Posiciones durante el siglo IV sobre la cuestión de los hermanos de Jesús (3) (79-05-D)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como puede deducirse por lo hasta aquí expuesto en las postales anteriores, llegado el siglo IV había tres posturas respecto a la virginidad perpetua de María, lo que afectaba directamente a la cuestión de si Jesús –de quien no se dudaba su nacimiento milagroso- había tenido hermanas y hermanos en el pleno sentido de la palabra:

1. La posición de Helvidio (aunque cietamente del siglo IV, es un personaje eclesiástico poco conocido anterior a san Jerónimo que lo ataca en sus Adversus Helvidium), que repetía la opinión de Tertuliano: María había concebido ciertamente a Jesús de un modo milagroso. Pero luego había tenido relaciones carnales normales con José, tras el nacimiento extraordinario y prodigioso de Jesús. Éste tenía, pues, cuatro hermanos y al menos dos hermanas en el sentido normal del vocablo, carnales.

2. La postura de Epifanio de Salamis (315-403): los “hermanos” de Jesús son en realidad hermanastros, hijos de José de un matrimonio anterior. Es la misma posición defendida sobre todo por el desconocido autor del Protoevangelio de Santiago de mediados o finales del siglo II.

3. Otros teólogos defendían que María fue siempre virgen “antes del parto, en el parto y después del parto” por otras razones. Por tanto, quedaba también de raíz excluida cualquier posibilidad de que Jesús hubiera tenido hermanos carnales. Esta es la postura ante todo de san Jerónimo, como vemos a continuación.

La defensa de la virginidad perpetua de María por san Jerónimo

En el año 383 san Jerónimo escribió una dura réplica a Helvidio, buscando a toda costa y con toda suerte de apoyos defender la virginidad perpetua de María. El peso de Jerónimo como traductor de la Biblia y teólogo era tan grande que sus razones en defensa de la virginidad total de María pueden considerarse como el comienzo extraoficial de unas ideas que más tarde serían dogma.

San Jerónimo argumentaba que la palabra “hermanos” en los Evangelios debía ser entendida de un modo amplio, a saber como “primos” o “parientes”. Y esto por la siguiente razón: en textos griegos compuestos por gentes de mentalidad semítica (como son los autores de los Evangelios) se debe esperar que se utilice el vocablo “hermanos” de este modo tan amplio. La lengua hebrea no tiene propiamente una palabra usual para “primo”, y existen diversos pasajes en la Biblia que utilizan el vocablo “hermanos” cuando en realidad se refieren a “primos” o “parientes”.

Los más peculiares de estos textos son los siguientes:

Génesis 14,14-16: “Al oír Abram que su hermano [en realidad sobrino como el mismo texto dice inmediatamente antes] había sido hecho cautivo, movilizó la tropa de gente nacida en su casa, en número de 318, y persiguió a aquéllos hasta Dan”.

Libro primero de las Crónicas 23,22: “Eleazar murió sin tener hijos; sólo tuvo hijas, a las que los hijos de Quis, sus hermanos [en realidad primos como aclara el versículo anterior], tomaron por mujeres”.

Levítico 10,4: “Moisés llamó a Missael y a Elsafán, hijos de Uzziel, tío paterno de Aarón, y les dijo: Acercaos, retirad a vuestros hermanos [primos por el contexto] de delante del santuario y llevadlos fuera del campamento”.


Añadía san Jerónimo al razonamiento a partir de estos textos una serie de combinaciones de pasajes de los Evangelios por medio de las cuales identificaba a los pretendidos “hermanos” de Jesús con otros personajes de las narraciones evangélicas de igual nombre. De este modo, esos presuntos “hermanos de Jesús” pasaban a ser otras personas perfectamente localizadas como “parientes” del Nazareno.

Así afirmaba Jerónimo:

· Santiago, el llamado “hermano del Señor” es el mismo “Santiago, uno de los Doce”, hijo en verdad de Alfeo, a quien san Pablo llama "apóstol" en la Epístola a los Gálatas 1,19. Uniendo Mc 6,3 (lista de los nombres de los hermanos de Jesús) con Mc 15,40 (relación de mujeres que están al pie de la cruz, entre las que se halla una tal “María madre de Santiago el Menor y José”) y con Jn 19,25 (donde se dice que esta María era la mujer de Cleofás/Clopás) afirma Jerónimo que José y Santiago (llamados “hermanos de Jesús” en Mc 6,3) son hijos de esta tal María de Cleofás, a su vez hermana de la Virgen aunque con el mismo nombre. Eran, por tanto, sus primos.

Ante la dificultad de que Alfeo y Cleofás/Clopás son dos nombres diferentes (esa tal María, ¿iba a ser la mujer de dos hombres distintos?) escritores posteriores a Jerónimo sostendrán en apoyo de éste que Alfeo y Cleofás son variantes de un mismo nombre arameo, Calfai.

· Resuelta esta dificultad, los dos “hermanos” que quedan -Simón y Judas- de la lista de Mc 6,3 son identificados a su vez con Simón el Celota -un discípulo de Jesús nombrado en Lc 6,15-, y con el autor, del mismo nombre, de la Epístola de Judas.

El resultado es claro para san Jerónimo: los pretendidos “hermanos” de Jesús no son otra cosa que “primos” o “parientes”. La virginidad perpetua de María queda vindicada.

Seguiremos analizando estos argumentos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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