Los poderes del aceite. Restos de magia en el Antiguo Testamento (XIII)

Hoy escribe Antonio Piñero

El aceite es portador también de poderes divinos especiales. Es bien sabido que en Israel servía para la unción de los reyes, profetas y otros pesonaje importantes como los sacerdotes (Éxodo 29,7; Levítico 8,12). Los textos principales son 1 Samuel 9,16; 10,1; 16,1.13, etc.; Isaías 11) y profetas (1 Reyes 19,16; Isaías 61,1). El aceite revestía a aquel sobre el que se vertía del carácter intangible de lo santo.

Un texto significativo es el citado en primer lugar, 1 Samuel 9,15:

Mañana, a esta misma hora, te enviaré un hombre de la tierra de Benjamín (se refiere al futuro rey Saúl), lo ungirás como jefe de mi pueblo Israel y él librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí.


El pasaje no lo dice expresamente, pero el lector intuye que tras la unción por orden divina toda la persona cambia y se hace especialmente fuerte.

El texto más importante quizá sea el último mencionado de Isaías: "El espíritu del Señor Yahvé está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahvé..." por cuanto según Lucas 4,16-21, Jesús empleó este texto como referido a sí mismo, pra dar cuenta sus oyentes de la importancia de su misión profética en Israel. El espíritu iba vehiculado por el aceite.

Lo curioso, sin embargo, a ojos de hoy es que también se ungen piedras (Génesis 28,18)o la tienda del testimonio (Éxodo 30,26), lo que indica que de algún modo son depositarios del poder de Yahvé.

La Biblia no menciona siempre la unción de los profetas. Por ejemplo, no se mienta para uno tan significativo como Eliseo (1 Reyes 19,14ss). Originariamente la unción debió de tener la misión de vehicular la divinidad, porque se imaginaba a ésta atraída por la grasa de los sacrificios (¿?). Quizás más tarde "ungir" significó "consagrar", sin más.

Más tarde también, en tiempos del Nuevo Testamento, la unción puede quedar un poco más devaluada: al huésped que se acoge en la casa se le unge también: Lc 7,45, con lo que se le dota de un estatus especial.

La unción es en principio un acto casi sacramental. Para los antiguos una transferencia diríamos casi real y física de santidad desde la divinidad al ser humano. En el caso del profeta el Espíritu de Dios penetra con la unción y el ungido queda inspirado, a veces poseído violentamente. En 1 Samuel 10,6 dice este personaje al rey Saúl, después de su unción como rey:

"Te invadirá entonces el espíritu de Yahvé, entrarás en trance con los profetas y quedarás cambiado en otro hombre".


Creo que parte de este potente significado se conserva todavía en la unción con un poco de aceite (crisma) en el bautismo: el ser humano está dotado entonces de fuerza para resistir al Maligno. Contra el que ha sido revestido de esa fuerza otorgada con el aceite no se puede actuar impunemente. Una vez, nos cuenta el Libro 1 de Samuel (cap. 26), David logró acercarse al campamento de Saúl, a la sazón su enemigo, y tuvo en su mano acabar con su vida de un lanzazo. Pero no consintió en ello, aunque sus amigos se lo sugirieron. Argumentó David: "¿Quién puede atentar contra el ungido de Yahvé y quedar impune?" (26,9). Saúl está protegido por un tabú religioso que David conoce y respeta. Hasta que el espíritu no se retire del monarca, es éste sacrosanto; pertenece al círculo de íntimos de la divinidad. Tan importante es la acción del aceite sagrado que el mesías será por antonomasia el ungido de Yahvé, y por tanto dotado entre otros de poderes taumatúrgicos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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