Sobre la fiabilidad histórica de los Evangelios de la Infancia (79-05- A)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema de la reducción a una mera nota rápida, por parte de Pagola, del tema de la credibilidad histórica de los “Evangelios de la infancia”. Para lo que sigue tomo material de mi obra “Jesús y las mujeres” (Aguilar, Madrid, 2008).

Los motivos de duda sobre la fiabilidad histórica del conjunto de estas narraciones sobre la infancia son los siguientes:

1. Los dos primeros capítulos de Mateo y Lucas contienen detalles legendarios, imposibles de considerar históricos. Fundamentalmente son: el relato sobre la prodigiosa estrella que anuncia el nacimiento de Jesús; la adoración de los magos; el relato de Herodes el Grande y su comportamiento inverosímil respecto a los magos; la matanza de los inocentes.

2. Estos cuatro capítulos presentan graves problemas respecto a la credibilidad de los testigos que transmitieron tales historias infantiles de Jesús: no podemos tener certeza de qué testigos fidedignos pudieron transmitir esos datos. De María acabamos de sostener que en el resto de los Evangelios es presentada como absolutamente ignorante de la misión de Jesús.

No son creíbles las hipótesis de que el transmisor de las noticias haya sido José, el padre de Jesús, ni tampoco Santiago, el “hermano del Señor”. Del primero no se tiene apenas noticia alguna fidedigna, y del segundo tampoco hay texto alguno que nos indique que tenía idea alguna sobre el nacimiento virginal.

3. Los datos sobre la infancia de Jesús de los dos evangelistas están en conflicto irresoluble entre sí. R. E. Brown, señala los siguientes: según Lucas 1,26 y 2,39, María vive en Nazaret; su viaje a Belén se explica por la obligación de censarse. En Mateo, por el contrario, no hay indicación alguna de una venida a Belén, puesto que, según él, Jesús y María viven ya en esa ciudad donde tienen una casa. Una secunda dificultad es que Lucas afirma que la familia se volvió pacíficamente a Nazaret, después del nacimien¬to en Belén (2,22.39). Pero esto es inconciliable con la explicación de que Jesús niño permaneció un tiempo largo en Belén y que luego tuvo que huir precipitadamente de Palestina a Egipto por la persecución de Herodes que desembocó en la matanza de los inocentes (El nacimiento del mesías, Cristiandad, Madrid, 1982, p. 30)

Es tal la diferencia entre los dos relatos de la infancia que a veces parece que los dos evangelistas están tratando de personajes diferentes. Las narraciones de Mateo sobre la adoración de los magos, más la huida a Egipto junto con la matanza previa de los inocentes son completamente desconocidas por Lucas. Y, a la inversa, todo lo que este evangelista cuenta sobre la concepción y anuncio del nacimiento de Juan Bautista, la visitación de María a Isabel, los cantos del “Magnificat” y el “Benedictus”, la visita de los pastores, la presentación de Jesús en el templo y las profecías de Ana y Simeón, son absolutamente ignoradas por Mateo. Estas ausencias son tremendamente sorprendentes y causan la impresión de que cada serie de noticias es independiente: va cada una por su lado.

Considerando estos hechos, el historiador llega fácilmente a la conclusión de que los Evangelios de la infancia canónicos son más bien “narrativa teológicas”, es decir, relatos que pretenden inculcar una idea religiosa, y que no son historia en el sentido moderno del término. Por tanto, desde el punto de vista histórico, no sería posible afirmar ni siquiera que la concepción virginal en ellos contenida tenga un fundamento histórico. Además, el historiador adoptará una actitud escéptica al respecto, pues el hecho en sí, el nacimiento sobrenatural de un personaje ilustre, no es susceptible de comprobación histórica.

El historiador puede aducir además que en la antigüedad se repetían historias prodigiosas sin fundamento alguno no sólo del nacimiento de dioses o fundadores de religiones, como Zoroastro, Buda y Krisna, sino de personajes humanos sobresalientes, como Pitágoras, Platón y Alejandro Magno. Era, por tanto, casi un lugar común atribuir un nacimiento especial y sobrehumano a personajes destacados. Con Jesús pudo ocurrir lo mismo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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