Mujeres en los Hechos Apócrifos



Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Clase social de las mujeres de los Hechos

Ya vimos cómo J. N. Bremmer subrayaba la idea de la predilección de mujeres de alta cuna por el Cristianismo. No era ése, como ya hemos visto, el punto de vista del apóstol Pablo en su primera carta a los corintios. Si nos fijamos en los llamados a la fe, descubrimos que "no hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles" (1 Cor 1, 26). Pero los principios del Evangelio tenían precisamente una vertiente de libertad, de manera que la fe estaba abierta para todos. Había pasado por lo menos un siglo entre la fecha del Corpus paulinum y la de los Hechos Apócrifos. En las páginas de estos Hechos aparecen mujeres de las altas esferas de la riqueza y el poder. Pero no son las únicas. Lo que pasa es una realidad incontrastable: Los personajes que poseen mayores cuotas de poder son los que tienen mayor capacidad de influencia en la marcha de los acontecimientos.

Una persona anónima, humilde, de escasa cultura y nula capacidad de influjo pasaría desapercibida en la dialéctica de los Hechos Apócrifos. Una mujer relacionada con personas instaladas en los escalones más altos del poder político y social era motivo de reacciones clamorosas cuando se apartaba de las normas establecidas. Es lo que afirma Heleen Sancisi ampliando su consideración a todo el Oriente. La mayoría de mujeres en al antiguo Oriente no han dejado vestigios en los relatos de la Historia. Las excepciones están marcadas por mujeres que pretendieron "lograr algún control sobre el poder de los varones y ejercer influencia en decisiones" de gran alcance.

En los Hechos Apócrifos hemos podido comprobar la transcendencia práctica de la conducta de mujeres como Maximila en los HchAnd o Migdonia en los HchTom. La esposa del procónsul de Acaya o del segundo en el escalafón del rey Misdeo tenían que levantar la natural alarma. Pero en los Apócrifos hay mujeres que nada tienen que ver con estas figuras estelares de los relatos. Al lado de Maximila aparece su servidora Ifidama, a la que el autor presta una atención cariñosa y de sentido reconocimiento. La esclava Euclía en los HchAnd es un modelo de mujer de los ínfimos fondos de la sociedad que adquiere en la narración un doloroso protagonismo.

En los Hechos de Juan desempeñan papeles de cierta importancia mujeres como Cleopatra y Drusiana. Ambas son mujeres relacionadas con los estrategos de su ciudad. Pero también recoge el autor casos de mujeres humildes, como las ancianas de Éfeso, que no son ni jóvenes, ni ricas, ni siquiera sanas. Sin embargo, Juan hace que sean llevadas al teatro para realizar su taumaturgia con ellas en medio del clamor popular (HchJn 30-37).

En los Hechos de Pedro no hay mujeres especialmente destacadas por su protagonismo, pero son numerosas las que van apareciendo a lo largo del relato como objeto de la benevolencia del Apóstol. La hija de Pedro era persona humilde y sumisa. Se prestó a servir de ejemplo del poder de Dios y de sus misteriosos proyectos. La hija del jardinero tampoco pertenecía al círculo de mujeres ricas o poderosas. Luego, al lado de una Cándida, la mujer del jefe de los carceleros, de Eubula, la devota de Simón Mago, de la esposa del senador, de Crise, la prostituta rica y de las concubinas del prefecto Agripa, están otras mujeres anónimas y las viudas ancianas y ciegas en las que Pedro realizó una curación masiva. Pero era lógico que tales humildes personas no tuvieran en el relato la transcendencia que las concubinas del Prefecto o que Jantipa, la mujer de un amigo del César. Fue la conducta de estas últimas la que determinó la muerte del Apóstol como culpable de las nuevas prácticas de continencia.

Los Hechos de Pablo han sufrido numerosas pérdidas y reelaboraciones que han podado sensiblemente muchas de sus ramas narrativas. Pero de tanto escombro emerge la figura señera de Tecla, la protagonista de una de las partes mejor conservadas de estos Hechos. Por todos los indicios que se desprenden de la narración podemos asegurar que se trataba de una mujer de reconocido prestigio en su ciudad de Iconio. Como lo era su prometido Támiris y lo fue su pretendiente Alejandro, el sirio. Pero su protagonismo nada tiene que ver con su posición social. Fue condenada a la hoguera y a las fieras con el beneplácito de su madre y de sus pretendientes. De su madre Teoclía no se dan suficientes datos para que podamos formarnos una idea de su posición social. El silencio sobre su eventual marido nos lleva a la convicción de que Teoclía era viuda. La reina Trifena, pariente de la familia imperial, era efectivamente una mujer de posición social notablemente elevada. Sin embargo, su paso por la vida de Tecla no tuvo otra finalidad que servir de apoyo a la joven mártir. La liberación definitiva de Tecla fue más bien efecto de los prodigios reiterados que el cielo realizó en favor de la condenada. No se cuentan detalles sobre la posible conexión de Trifena con la doctrina de Pablo.

Aparecen luego varias mujeres irrelevantes desde el punto de vista social, tales como Ninfa, Aline y Crisa, Priscila, Lemma y Ammia, de las que se puede afirmar cualquier cosa menos que fueran mujeres de alcurnia con capacidad para cambiar el curso de los sucesos por su palabra o por su conducta. Ayudaban a Pablo con su compañía y colaboraban a su manutención. Distinto fue el caso de Artemila y Eubula, señora y criada, convertidas en discípulas de Pablo. Eubula era mujer de un liberto del gobernador de Éfeso, por lo tanto de un nivel, social y económicamente, humilde. Artemila era la esposa del gobernador y su adhesión a Pablo motivó la condena del Apóstol a las fieras. Es decir, su posición social resultaba determinante en el conflicto creado por el magisterio de Pablo.

En los Hechos de Tomás destaca la figura de Migdonia como personaje típico para el trazado de los perfiles de las heroínas en los Hechos Apócrifos. Era esposa del segundo del reino. Se alió en la defensa de su causa con Tercia, la mujer del rey. La actitud de ambas mujeres llevó a sus maridos al paroxismo y a Tomás al martirio. Eran, en efecto, personas particularmente influyentes. Lo eran también la mujer y la hija del general Sifor, y por su parentesco podía serlo Mnesara, nuera del rey Misdeo, lo mismo que la novia en la boda del Hecho I. Pero ninguna de ellas hizo uso de su eventual influencia. Su conducta fue más bien de sumisión a las circunstancias y de aceptación de los hechos. Pero junto a ellas, aparecen en el relato otras mujeres que son víctimas de las asechanzas del diablo y recurren al poder del Apóstol para lograr su liberación.

Sancisi, H., "Exit Athosa: Images of Women in Greek Historiography on Persia", en la obra de Averil Cameron & Amélie Kuhrt, Images of Women, pp. 20-33, esp. p. 20. Kytzler, B., ofrece toda una galería de mujeres influyentes en su obra Frauen der Antike. Von Aspasia bis Zenobia, Zürich, 1994.

Saludos cordiales y feliz año 2009. Gonzalo del Cerro
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