La Biblia en la literatura española (81-1)


Hoy escribe Antonio Piñero

Quiero presentar hoy una colección en marcha, en vías de publicación cuyo tema general me parece muy interesante para nuestra cultura: “La Biblia en la literatura española”, colección dirigida por el catedrático de la Universidad de Barcelona, Gregorio del Olmo, del Departamento de Hebreo, y al que muchos lectores quizás conozcan por su libro Mitos y leyendas de Canaán, sobre el trasfondo cananeo de muchos de los relatos básicos del Antiguo Testamento. La ficha del primer libro es la siguiente:

La Biblia en la literatura española. I. Edad Medida. Coordinadora María Isabel Toro Pascua. 1/1 El imaginario y sus géneros. Editorial Trotta/ Fundación San Millán de la Cogolla, Madrid, 2008, pp. 303, ISBN: 978-84-8164-933-8.


Esta obra investiga de manera sistemática la influencia que ha ejercido la Biblia en la literatura española en sus diferentes épocas y autores. Como el tema es muy amplio, el conjunto se organiza en tres tomos –a su vez divididos en partes el primero de ellos- correspondientes a la Edad Media (que tiene dos volúmenes), El Siglo de Oro, y la Época Moderna.

Al margen de la consideración doctrinal del contenido y valor religioso de la Biblia, ésta se hizo muy presente en el arte y la literatura hispanos desde los primeros momentos de la historia de ambos. El arte religioso cristiano de los reinos de las Españas, y la primera literatura en lenguas hispánicas tuvieron como tema preferente motivos bíblicos de tal modo que puede decirse que ambos ámbitos nacen ya “impregnados” (forma culta de “preñado”) de la Biblia.

El estudio de la “Biblia como literatura” no nace hasta el siglo XVIII y desde ese momento ha sido campo de interés muy especial. Lo último que conozco es en lengua inglesa D. NORTON, A History of the Bible as Literature. Vols. I-II. Cambridge (Univ. Press) 1992-1993, que se ocupa mucho más, como es natural, de la recepción de la Biblia en la literatura anglosajona que en cualquier otra. Actualmente se ha abierto otro campo de trabajo: el estudio del influjo de la Biblia en la literatura. La base de este interés es la constatación de que la primera ha suministrado a la segunda, figuras, escenas, argumentos que han actuado como arquetipos muy productivos.

El primer tomo, dedicado a la Edad Media, es especialmente rico, y analiza la presencia bíblica en dos vertientes netamente diferenciadas. El primero, la Biblia como fuente de modelos literarios –los arriba indicados: figuras y argumentos-, que primero nutren el imaginario del pueblo y luego son tomados por un individuo dotado y los convierte en pieza literaria. El segundo es el de la Biblia como fuente de autoridad, tanto en el aspecto filológico como en el histórico y doctrinal.

Este primer volumen agrupa estudios dedicados a los géneros estrictamente literarios, poesía, drama, ficción, mientras que el segundo abordará el tema de la Biblia como autoridad textual, histórica y dogmático-moral.

El primer tomo presenta como introducción general –a cargo de Gregorio del Olmo- un estudio de la Biblia como literatura en sí, es decir, atractiva como contadora de “historias”. El primer lugar se destaca la Biblia como “canon” (norma) o lista autoritativa –deben leerse tales libros y no otros, considerados todo lo más como “literatura de edificación moral”-, y como literatura propiamente tal: la narrativa y la poética bíblicas y sus rasgos más importantes; la profecía y los apocalipsis, que presentan rasgos muy peculiares; y finalmente la literatura de tipo sapiencial, mezcla de reflexión doctrinal y de exhortación ética a la conducción de la vida dentro de los marcos de la religión.

Hubo tres maneras básicas de dejarse influir por la Biblia. La primera fue la “simple relectura”, es decir, reproducir, completar y embellecer los objetos de la fe que venían dados ya en la Biblia de una forma imaginativa. El ejemplo típico podría ser en el Medioevo los “misterios”, juegos, representaciones y farsas de temas estrictamente bíblicos casi sin mezcla elementos extraños.

La segunda manera fue le “reinterpretación o relectura profunda”, que ofrecen no solo una mera copia, sino una nueva interpretación del sentido de la Biblia, “entrando más o menos a fondo en e drama personal de los protagonistas”. Este modo no es típico de la Edad Media, sino que se abre un claro camino sólo en el Barroco (obras de tema bíblico de Calderón de la Barca o de Triso de Molina).

El tercer modo es la relectura arquetípica o la estructura traducida. Como escribe del Olmo: “Esta promueve una respuesta creativa que no se apoya en la ‘representación’ más o menos del fondo bíblico, sino que induce a una comprensión de situaciones contemporáneas que se presentan como paralelas a la bíblica, pero al margen de la misma. En realidad equivalen al descubrimiento y proclamación de la valides perenne y universal como arquetipo narrativos” de los temas y personajes bíblicos (p. 26).

En este primer volumen se abordan los temas siguientes: La Biblia en la “cuaderna vía” o “mester de clerecía” de los siglos XIII y XIV; la influencia bíblica en la poesía del cancionero y romancero medievales; el universo dramático medieval y el mundo de la Biblia, y finalmente la influencia bíblica en la ficción caballeresca (El caballero de Zifar y el Amadís de Gaula y otras) y en la sentimental, donde el influjo de la Biblia está mucho más escasamente representado.

La lectura de este volumen me ha transportado a otros mundos, tan distantes del nuestro, y me ha hecho revivir con otros ojos también lecturas de la infancia y una cierta atmósfera como de tiempo irremisiblemente pasado, pero muy agradable e imaginativo que constituyó todo un universo en el que se podía vivir y del que creo que las generaciones actuales de jóvenes se ven privadas por falta de atención a estas obras.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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