Crítica de la presunta teología de los seguidores de Henoc (1). "Jesús y su gente" (VI)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como prometimos, quiero expresar mi opinión respecto a la existencia como grupo compacto de seguidores del profeta Henoc, del “henoquismo” y de la delimitación de su teología, tal como pone de relieve Paolo Sacchi en la obra que comentamos.

1. Como visión general quiero decir que no me cabe duda de que probablemente hubo un círculo de piadosos que tenía como figura importante al “profeta” Henoc, como tantos otros entre los llamados en general apocalípticos en torno a otras figuras, Set por ejemplo, que tiene una importancia enorme entre ciertos judíos marginales del siglo I que probblemente son los padres primeros de la gnosis que luego se desarrollará en el gnosticismo "setiano", en el siglo II d.C. Es probable también que hubiera un cierto grupo en concreto detrás de la tradición que recoge el último redactor del Libro 1 de Henoc.

2. No acabo de ver, sin embargo, indicios suficientes como para otorgarle tal importancia y para ponerlo casi a pie de igualdad con fariseos y saduceos como padre del “área esenia” de pensamiento, tal como piensa Sacchi. O mejor: no me parece nada seguro que el “henoquismo”, que nace hacia el siglo V a.C., como hemos ya expuesto, sea el origen del esa “área esenia” de pensamiento que tanta importancia tendrá en el siglo I de nuestra era (Manuscritos del Mar Muerto). Creo que un recorrido por los elementos intelectuales típicos del pensamiento esenio hace más verosímil otra hipótesis, a saber que el nacimiento de este movimiento esenio pueda situarse en el contexto de la tradición apocalíptica en general del siglo III a.C. Escribe el editor español de estos textos:

Precisar la fecha exacta en la que el movimiento esenio [y henóquico] surge como realidad distinta de la matriz apocalíptica me parece imposible. El resultado concreto de nuestra investigación sólo permite afirmar confiadamente que estos orígenes se sitúan en un período anterior a la crisis antioquena [es decir, anterior al período de Antíoco IV Epífanes, su intento de helenización forzada y el movimiento macabeo] y que las indicaciones concordantes de 1 Hen 90 y del Documento de Damasco apuntan al final del siglo III a.C. o comienzos del siglo II como el período de los orígenes del movimiento esenio” (Florentino García Martínez, “Orígenes del movimiento esenio y de la secta qumránica”, en Ídem, Los hombres de Qumrán, Trotta, Madrid, 1993,109).


3. Me parece bastante difícil sustentar bien la idea de que “el henoquismo ignora la ley mosaica” o “que la rechaza” (pp. 36 y 38 de “Jesús y su gente”) tanto respecto al “Libro de los Sueños” como para el “Libro de las Parábolas de Henoc”.

Respecto al primero porque se trata de un escrito conservado con mimo por la secta de Qumrán. Es sabido que los miembros de esta secta sólo preservaron de la corrupción:

a) escritos propios de la secta;

b) textos bíblicos;

c) textos externos al esenismo, pero de alto valor espiritual para ellos.

Por tanto no me parece fácilmente posible que los miembros de una secta, la esenia, para los cuales la Ley era todo, que procuraban vivir de tal modo que se cumpliera hasta el más mínimo precepto de la Ley hubieran conservado un escrito que la ignorara.

Respecto a este libro, 1 Henoc, P. Sacchi aporta el siguiente texto, simbólico -una visión de Henoc que no es otra cosa que una profecía ex eventu en el que las ovejas representan a los israelitas- como argumento principal:

Pero las ovejas cruzaron el agua y salieron al desierto donde no hay agua ni hierba, y empezaron a abrir los ojos y ver. Vi que el dueño de las ovejas (Dios) las apacentaba y daba agua y hierba, y aquella oveja (Moisés) iba guiándolas. Entonces vi al dueño de las ovejas que se alzaba ante ellas con aspecto grandioso, terrible y poderoso (teofanía del Sinaí). Todas las ovejas lo vieron y se asustaron de su rostro. Todas temieron y temblaron ante él y gritaban tras la oveja que estaba con ellos: “No podemos mantenernos ante nuestro dueño ni mirarlo”. Volvió la oveja que los guiaba a la cima de la roca y las ovejas comenzaron a cegarse y a desviarse del camino que les había mostrado, sin que la oveja lo supiera. El dueño de las ovejas se encolerizó con ellas sobremanera; los upo también aquella oveja, la cual bajó de la cima de la roca y se fue a las ovejas y encontró que la mayoría estaban cegadas y erraban. Cuando lo vieron temblaron ante su faz y quisieron volver a sus apriscos. Pero la oveja tomó consigo otras y empezó entonces a matarlas y las ovejas temieron ante ella… (Trad. F. Corriente-A. Piñero, Apócrifos del Antiguo Testamento vol. IV, p. 115).



Como puede verse, el texto resume a grandísimos rasgos e imperfectamente los capítulos 12-32 del libro del Éxodo, es decir se basa en el libro de la Ley con especial hincapié en la denuncia de la idolatría, por lo que deja fuera de su consideración muchos temas. No me parece posible deducir de él que el autor “ignorara el valor de la Ley”, cuando la está utilizando como base de su visión y cuando se refiere a ella de un modo indirecto con la frase “el camino que (Moisés) les había mostrado”.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero
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