Textos maniqueos: primera edición en castellano

Hoy escribe Fernando Bermejo

Antes de retomar el hilo del discurso que dejamos en julio, me complace saludar de nuevo a los lectores, así como comunicarles la aparición de la primera edición en castellano de los Textos maniqueos, que hace ya tiempo había sido anunciada en este blog.

Si a un grupo de personas cultas se le preguntara cuáles han sido los principales descubrimientos de manuscritos que se han producido en el s. XX en el ámbito de la historia de las religiones, todas ellas coincidirían sin duda en mencionar los de Qumrán, también conocidos como “los manuscritos del Mar Muerto”. Algunas añadirían quizás la biblioteca copta de Nag Hammadi. Pero sólo si entre ellas hubiera un especialista o alguien particularmente bien informado podría esperarse que se refiriese a los hallazgos de literatura maniquea.

Y, sin embargo, tales significativos hallazgos se han prolongado desde principios hasta finales del s. XX, en áreas tan alejadas como Turfán y Dunhuang (Asia Central y China), oasis del Fayum (Egipto) o Tebessa (Argelia). Pocos saben que los descubrimientos de textos maniqueos comenzaron hacia 1900, menos aún que otros han tenido lugar en el oasis de Dahkleh (Egipto) desde 1991. Muy pocos, que todos esos textos están escritos en una decena de lenguas diferentes, que van desde el turco antiguo (uigur) hasta el persa medio, pasando por el copto, el latín o el griego. Así pues, el hallazgo de textos maniqueos originales ha resultado, en diversos aspectos, sensacional.

El desconocimiento de esta religión resulta hasta cierto punto comprensible. En parte, puede ser debido a la propia complejidad del tema; en parte, al hecho de que en la tradición occidental el maniqueísmo ha sido secularmente caricaturizado y denostado. Pero resulta tanto más llamativo habida cuenta de la importancia histórica de un fenómeno que –nacido en la Mesopotamia sometida al dominio persa sasánida- se expandió por Occidente hasta Hispania y el norte de África, y por Oriente hasta Asia Central y China, donde sobrevivirían reductos de fieles hasta el s. XVII. La potencia mitopoiética del radical dualismo maniqueo es innegable, habiendo atraído a mentes tan despiertas y exigentes como la de Agustín de Hipona, que fue maniqueo durante casi una década.

Intentar paliar el desconocimiento de este fenómeno es la modesta pretensión de los diversos autores del volumen El maniqueísmo. Textos y fuentes, que acaba de ser publicado por la editorial Trotta. Este volumen, del que son editores literarios el autor de estas líneas y José Montserrat Torrents, es una obra colectiva en la que se traducen, por primera vez al castellano, muchos textos relevantes para el estudio del maniqueísmo. Téngase en cuenta que, con excepción de la carta que un auditor maniqueo de nombre Secundino dirigió a Agustín, los textos maniqueos no habían sido traducidos a nuestra lengua.

El volumen recoge, por una parte, fuentes maniqueas originales: escritos de Mani (fragmentarios), fuentes griegas (entre ellas, el Códice Maniqueo de Colonia, adquirido en 1969 por la Universidad de esta ciudad alemana), fuentes coptas (Homilías, Kephalaia, Salmos), fuentes latinas (Códice de Tebessa), fuentes iranias (en parto, persa medio y sogdiano) y chinas (Tratado Chavannes – Pelliot). Por otra parte, se traducen también interesantes fuentes de autores no maniqueos, que son indispensables para adquirir una perspectiva crítica sobre el maniqueísmo; en particular, nos referimos a obras procedentes de filosófos paganos (neoplatónicos), heresiólogos cristianos y doxólogos musulmanes.

Todos los textos van acompañados de introducciones y notas (en ocasiones, muy abundantes), con el objeto de facilitar su comprensión. El volumen se completa con índices onomástico, de textos y de materias. Los autores esperamos haber realizado, de este modo, una pequeña contribución al desarrollo de la disciplina de la historia de las religiones en España y confiamos en atraer la atención del público culto a uno de los fenómenos más complejos, pero también más apasionantes, en este ámbito, del que no existe tradición de estudio en nuestro país. Y, desde luego, agradeceremos cualquier crítica constructiva que la perspicacia y la amabilidad de los lectores tengan a bien depararnos.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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