El judaísmo de Jesús (y 2): Un libro de Mario Saban (83-02)


Hoy escribe Antonio Piñero

Finalizamos la presentación del libro de Mario Saban, El judaísmo de Jesús.

Creo que en este libro se abordan todos los posibles caras de ese rico y complejo poliedro que es la ética de Jesús: la reflexión sobre la unicidad de Dios, la observancia de la Ley en su conjunto, el amor a los enemigos, Dios como padre y sus consecuencias para la vida, el arrepentimiento, la observancia del sábado, las exigencias éticas de la inminente llegada del Reino de Dios, la escrutación y seguimiento de la voluntad de Dios, cómo y con qué espíritu se cumplen las obras que exige la Ley, la oración y la práctica resumida en la máxima “misericordia quiero y no sacrificios” de Oseas 6,6.

¿Qué destacaría yo entre tantos temas tan importantes? Casi diría que todo…, pero como esto no es práctico haría hincapié en dos perspectivas: primera la fina percepción de que Jesús iba, en la ética, radicalmente a lo esencial, a los principios fundamentales de la Torá desde los que creía vislumbra con toda seguridad cuál era la voluntad de Dios, la adquisición de una “posición global” que le permitía juzgar estimar los valores fundamentales y mediar o dictaminar en cualquier discusión sobre la tradición oral con un auténtico fundamento de causa.

Y segunda: la fina distinción también -realizada por el autor- que caracteriza a Jesús como un seguidor de la escuela del rabino Hillel en las leyes ceremoniales y como un fiel seguidor del rabino Shammay en layes éticas…, que son en el fondo más importantes.

¿Qué me hubiera gustado que se discutiera más intensamente en este libro?

1. Lo que Albert Schweizer denominó “ética interina” , es decir, aquellas intensidades éticas que estaban destinadas para los momentos inmediatamente anteriormente al final del mundo presente y el alumbramiento de la era mesiánica, a saber: la despreocupación absoluta por la riqueza, la despreocupación absoluta por el trabajo, la renuncia práctica a la familia entre los más entregados a la preparación de la venida del Reino. Ya sé que estos temas están abordados en el libro, pero me hubiera gustado un tratamiento más completo del punto de vista de Schweitzer, tan influyente.

2. La comparación con otros judaísmos del momento, no sólo el fariseísmo. Se nota en el libro una ausencia de contraste con el esenismo tal como se manifiesta en los documentos clásicos (Filón y Josefo) y sobre todo con los Manuscritos del Mar Muerto

3. La comparación de la ética de Jesús con la de los Apócrifos del Antiguo Testamento, pues es en estas obras en donde se transmite con más viveza la espiritualidad de los judíos piadosos de tiempos de Jesús, en especial de aquellos cuyo pensamiento está teñido de escatología y de tonos apocalípticos, como es el caso de Jesús de Nazaret.

Por ejemplo sería necesario contrastar la ética de seguimiento de Jesús, unida a la apertura necesaria del corazón respecto a las exigencias del Reino de Dios con las nociones a propósito de este Reino en los Apócrifos veterotestamentarios; igualmente la influencia en la ética de la doctrina, típica de los Apócrifos, de la existencia de
una vida después de la muerte que encuentra justa presencia en la doctrina de Jesús, por ejemplo, en la parábola del rico epulón, Lc 16,19-31;

Igualmente, la famosa sentencia de Jesús: «Entrad por la puerta estrecha…» tiene un paralelo sorprendente en el Testamento de Abrahán rec. A. cap. 11. En él ve el santo patriarca que la mayor parte de los que pasan a la otra vida entran por la ancha puerta de la perdición, mientras que son pocos los que penetran por la puerta estrecha de la salvación.

El doloroso tema del infierno, con toda su imaginería de tormentos, fuego, lamentaciones, etc., tal como aparece en las palabras de Jesús debe compararse con el Libro 1º de Henoc y otros apócrifos veterotestamentarios

La imagen que de Dios tiene Jesús contiene rasgos de considerable avance en la espiritualización respecto al Antiguo. De ello no hay ninguna duda. Pero también aquí recoge Jesús una tradición depuradora que se había hecho patente en los Apócrifos veterotestamentarios. Éstos desarrollan la tendencia del judaísmo postexílico a trascendentalizar a Dios y a insistir fundamentalmente en la santidad de Dios como fundamento de toda ética.

Podríamos decir que este Dios de Jesús se hace «menos judío», más universalista, lo que lleva consigo como consecuencia que su salvación pudiera alcanzar también a lo gentiles, a algunos al menos. Los Apócrifos del Antiguo Testamento insisten ya en el Dios del amor y de la misericordia, más que en el de la ira, y sobre todo en su infinita justicia. Esto significa la recta conducta de Dios y su derecho, que consiste en su fidelidad a la alianza establecida con su pueblo, en su misericordia y en su perdón; a todo ello el hombre debe responder con la obediencia. Estas ideas afectan, como parece claro al núcleo de la ética de Jesús que debe ponerse aún más de relieve.

Creo que parte de la ética de Jesús puede y debe rastrearse en la literatura apócrifa veterotestamentaria como una continuidad de temas que habían empezado a elaborarse en esa literatura religiosa judía anterior. A priori los temas expuestos aquí brevemente como complemento a lo que ha elaborado Mario Sabán en su libro sobre el “Judaísmo de Jesús” tienen un interés enorme, pues sólo conocemos algo en profundidad cuando palpamos las raíces y los orígenes del objeto que pretendemos conocer.

Esta comparación con textos apócrifos, o en general no rabínicos, me parece en extremo interesante. Mario Saban podrá haber aprovechado obras que ya existen al respecto: por ejemplo, la de K.-W. Niebuhr, Gestezt und Paränese. Katechismusartige Weisungsreihen in der frühjudischen Literatur (“Ley y exhortación moral”. Listas de exhortaciones morales a modo de catecismo en la literatura judía antigua"), Serie WUNT II/28, Mohr, Tübingen, 1987, que investiga Flavio Josefo, Contra Apión, Testamento de los XII Patriarcas, El libro de Tobías, el Apocalipsis de Abrahán, etc., con notables consecuencias, como, por ejemplo, llegar a la certeza de que las cuestiones rituales y de pureza ocupaban un papel muy poco importante en las discusiones éticas de los judíos religiosos cercanos a la época de Jesús, y sí por el contrario las normas acerca de una sexualidad correcta, el trato con el prójimo, el luchar siempre en pro de la verdad, etc. El Nazareno sigue, pues, esta tendencia.

Así que lo que falta por hacer respecto a la investigación de ética de Jesús respecto al judaísmo no es peccata minuta. Quizá Mario Saban en los años que siguen pueda acometer esta tarea.

Una última apreciación: Mario Saban intenta ser en extremo pedagógico en su libro, por lo que repite y repite el argumento de cada capítulo, a veces hasta la saturación. Como autor también de libros, opino que se podrían decir las mismas cosas –sin perder ni una sola idea- eliminado innecesarias y fatigosas repeticiones. El lector agradecería la disminución de páginas que ha de leer para obtener la misma riqueza de puntos de vista.

¡Que tenga éxito con este libro! Saludos cordiales de Antonio Piñero
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