Jesús como hijo real de Dios (III)
Hoy escribe Antonio Piñero
Hemos afirmado ya que en esta serie no tratamos en sí misma de la teología sobre Jesús de los primeros cristianos, que está bastante clara y que así se manifiesta en el Nuevo Testamento, sino si el Jesús que podemos reconstruir como histórico se tomó a sí mismo como Dios. Ya hemos respondido en parte basándonos en la ausencia de palabras auténticas de Jesús de Nazaret al respecto. Ahora nos toca examinar si las presentaciones de este Jesús por parte de los Evangelistas (escenas, narraciones, palabras puestas en su boca…, etc.) nos llevan o no necesariamente a concluir que el Nazareno –aunque nunca lo dijera expresamente- se consideró, sin embargo, hijo óntico, real, de Dios.
Las fuentes de las que disponemos para responder a esta pregunta se ciñen a los tres evangelios sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas. El Cuarto Evangelio, el de Juan, no puede entrar en consideración para este propósito, ya que este evangelista reelabora y reinterpreta de tal modo la tradición sobre Jesús, y ofrece una visión de él tan personal, tan “teologizada”, que no vale como fuente histórica para lo que aquí tratamos. Su cristología, muy elevada, me parece que es tardía y que corresponde a un estadio bien evolucionado de la teología/cristología cristiana
Me parece que es aceptado casi comúnmente, incluso por exegetas católicos, que la mayoría de las palabras –en especial de los grandes monólogos-discurso- puestas por el autor del Cuarto Evangelio en boca de Jesús no proceden de él, sino del evangelista, que expresa así cómo él y su grupo entendían la figura y misión de Jesús. Y en concreto –esa es la sensación que obtiene el lector- en algunos casos parece corregir expresamente el punto de vista de sus antecesores, sin desmentirla expresamente, afirmando implícitamente que él ofrece la visión más profunda, correcta, certera del Salvador. Y en esta visión más profunda es donde se muestra más claramente la divinidad de Jesús que en los Sinópticos puede quedar más difuminada.
Como el cuarto evangelista no es normalmente amigo de señalar “errores” de perspectiva de sus otros colegas, los Sinópticos, es digno de mención al menos un caso en el que el autor el Cuarto Evangelio corrige expresamente la opinión anterior: en Jn 2,18-21 encontramos:
Esta sentencia es una referencia indudable a la tradición recogida en Mc 14,58; 15,29-30 par., pero reinterpretada alegóricamente por el Evangelista: nadie había caído en la cuenta hasta él que Jesús estaba ¡hablando en realidad de su propio cuerpo, como incluso superior al Templo! Por tanto estaba hablando una persona divina.
Esta postura de exclusión del Cuarto Evangelio en nuestra presente tarea no es exagerada. Cito una líneas de la introducción del libro ya mencionado, El Dios de Jesús, de Jacques Schlosser, sacerdote católico y en otro tiempo presidente de la Asociación católica bíblica francesa:
Creo que lo expuesto aquí es preparación suficiente para que el próximo día comencemos directamente con la respuesta a las dos preguntas formuladas en la postal primera de esta miniserie.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Una notificación importante para los interesados en el tema Gnosis / Gnosticismo /Cristianismo primitivo:
Se va a celebrar en Oporto un congreso coloquio sobre este tema los días 13-14-15 de noviembre. Quizá haya lectores interesados ene el tema, sobre todo de Galicia que está tan cerca. Información con horario y progrma completo en
http://gnoseegnosticismo.blogspot.com
De nuevo, saludos.
Hemos afirmado ya que en esta serie no tratamos en sí misma de la teología sobre Jesús de los primeros cristianos, que está bastante clara y que así se manifiesta en el Nuevo Testamento, sino si el Jesús que podemos reconstruir como histórico se tomó a sí mismo como Dios. Ya hemos respondido en parte basándonos en la ausencia de palabras auténticas de Jesús de Nazaret al respecto. Ahora nos toca examinar si las presentaciones de este Jesús por parte de los Evangelistas (escenas, narraciones, palabras puestas en su boca…, etc.) nos llevan o no necesariamente a concluir que el Nazareno –aunque nunca lo dijera expresamente- se consideró, sin embargo, hijo óntico, real, de Dios.
Las fuentes de las que disponemos para responder a esta pregunta se ciñen a los tres evangelios sinópticos: Marcos, Mateo y Lucas. El Cuarto Evangelio, el de Juan, no puede entrar en consideración para este propósito, ya que este evangelista reelabora y reinterpreta de tal modo la tradición sobre Jesús, y ofrece una visión de él tan personal, tan “teologizada”, que no vale como fuente histórica para lo que aquí tratamos. Su cristología, muy elevada, me parece que es tardía y que corresponde a un estadio bien evolucionado de la teología/cristología cristiana
Me parece que es aceptado casi comúnmente, incluso por exegetas católicos, que la mayoría de las palabras –en especial de los grandes monólogos-discurso- puestas por el autor del Cuarto Evangelio en boca de Jesús no proceden de él, sino del evangelista, que expresa así cómo él y su grupo entendían la figura y misión de Jesús. Y en concreto –esa es la sensación que obtiene el lector- en algunos casos parece corregir expresamente el punto de vista de sus antecesores, sin desmentirla expresamente, afirmando implícitamente que él ofrece la visión más profunda, correcta, certera del Salvador. Y en esta visión más profunda es donde se muestra más claramente la divinidad de Jesús que en los Sinópticos puede quedar más difuminada.
Como el cuarto evangelista no es normalmente amigo de señalar “errores” de perspectiva de sus otros colegas, los Sinópticos, es digno de mención al menos un caso en el que el autor el Cuarto Evangelio corrige expresamente la opinión anterior: en Jn 2,18-21 encontramos:
Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.» Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del santuario de su cuerpo.
Esta sentencia es una referencia indudable a la tradición recogida en Mc 14,58; 15,29-30 par., pero reinterpretada alegóricamente por el Evangelista: nadie había caído en la cuenta hasta él que Jesús estaba ¡hablando en realidad de su propio cuerpo, como incluso superior al Templo! Por tanto estaba hablando una persona divina.
Esta postura de exclusión del Cuarto Evangelio en nuestra presente tarea no es exagerada. Cito una líneas de la introducción del libro ya mencionado, El Dios de Jesús, de Jacques Schlosser, sacerdote católico y en otro tiempo presidente de la Asociación católica bíblica francesa:
He centrado mi trabajo (para dibujar la imagen del Dios de Jesús) sobre los evangelios sinópticos y he dejado de lado el evangelio de Juan. Este último recoge cierto número de datos históricamente fiables, pero en el caso de las palabras de Jesús (lo que aquí nos interesa) la relectura johánica -salvo raras excepciones- me parece tan fuerte que no ofrece acceso seguro a la predicación de Jesús.
Creo que lo expuesto aquí es preparación suficiente para que el próximo día comencemos directamente con la respuesta a las dos preguntas formuladas en la postal primera de esta miniserie.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Una notificación importante para los interesados en el tema Gnosis / Gnosticismo /Cristianismo primitivo:
Se va a celebrar en Oporto un congreso coloquio sobre este tema los días 13-14-15 de noviembre. Quizá haya lectores interesados ene el tema, sobre todo de Galicia que está tan cerca. Información con horario y progrma completo en
http://gnoseegnosticismo.blogspot.com
De nuevo, saludos.
