San Jerónimo ¿autor de toda la Vulgata? Las versiones latinas de la Biblia (VIII)

Hoy escribe Antonio Piñero

Dos –casi tres- son principalmente las temas que conciernen a la labor de san Jerónimo como revisor y traductor, ed como productor de la Vulgata a partir de la Vetus Latina:

A) ¿Qué tipo de texto de la Vetus Latina utilizó como base? Y dentro de ella: ¿Podemos identificar los manuscritos o familias de manuscritos griegos que utilizó para su corrección?

B) Dentro específicamente del Nuevo Testamento, ¿cuánto trabajo realizó san Jerónimo directamente?

A) Respecto a la primera parte de la primera cuestión las respuestas varían según los estudiosos. El sistema para detectar el tipo de texto base latino antiguo consiste en controlar las concomitancias de sus citas bíblicas antes de terminar su tarea de revisión con un manuscrito determinado, o ver en qué proporción unas ciertas lecturas de un manuscrito o familia de manuscritos se mantienen como predomi¬nantes dentro de la Vulgata.

En general casi nadie se atreve a afirmar tajantemente qué tipo textual tuvo delante de sus ojos san Jerónimo, quizá porque usó diversos manuscritos. Unos investigadores opinan que Jerónimo se atenía a un texto bastante correcto del tipo "neutral" o "alejandrino", y otros que se trataba de un texto tipo koiné o bizantino, es decir, lo opuesto. Esta última opinión es la menos defendida, prevaleciendo la sentencia que defiende un tipo B, Vaticano (egipcio), o A, alejandrino.

Más bien se intenta responder a la segunda parte de la cuestión (el manuscrito o manuscritos que utilizó como base para su corrección). De este modo se han llegado a señalar como textos básicos de la Vetus Latina más que tipos, ciertos manuscritos como el Codex Brixianus (Wordsworth - White) o el Vercellensis (Souter) o un conjunto de cinco manuscritos (Vogels).

Mi opinión es que esta pregunta no tiene una respuesta segura y que difícilmente la tendrá.


B)La segunda cuestión (cuánto y cómo trabajó en realidad san Jerónimo) es también muy debatida.

Respecto al Antiguo Testamento hay menos discusiones. La revisión de san Jerónimo en primer lugar se orientó a controlar la edición del Padre de la Iglesia Orígenes de Crónicas, Job, Proverbios, Cantar de los Cantares, Eclesiastés, el Salterio. Luego tradujo directamente del hebreo el resto del Antiguo Testamento, excluyendo, como no canónicos, los libros griegos de Macabeos, Eclesiástico y Sabiduría.

Respecto al Nuevo Testamento, por una parte, se halla la opinión tradicional que mantiene que san Jerónimo terminó la revisión de los cuatro evangelios en el 384 y luego trabajó de modo muy rápido el resto del texto del Nuevo Testamento, y que lo hizo entero.

Y, por otro lado, encontramos opiniones más contundentes que restringen la tarea de san Jerónimo en el Nuevo Testamento sólo a los cuatro evangelios, pues su interés -argumentan- por la llamada Hebraica veritas (“la verdad hebrea”), es decir por el texto hebreo del Antiguo Testamento, le exigió todos sus esfuerzos. Se ha mantenido incluso que todo el texto de las epístolas paulinas fue reelaborado por Pelagio.

Una opinión también común es que el texto de san Pablo en la Vulgata no es propiamente de san Jerónimo sino de autor desconocido, probablemente un colaborador de san Jerónimo y que ese mismo hombre se encargó también del texto de las epístolas católicas y probablemente de Hechos y del Apocalipsis, utilizando como base un texto griego de tipo alejandrino, no occidental, ni koiné.

El argumento principal para defender la unicidad de revisor estriba en que la Vulgata del Nuevo Testamento es suficientemente homogénea y sistemática como para suponer demasiadas manos, razón que invocan también los defensores de la opinión tradicional para postular que todo el Nuevo Testamento procede de san Jerónimo. Así pues, nada sabemos con exactitud.

Vogels, un investigador que hemos citado anteriormente en A) opina que en su revisión de los cuatro evangelios san Jerónimo llegó a modificar unas 3.500 lecturas. En general Jerónimo no toca demasiado el texto que tiene ante sus ojos; introduce sólo unas pocas palabras nuevas -muchas veces sin absoluta consistencia, es decir, no siempre del mismo modo: por ejemplo para traducir arxiereús (“sumo sacerdote”) unas veces emplea princeps sacerdotum, otras summus sacerdos y otras, pontifex-, y no corrige la sintaxis de su manuscrito básico si ésta no es bárbara en extremo o no se aparta demasiado del texto griego. Como los manuscritos griegos y latinos que Jerónimo tenía delante son más antiguos que muchos de los que hoy poseemos, las lecturas por él escogidas, sobre todo en los Evangelios y el Salterio, son muy tenidas en cuenta en las tareas de crítica textual del Nuevo Testamento, es decir, en la labor de reconstruir el texto más primitivo posible.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero
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