Ediciones y Características (1). Las versiones latinas de la Biblia (III).

Hoy escribe Antonio Piñero

La ediciones de la Vetus Latina

El famoso sacerdote oratoriano Richard Simon, en su Historia crítica de las versiones del Nuevo Testamento, publicada en Rotterdam en 1690, llamó ya la atención sobre la importancia de las lecturas antiguas que había en ciertos manuscritos anteriores a la Vulgata de san Jerónimo, pero hasta mediados del siglo siguiente no apareció una edición de los restos más importantes, titulada Bibliorum sacrorum latine versiones antiquae seu Vetus Italica (“Versiones antiguas en latín de los libros sagrados o [Versión] itálica antigua”) en 3 volúmenes.

La importancia de esta edición era muy notable porque recogía al lado del texto de los manuscritos de la Vetus las citas de los Padres que contenían lecturas latinas más antiguas que las de la Vulgata.

En el siglo pasado se intentó reconstruir la Vetus Latina completa en dos grandes ediciones. La primera, de Adolf Jülicher, que ha seguido editándose hasta el momento -en lo que respecta al Nuevo Testamento- por la “Comisión de estudio de los Padres de la Iglesia” de la Academia de Ciencias de Berlín.

La segunda, en la Abadía de Beuron, comenzada bajo la dirección de Bonifatius Fischer, sigue aún en curso, desde 1949, y tendrá unos cuarenta volúmenes.

Existen también ediciones de manuscritos aislados y estudios, tanto en la Políglota Matritense, actualmente en marcha en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), comenzada por Teófilo Ayuso Marazuela, como en Oxford, Roma y Friburgo.


Características de la Vetus Latina. A. La pluralidad textual

El texto de la Vetus Latina no es unitario, sino variado y plural. Parece ser que la necesidad de una versión latina de las Escrituras llevó a que se generaran múltiples intentos de llenar esta laguna por diversos traductores. Esto generó naturalmente una pluralidad textual.

Un célebre pasaje de san Agustín en el De doctrina christiana (II 16) nos dice:

"Aquellos que tradujeron las Escrituras del hebreo al griego pueden contarse, pero los traductores latinos [del griego al latín] son innumerables. En los primeros días de la fe aquellos que tenían un manuscrito del Nuevo Testamento y se imaginaban que poseían una cierta facilidad en ambas lenguas (latín y griego), hacían una traducción".


A la más antigua de estas versiones el mismo san Agustín la denomina como Ítala (ibid. II 21-22). En general se suele creer que bajo esa denominación san Agustín se refiere a una versión de la Biblia de la diócesis política de Italia, que por aquel entonces se centraba en torno a Milán, mientras que otros opinan que el santo se refiere a una versión variante de la Vulgata.

De cualquier modo, a tenor de lo dicho, tenemos que afirmar que la multiplicidad de textos o de tipos textuales fue una característica específica de estas versiones latinas. Las primeras traducciones no derivan de un arquetipo común, sino que fueron múltiples en sus orígenes. Sin embargo, hay ciertos hechos misteriosos que han impulsado a creer que quizás hubiera una primera versión que sirvió de modelo a todas las posteriores. Así, por ejemplo, llama la atención que las variantes textuales de la Vetus Latina coincidan por lo general con lo que se ha llamado "texto occidental" del Nuevo Testamento y con las lecturas peculiares de la Vetus Syra o antigua versión siríaca. De esto volveremos a hablar.

Un paréntesis es aquí necesario para explicar brevemente qué es esto de los diferentes tipos textuales de la Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento (pido disculpas a muchos de los lectores que son muy entendidos, por lo elemental de esta exposición). El punto de partida aún hoy para todo estudio sobre el texto del Nuevo Testamento siguen siendo los postulados de la edición de Wescott-Hort de finales del siglo XIX. Después de concienzudos estudios, estos editores dividieron el gran número de testigos del Nuevo Testamento en tres grupos textuales:

1) el bizantino o "sirio", texto eclesiástico corregido tanto estilísticamente como en el contenido, representa¬do por la mayoría de los manuscritos, sobre todos los copiados no enj mayúsculas, sino en letra cursiva;

2) el "occidental", imperante en norte de África, Asia Menor y en las Galias, representado por el códice de Beza y las versiones latinas y sirias;

3) el alejandrino, abanderado por el manuscrito B (Vaticanus) y los papiros P66 y P75.

Desde Wescott-Horst hasta hoy día ha cambiado muchísimo la crítica textual. En primer lugar porque se han “colacionado” –leído y transcrito- prácticamente todos los manuscritos disponibles y se han organizado por familias y se han pasado a computador sus variantes. Segundo porque sobre todo en el ámbito del Nuevo Testamento numerosos estudios –entre los que destacan los de Josep Rius-Camps- intentan dar todo el valor que se merece al Códice Beza (máximorepresentante del llamado texto "occidnetal") y, tercero, porque de hecho el texto que hoy se imprime del Nuevo Testamento es “ecléctico”, es decir se estudian las variantes una a una sin seguir esclavamente ningún manuscrito determinado.

Sin embargo se suele admitir hoy que -desde el punto de vista de la reconstrucción del original perdido de la Biblia, sobre todo del Nuevo Testamento- debemos seguir otorgando la primacía al texto más neutro (egipcio o alejandrino), ya que en aquella ciudad se habría conservado mejor el original gracias a su muy antigua y excelente tradición filológica.

Pero, a la vez, existe una fuerte tendencia hoy entre diversos críticos, sobre todo norteamericanos, a tomar como texto base del Nuevo Testamento no esta recensión alejandrina, sino el texto de la mayoría de los manuscritos ("The Majority Text") que suele coincidir con el .

Seguiremos el próximo día tras este paréntesis. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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