Los testimonios cristianos acerca de la realidad histórica de Jesús

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con la presentación del libro ¿Existió Jesús realmente?

Naturalmente aquí debemos plantear cuántas son estas fuentes y en qué grado son discutibles: los textos del estoico sirio Mara bar Sarapión, del historiador judío Flavio Josefo, en su obra Antigüedades de los judíos XVIII 63-64 y XX 200 (obra compuesta hacia el año 93 d.C.), y el del historiador romano Tácito, que en su obra Anales 15,44,3 (compuesta hacia el 116-117). También se examinan los testimonios de otros autores menos relevantes. El análisis es breve y sintético, porque el tema está naturalmente tratado en muchas ocasiones por otros tratadistas.

El tercer ámbito de este libro, es el análisis de los documentos cristianos que dan fe de la existencia histórica del personaje Jesús. Hay que preguntarse si puede uno fiarse de los testimonios directamente cristianos, y en concreto de los más cercanos cronológicamente a la existencia presunta del personaje, recogidos en el corpus que llamamos Nuevo Testamento.


Los científicos, tanto filólogos como historiadores del mundo antiguo, afirman con razón que son testimonios partidistas y propagandísticos: están a favor del personaje, Jesús. Están imbuidos de la fe en él, y por tanto su credibilidad es en principio más que dudosa. Como propagandistas de una fe, es lícita también la pregunta de en qué grado este partido previo puede llegar a distorsionar la posible figura histórica de modo que ésta quede irreconocible.

Pero es posible que exista un poderoso argumento a favor de la existencia histórica de Jesús a partir de la crítica literaria e histórica interna a los documentos, es decir a la crítica que se ejercita con los textos del Nuevo Testamento, sobre todo los Evangelios tal como están y han llegado a nosotros.



En el Libro se discute esta posibilidad desde un punto de vista doble:

1. El esencial -y que va a la raíz del problema- es la constatación de dos modelos básicos de presentación de Jesús en los Evangelios que son antagónicos entre sí, pero que presuponen ineludiblemente la existencia histórica del personaje. Estos dos modelos son:

a) El Cristo de procedencia y de destino final divinos que se encarna, muere y resucita por la salvación del género humano, es decir, el Cristo paulino, el Cristo de la fe.

b) El Jesús judío que subyace en el fondo de los Evangelios, un Jesús meramente humano, perfectamente situable dentro del contexto escatológico-mesiánico judío.

Una investigación a fondo puede indicar o no si los dos modelos presentan una radical contraposición e incompatibilidad ideológica.

2. Este mismo argumento se especifica a otro nivel un tanto más superficial pero igualmente válido y que en el fondo desemboca en la misma cuestión. Pero esta vez no planteado a nivel de la contraposición entre los modelos de interpretación de Jesús por parte de Pablo y del primitivo evangelio judeocristiano (es decir la proclamación más antigua sobre Jesús de Nazaret como mesías), sino en el nivel de los textos del Nuevo Testamento que más directamente afectan a la biografía de Jesús, los Evangelios, tal como los leemos hoy día.

El argumento que se discute a este respecto podría formularse así: “Si Jesús fuera una mera invención de los evangelistas, lo habrían inventado de un modo que no les produjera tantas dificultades, tantos dolores de cabeza a la hora de mostrar quién era el personaje”.

Intentaremos concluir el próximo día. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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