La distorsión de la historia de la investigación sobre Jesús (XX)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Si hoy en día se necesita seguir repitiendo lo obvio (Jesús = judío) como si fuera un gran descubrimiento, es porque la imagen más verosímil de Jesús se ha revelado inasumible (inasumible con rigor consecuente) para la inmensa mayoría de exegetas. Y esto significa que la naturaleza de la investigación sobre el Jesús histórico es claramente conflictiva.

La percepción de ese conflicto –y la de que éste es al menos columbrado en el mundo de la exégesis, mayoritariamente confesional– puede dar cuenta del movimiento teórico que anima la Leben-Jesu-Forschung, que a la luz del conflicto es posible no sólo entender varios curiosos fenómenos –la resistencia a la propia búsqueda en ciertos ámbitos confesionales, la contumacia de numerosos tratamientos implausibles del Jesús histórico, la génesis y difusión de un modelo historiográfico sin fundamento–, sino dar de ellos una explicación unitaria: todos son inteligibles como reacciones defensivas de la exégesis mayoritaria, destinadas a neutralizar las virtualidades deconstructivas de una comprensión crítica del personaje Jesús de Nazaret. Lo que es igualmente significativo, el análisis demuestra que todas estas estrategias de inmunización adolecen de inconsistencia.

Se entiende también así la insistente y paradójica recurrencia con que en los ámbitos confesionales –desde Martin Kähler hasta los actuales historiógrafos– se enuncia la imposibilidad de obtener suficiente neutralidad: allí donde se vislumbra que los resultados obtenidos evidencian que la imagen del Cristo de la fe nace de una visión parcial e interesada, se cortocircuita la extracción de los corolarios teóricos y prácticos haciendo que el subjetivismo salpique a todo el mundo: no existiría –se dice– una exégesis independiente, pues sus conclusiones nacen igualmente de prejuicios... Con esta vuelta de tuerca –y con el pretexto de la universalización de la hermenéutica de la sospecha–, que uno sea parcial no importa: el otro –al parecer inevitablemente– también lo es. La falacia del tu quoque se impone así, y a priori.

Este asunto es muy grave, pues imposibilita que el observador reflexivo que no rechace de antemano las pretensiones cristianas llegue a tomarlas en serio. Si la condición híbrida de las Escrituras cristianas pueden suscitar su escepticismo (no existe "el Jesús de los evangelios", pues en los evangelios existen al menos dos concepciones de Jesús: una verosímilmente histórica, la otra mítica), la percepción del cúmulo de falacias en que incurre la exégesis mayoritaria al tratar de lo que es presentado como fundamento de su fe sólo servirá para acabar con el margen de crédito que su conciencia intelectual está dispuesta a otorgar.

Si el que no es fiel en lo poco no puede serlo en lo mucho, ese observador no podrá depositar confianza en quienes, pretendiéndose custodios de la Verdad, conculcan humildes pero tangibles verdades. Esto les sucedió ya a Reimarus, a Strauss y a muchos otros. A todo pensador cristiano que se tome en serio su concepción del mundo y que de veras quiera dar razón de su esperanza, esto debería dar mucho qué pensar.

El modelo historiográfico actualmente predominante en torno a la investigación sobre Jesús es, como hemos argumentado detenidamente a lo largo de muchos posts, un puro y simple mito ideológico. Una historia fiable y sin ficciones piadosas acerca de la investigación sobre la figura histórica de Jesús de Nazaret está aún por escribir.

Feliz Navidad para los cristianos, feliz solsticio de invierno para los paganos. Y para todos, en nombre del que firma y de los otros bloggers, los mejores deseos de unas fiestas con salud, paz, afecto y justicia.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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