Antijudaísmo cristiano. Algunas consideraciones elementales

Hoy escribe Fernando Bermejo

El antijudaísmo cristiano es un tema tan inagotable como inagotable es el afán de muchos por negar, sea su existencia, sea su relevancia y alcance. En su momento espero poder dedicar a esta cuestión una serie de posts, que –para desesperación de algunos– presumo larguísima. Entretanto –y antes de retornar en breve a la serie en la que andamos embarcados–, me limito hoy, atendiendo a la petición de algunos amables lectores, a un par de observaciones elementales; el próximo día proporcionaré una bibliografia mínima.

Ante todo, antijudaísmo (cristiano) no es lo mismo que antisemitismo (por cierto: un malentendido con uno de los bloggers hizo que en un primer momento este post se incluyera en la categoría “antisemitismo”; ahora ha sido convenientemente corregido). No voy a entrar hoy aquí en disquisiciones sutiles, pero digamos que el antijudaísmo (cristiano) es ante todo una posición teológico-religiosa, mientras que el antisemitismo es un prejuicio de orden racial o étnico (y es independiente del cristianismo). Desde luego, en ocasiones antijudaísmo y antisemitismo se entrecruzan, pero en rigor son dos cosas distintas. Cuando uno de nuestros simpáticos lectores intenta descalificar mi discurso diciendo que si fuera cierto, entonces poseer la Biblia haría a uno merecedor de ser juzgado en Nuremberg, no sólo marra el blanco sino que confunde penosamente dos magnitudes distintas.

Por otra parte, el antijudaísmo cristiano moderno no es en absoluto una posición sistemática. En mi post escribí que en los teólogos con cierta clase el antijudaísmo se presenta de manera “intermitente y sutil”. Repitámoslo: “intermitente y sutil”. Esto significa, como un lector ha tenido la amabilidad y la inteligencia de señalar, que en mi post no se acusa a teólogos cristianos modernos de antijudaísmo sistemático. Por supuesto que no. Hoy en día no se producen –al menos por parte de personas que hayan pasado por la Academia– tratados antijudíos (con ese nombre: Adversus Iudaeos, o no) como los cientos producidos en la Antigüedad Tardía y a lo largo de toda la Edad Media, hasta bien entrada la Edad Moderna. Lo que hoy existen más bien son tics, aunque eso sí, tics francamente elocuentes, y que denotan antijudaísmo. Sutil, sí. Involuntario, quizás. Pero antijudaísmo al fin y a la postre.

El antijudaísmo es un asunto muy grave por dos razones distintas, aunque estrechamente interrelacionadas. Por una parte, constituye una dimensión teórica de la auto-definición cristiana, como se aprecia ya en el Nuevo Testamento y la patrística. Por otra, posee una dimensión moral. Cualquiera que haya reflexionado tranquilamente sobre los mecanismos victimarios (generación de chivos expiatorios) advierte fácilmente las dos dimensiones de la cuestión. El intento de minimizar el antijudaísmo cristiano, que ha provocado tantas masacres, tanto sufrimiento, tanto desprecio y tanta barbarie, delata no sólo una profunda ignorancia de la historia y el pensamiento cristianos, sino algo aún más preocupante: una (a estas alturas, incurable) ceguera moral.

Una cuestión que plantean ciertos comentarios es si determinadas posturas entusiastas respecto a la novedad de Jesús y el cristianismo incluyen o no necesariamente antijudaísmo. Hay mucho que decir sobre esto (como muestra el próximo párrafo), y más adelante me explayaré. Por el momento, baste decir que incluso si es posible mantener determinado tipo de entusiasmo por Jesús sin ser antijudío (cosa que a mí me alegraría sobremanera), lo que en todo caso yo expuse en mi post es que frases como las que entresaqué de las de algunos lectores han ido y van acompañadas en la teología y la parénesis cristiana por la caricaturización, denuesto y distorsión del judaísmo, como muchos autores (¡que ya han sido citados en este blog!) han demostrado. Y nada más. La reacción de algún lector indignado -y, de paso, insultante- no responde ni a mis intenciones ni a mis palabras. Acaso alguien querría añadir que quien se pica –como dice el vulgo– ajos come.

Los intentos por detectar anticristianismo en nuestro post anterior resultan, por lo demás, en extremo burdos, no sólo porque hasta ahora he distinguido entre la parte y el todo, sino también por otra sencillísima razón: porque –tras las críticas de no cristianos y judíos– el antijudaísmo cristiano ha sido y es reconocido y aun analizado desde hace décadas por no pocos estudiosos cristianos –a menudo eclesiásticos y teólogos–, como sabe cualquiera que haya leído un poco. La mayoría de cristianos mantiene posiciones antijudías, pero existe una minoría, especialmente sensible, que se esfuerza por no hacerlo. Adelantando algo de la bibliografía que proporcionaré el próximo día, merece reseñarse ya que una de las personas que más ha hecho por denunciar el antijudaísmo como algo consustancial al cristianismo –“el antijudaísmo es la mano izquierda de la cristología” es una frase suya– es la célebre teóloga cristiana Rosemary Ruether: Faith and Fratricide. The Theological Roots of Antisemitism, New York, 1974 (hay ediciones posteriores). Claro que es posible que esta teóloga cristiana sea anticristiana. Y es posible que otros teólogos cristianos que comparten su posición sean también aviesamente anticristianos. Todo es posible para el que cree.

Puedo entender que algunos lectores bienintencionados se sorprendan de que alguien afirme que teólogos respetables (y hasta progresistas) incurran en afirmaciones antijudías. Por el momento, digamos sólo esto: nadie que haya leído algunas de las obras críticas con la exégesis moderna que en este blog han sido citadas hace ya bastante tiempo, debería sorprenderse. Por favor, lean –por ejemplo– a George F. Moore, lean a E. P. Sanders, lean a S. Sandmel. La próxima semana proporcionaré bibliografía en la que autores (tanto judíos como cristianos) examinan la obra de teólogos cristianos muy conocidos y llegan a la conclusión de que los tics antijudíos siguen vivos y coleando. Pero si alguien prefiere creer que yo me invento lo que escribo, por supuesto es muy libre de hacerlo. Allá cada cual con sus autoengaños.

Postdata: Dado que este blogger está ya acostumbrado a ser el blanco de las malinterpretaciones, descalificaciones, salidas de tono e insultos de algunos asiduos lectores de este blog, ¿sería mucho pedir a estos simpáticos lectores que descarguen toda su ira única y exclusivamente en este blogger, y tengan al menos la decencia y el buen gusto de dejar en paz y no insultar a otros lectores, que escriben cortésmente y no insultan a nadie? ¡Ánimo! ¡Hagamos al menos la prueba! Muchas gracias.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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