Los amuletos. Magia en el Antiguo Testamento (X)

Hoy escribe Antonio Piñero


Los amuletos gozaban de gran aceptación entre el pueblo sencillo del Israel antiguo. Éste admitía sin más discusión -a pesar de su monoteísmo oficial (¿?)- la existencia de otros dioses de menor poder, al lado de Yahvé. Este hecho parece confirmarse por el tenor de diversoslos textos.

· Jueces 11,23-24: Dice Jefté a Sijón, rey de Jesbón (que no quería dejar pasar por su territorio a las tropas de Israel, plantó batalla y fue derrotado):

"Con que Yahvé, Dios de Israel, ha desposeído a los amorreos en favor de su pueblo, Israel, y ¿tú le vas a desposeer a él? ¿No tienes ya lo que tu dios, Kemós, ha quitado a sus poseedores. Igualmente, nosotros tenemos lo que Yahvé, nuestro Dios, nos ha dado en posesión".


En realidad Sijón era un ammonita y su dios era Milkón. Kemós era el dios de los moabitas (1 Re 11,33; Nm 21,29), situados inmediatamente al lado (cf. v. 18). Pero este error no importa para el argumento. Kemós es a Moab lo que Yahvé a Israel. Jefté acepta una norma del derecho internacional de entonces; un pueblo conquista una zona porque su dios es más potente, o el otro dios, por enfado, lo permite. Los amorreos expulsaron y conquistaron lo que Kemós (Milkón) les otorgó. Jefté acepta la existencia y el poder de Kemós (Milkón).

· 2 Reyes 3,27:

“Tomó entonces a su primogénito, el que había de reinar en su lugar, y lo alzó en holocausto sobre la muralla, y hubo gran cólera contra los israelitas, que se alejaron de allí volviendo al país”.


Suelen entender los comentaristas que el redactor hebreo elimina del texto una alusión clara al éxito del dios de Moab, Kemós, sobre la divinidad adversaria en este momento, Yahvé. La "cólera" pudo ser una epidemia o algo similar. El rey moabita, Mesa, venció y erigió una estela, cuya inscripción se ha conservado hasta hoy ("Estela de Mesa").

· 1 Samuel 26,19: "Que vaya a servir a otros dioses..."

· Éxodo l5,l1: "¿Quién como tú, Yahvé, entre los dioses?".

· Salmo 82,1: “Está Dios en el consejo divino; en medio de los dioses juzga…”; Sal 89,7-8: “Porque ¿quién en las nubes es comparable a Yahvé, quién a Yahvé se iguala entre los hijos de los dioses? Dios temible en el consejo de los santos, grande y terrible para toda su corte (los otros dioses)”; Sal 95,3 “Porque es Yahvé un Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses”

El transfondo de estos pasajes parecer ser: el gran El, dios jefe del panteón cananeo, fue depuesto por Yahvé, "gran rey sobre otros dioses".

El politeísmo práctico de los israelitas condujo al uso de amuletos entre el pueblo para honrar, o protegerse, de tales dioses inferiores. Así, Raquel, la segunda mujer de Jacob, se llevó de casa de su padre los idolillos domésticos, o terafim, para que le sirvieran de amuleto (Gn 31,19).

Estos amuletos muchas veces en forma humana (1 Sam 19,13.16), utilizados como protección o como medio de adivinación (Ez 21,26; Zac 10,2). Para Labán eran "sus dioses" (v. 30). Según los comentaristas, lo importante era que la posesión de esas figurillas otorgaban el derecho a tener parte de la herencia que ellos protegían.

Los dioses domésticos aparecen en múltiples religiones. Para el mundo de la antigüedad grecorromana es clásico el caso de Eneas que lleva consigo los Penates de Troya (Virgilio, Eneida 2,293ss; 3,148ss). Los terafim garantizaban la bendición de la familia y de los rebaños. La posesión de la imagen obliga a la divinidad. Los terafim debían ser comunes en el antiguo Israel. Pero el relato no relaciona a Jacob con ellos, sino a un arameo, Labán. En el Génesis no aparece la protesta profética contra los terafim (1 Sam 15,23; 2 Re 23,24), aunque el narrador se siente ajeno a ellos.

La diosa Aserá

Las mujeres israelitas daban culto en secreto a la diosa siria de la fecundidad, Aserá, idéntica a la babilónica Istar, para favorecer los embarazos y partos. Además, y también con ritos relacionados con la fecundidad, hubo hasta hieródulas ("prostitutas sagradas": para la institución, véase Heródoto, Historias I 199) en el templo de Jerusalén: 1 Reyes 15,12 (el rey Asá de Judá tenía una abuela, Maacá, que era "Gran Dama" [sacerdotisa] de Aserá)por efecto de su actividad anterior, al parecer; 22,47. Cf. Dt 23,18 (también hieródulos), y Amós 2,7.

En las excavaciones en Palestina se han encontrado innumerables estatuillas de esa diosa desnuda que dan fe de esta adoración. Para el reinado de Manasés de Judá 2 Reyes 21,5ss:

"Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los patios de la casa de Yahvé. Hizo pasar a su hijo por el fuego; practicó los presagios y los augurios, hizo traer a adivinos y nigromantes haciendo mucho mal a los ojos de Yahvé y provocando su cólera. Colocó el ídolo de Aserá que había fabricado en la Casa (de Yahvé)".


Los portavoces de la religión oficial, sin embargo, lucharon siempre contra este culto, promoviendo o alabando su abolición: véase 1 Re 14,24: ritos de fecundidad heredados de la religión de Canaán; 15,12.23; 2 Re 13,6 [el cronista se lamenta de la persistencia del cipo en honor de la diosa de la fecundidad]; 17,10; en general: Ex 34,13; Dt 7,5; 12,3.


Magia homeopática

El texto fundamental es del de Génesis 30,25-43, que requiere poco comentario:

Cuando Raquel hubo dado a luz a José, dijo Jacob a Labán: «Déjame que me vaya a mi lugar y a mi tierra. Dame a mis mujeres y a mis hijos por quienes te he servido, para que me vaya; pues bien sabes bajo qué condiciones te he servido.» Díjole Labán: «¡Si en algo me estimas!... Yo estaba bajo un maleficio, pero Yahvé me ha bendecido gracias a ti.» Y agregó: «Fíjame tu paga, y te la daré.» Respondióle: «Tu sabes cómo te he servido, y cómo le fue a tu ganado conmigo: bien poca cosa tenías antes de venir yo, pero ya se ha multiplicado muchísimo, y Yahvé te ha bendecido a mi llegada. Pues bien: ¿cuándo voy a hacer yo también algo por mi casa?» Dijo Labán: «¿Qué he de darte?»
Respondió Jacob: «No me des nada. Si haces por mí esta, volveré a apacentar tu rebaño. Fíjate bien: Voy a desfilar hoy con todo tu rebaño. Aparta toda oveja negra y las cabras pintas y manchadas, y eso será mi paga, y la garantía de mi honradez el día de mañana. Cuando te presente a controlar mi paga, todo lo que no fuere pinto y manchado entre las cabras y negro entre los corderos, será lo que he robado.» Dijo Labán: «Bien, sea como dices.»
Y aquel mismo día apartó los machos cabríos listados y manchados, todo lo que tenía en sí algo de blanco, así como todo lo negro entre las ovejas, y lo confió a sus hijos, interponiendo tres jornadas de camino entre él y Jacob. Este último apacentaba el resto del rebaño de Labán. Entonces Jacob se procuró unas vares verdes de álamo, de almendro y de plátano, y labró en ellas unas muescas blancas, dejando al descubierto lo blanco de las varas, e hincó las varas así labradas en las pilas o abrevaderos a donde venían las reses a beber, justo delante de las reses, con lo que éstas se calentaban al acercarse a beber. O sea, que se calentaban a la vista de las varas, y así parían crías listadas, pintas o manchadas. Luego separó Jacob los machos, echándolos a lo listado y negro que ahora había en el rebaño de Labán, y así se fue formando unos hatajos propios, que no mezclaba con el rebaño de Labán. Además, siempre que se calentaban las reses vigorosas, poníales Jacob las varas ante los ojos en las pilas, para que se calentaran bajo el influjo de las varas; mas cuando el ganado estaba débil, no las ponía de modo que las crías débiles eran para Labán, y las vigorosas para Jacob. Así que éste medró muchísimo, y llegó a tener rebaños numerosos, y siervas y siervos y camellos y asnos.


Quizá sea éste uno de los textos más claros de una concepción netamente mágica.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Volver arriba