

Un acto tan aparentemente espiritualista como la oración presenta huellas en Israel de elementos mágicos primitivos. Así, mientras se oraba se acostumbraba a veces a rozar con los labios o con las manos la imagen o el símbolo de la divinidad. Leemos en Os 13, 2:

“Y todavía continúan pecando: se han hecho imágenes fundidas, con su plata, ídolos de su invención: ¡obra de artesanos todo ello! ¡Con ellos hablan los que sacrifican hombres que envían besos a becerros!”.


Con ello se pretendía como efecto inmediato el aplacarla casi mecánicamente. El ósculo era como un signo de veneración religiosa. Algunos ejemplos:

· 1 Re 19,18: "Me reservaré siete mil en Israel; todas las rodilla que no se doblaron ante Baal y todas las bocas que no lo besaron";

· Indirectamente en Job 31,27: "¿Acaso al ver el sol... mi corazón en secreto se dejó seducir y a mi mano besaba mi boca?".

· En épocas de angustia el pueblo se dirige a las imágenes que representan a Yahvé, según el modelo de la religión cananea: Ex 32,4ss: el becerro de oro.Digamos también de paso que Oseas critica sarcásticamente una religiosidad popular apegada a símbolos, especialmente a las imágenes. Un ejemplo de esta crítica en los salmos es Sal 106,20: "Y cambiaron su gloria por la imagen de un buey que come heno").

Igualmente, en los albores de la religión hebrea al menos, la costumbre de levantar las manos mientras se formulaban las plegarias conllevaba un especial poder de impetración que obligaba a más a la divinidad. Esto aparece claramente en la batalla de Israel contra los amalecitas que describe Ex 17,11ss:

"Y sucedió que mientras Moisés mantenía alzadas las manos prevalecía Israel, pero cuando las bajaba, vencía Amalec. Se le cansaron las manos a Moisés y entonces tomaron una piedra y se la pusieron debajo. Aarón y Jur le sostenían las manos... hasta la puesta del sol, y (así) Josué derrotó a Amalec y a su pueblo a filo de espada".


Ciertamente, la posición extendida de las manos es propia de un suplicante, pero Yahvé sabía de sobra que Moisés seguía rogando por la victoria aunque bajara los brazos. La divinidad aparece en el texto como condicionada por el gesto mágico, puesto que cuando éste deja de ejecutarse, la divinidad no ayuda en la batalla. La extensión de las manos logra un efecto mágico casi impersonal, como si una fuerza descendiera directamente de Dios a los israelitas recogida a través de los brazos extendidos de Moisés.

Esta interpretación aparece especialmente destacada por el célebre exegeta Martin Noth, en el un volumen de la fundamental serie Handbuch zun Alten Testament ("Manual de acompañamiento al AT"), comentando este pasaje, p. 142. Noth compara esta acción mágica con la de extender un dardo contra la ciudad enemiga Ay, para lograr así tomar la ciudad. Die así Jos 8,18-19:

“Yahvé dijo entonces a Josué: «Tiende hacia Ay el dardo que tienes en tu mano porque en tu mano te la entrego» Josué tendió el dardo que tenía en la mano hacia la ciudad. Tan pronto como extendió la mano, los emboscados surgieron rápidamente de su puesto, corrieron y entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y a toda prisa la incendiaron”.


Comentaremos este pasaje también en otro momento.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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