El bautismo de Jesús y la teofanía celeste. "Jesús y su gente" (XIII).

Hoy escribe Antonio Piñero

Hasta este momento hemos caminado de consuno, e acuerdo, el autor al que comento y yo -las exposiciones de P. Sacchi acerca de las relaciones entre Jesús y Juan Bautista- salvo en el caso de nuestro juicio divergente acerca del “henoquismo” o movimeinto de seguidores del profeta Henoc, sobre todo respecto a la función que podían desempeñar en este grupo de pensamiento apocalíptico, y la importancia de la ley de Moisés (tal como expuse en postales anteriores).

De nuevo hoy, no nos parece posible seguir el discurso de Paolo Sacchi sobre Jesús cuando, guiado por su confesionalidad, acepta sin discusión la historicidad de la teofanía del bautismo del Nazareno tal como lo narra Mc 1,11 y paralelos, historicidad en extremo problemática, pues toda la escena de la voz divina parece claramente teología posterior de la Iglesia, es decir parece un añadido teológico al hehco simple del bautismo de Jesús por Juan Bautista, y un modo de explicarlo y deducir de ese hehco problemático para el cristianismo (Jesús, ser sin pecado, acepta un bautismo para la remisión de los pecados) consecuencias teológicas buenas

Incluso deduce Sacchi alguna consecuencia de que la voz celeste proclamara a Jesús “hijo predilecto”, lo que significa “la existencia de otros hijos que no tienen el lugar de Jesús en el plano de Dios” (p. 79).

Sacchi no apunta –y creo que hubiera sido necesario en algún lugar- la posible teología adopcionista que puede reflejarse probablemente en la expresión celeste:

“Tú eres mi hijo amado en quien me complazco”,


que al ser una parte del salmo 2,7 ha de entenderse como que el autor evangélico lo está citando implícitamente entero, como era costumbre en la época: “Yo te he engendrado hoy”…, etc.

El trasfondo probable de la citación de este salmo respecto a cómo era Jesús -en opinión de muchos comentaristas- es una cristología adopcionista (tan bien explicada por Gonzalo del Cerro en este blog), según la cual el Nazareno, un hombre normal, es adoptado por Dios como “hijo” (es decir, pasa a ser de algún modo divino) sólo desde ese momento del bautismo = "Hoy te he engendrado...".

Más claramente, la teología cristiana primitiva subyacente a Marcos en este pasaje es que Jesús es un mero ser humano, pero que es adoptado –con todas las consecuencias- como “hijo de Dios”. No es hijo óntica y realmente, sino sólo por adopción.

Marcos no emplea expresamente en este pasaje el sintagma “Hijo de Dios”, pero parece claro que lo tiene en su mente por el conjunto de la escena. Es bien sabido que ser “hijo de Dios” suponía para un judío de época de Jesús una relación especial con la divinidad, pero nada más (es decir, no significaba “hijo físico de Dios”).

Sin embargo, los evangelistas que escriben en griego sabían -supongo- que sus potenciales lectores paganos iban a entender la expresión al pie de la letra, conforme a su mentalidad, a saber que la divinidad tiene hijos (físicos) entre los hombres. Con otras palabras: la expresión “Hijo amado” (de Dios) tiene un doble plano de lectura, el judío y el griego, muy distintos, que ninguno de los tres Sinópticos se esfuerza por distinguir ante sus lectores…

Y opino que no les interesaba hacer tal distinción -comenzando por Marcos a tenor del comienzo de su evangelio: “Inicio del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios” (si es que el título no es secundario, como sostienen muchos- porque cuando componían sus evangelios ya estaban convencidos de que Jesús era el hijo real y físico de Dios.

Sacchi contrasta la expresión “Hijo de Dios” con la utilizada por Jesús para referirse a sí mismo como “Hijo del Hombre”, y sostiene que los occidentales modernos, de modo espontáneo al leer el evangelio, dan menos contenido a esta última expresión que lo que le otorgarían los judíos corrientes en tiempos de Jesús.

Esta afirmación supone que Sacchi sostiene que en el judaísmo de los años del Nazareno todo el mundo entendía “Hijo del Hombre” no como algo banal, sino como un título estrictamente mesiánico, y que Jesús era perfectamente consciente de esta implicación cuando él se lo aplicaba a sí mismo como tal título… (según dicen los Evangelistas).

Estoy en desacuero con Sacchi. Esta cuestión es tan importante que debemos tratarla por sí misma el día que viene.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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