Invocación a los muertos. Magia en el Antiguo Testamento (XI)

Hoy escribe Antonio Piñero


La invocación a los muertos, o nigromancia (deformación popular a partir del griego necrós, "muerto" y mantía "adivinación" = necromancía), era una práctica también habitual en Israel. Véanse los siguientes pasajes (citados ya en otras “postales” bajo otras rúbricas)

· 2 Reyes 21,6: El rey Manasés “se dio a la observación de nubes y de las serpientes para obtener pronósticos e instituyó evocadores de los espíritus (de los muertos) y adivinadores del provenir…”

· Isaías 8,19: “Y todavía os dirán -ciertas gentes de Israel-: Consultad a los evocadores (de espíritus) y adivinos”

· Isaías 29,4: “Tu voz será como espectro de la tierra…”

· Isaías 65,4: “Pueblo... que va a sentarse en tumbas y en los antros hacen noche”.


La persistencia en el pueblo de semejantes prácticas, a pesar de las severas prohibiciones, da una idea del arraigo de las creencias en la nigromancia.

El caso más sonado de nigromancia en el antiguo Testamento es el de Saúl, enfrentado a una guerra contra los filisteos (1 Samuel 28,3-25). 1 Crónicas 10,13 considera este hecho como uno de los peores crímenes del monarca: "Saúl murió a causa de la infidelidad que había cometido contra Yahvé... y también por haber consultado e interrogado a una nigromante" (1 Samuel 28,6 ofrece un pequeño catálogo de medios adivinatorios permitidos: "ensueños, urim, suertes y profetas", legales;la nigromancia queda excluida).

Cumpliendo con la tradición legal, Saúl había expulsado del país a nigromantes y adivinos. Pero cuando vio que Yahvé no respondía a sus consultas antes de una batalla, no dudó un momento en dirigirse a una nigromante, quien evocó para él al espíritu del ya difunto Samuel.

El narrador del Libro 1º de los Reyes nos describe la escena con absoluta ingenuidad y participa de lleno también él en la creencia de que ciertos muertos -que tienen ya acceso a los planes divinos, y, por tanto, son capaces de predecir el futuro- pueden evocarse en pro de los vivos: el narrador no pone en solfa el poder de la nigromante. Es más: gracias a esa evocación, Yahvé profetiza a Saúl por medio del difunto la derrota que va a padecer al día siguiente. El difunto podía hacerse oír desde el suelo (Is 29,4: "Tu voz será como un espectro de la tierra") o a través de un medium (hebreo yidde' onîm), como en este caso; entonces se creía generalmente que el espíritu penetraba en la mujer.

El texto hebreo dice en el v. 13: "He visto a un dios (o un ángel, en todo caso un ser superior: elohim) subiendo de la tierra", lo que deja traslucir también que la veneración de los difuntos, como dioses manes, familiares, debió de sobrevivir en Israel hasta tarde.

La Ley, por su parte atacaba y prohibía tales prácticas:

· Levítico 19,31: “No acudáis a los que evocan a los muertos…”;

· Levítico 20,6.27: “Si alguno acudiere a los que invocan a los muertos… lo exterminaré… será muerto, lapidado; caiga sobre él su sangre”;

· Deuteronomio 18,11: “No imites las abominaciones de esas naciones… ni haya en medio de ti quien consulte… a espíritus…”).


Este último pasaje contrapone la adivinación ilegal al profetismo de Israel (18,15), como algo exclusivo y santo de este pueblo, fundado en el acto del Sinaí (vv. 15-18).

Es particularmente interesante el mencionado texto del texto de Levítico 20,27, que dice: "El hombre o la mujer en el que haya espíritu de nigromante o adivino morirá sin remedio". Los Setenta traducen el vocablo hebreo obot, "nuestros aparecidos" por el griego enggastrímythos, que quiere decir "ventrílocuo" (literalmente: “el que habla [de la raíz myt-, de donde viene mythos = "mito": “narración hablada sobre los dioses”] en el vientre, gastér, de donde nuestra “gastritis”) dando a entender así su pensamiento: los espíritus penetraban en el vientre del medium y desde allí bisbiseaban.

En otros casos se trataba de una incubatio, es decir, pasar la noche al lado de las tumbas para ser instruidos por los espíritus, como insinúa un pasaje de Isaías 65,4 citado arriba, que lo critica y prohíbe: "Pueblo... que va a sentarse en tumbas y en los antros hacen noche".

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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