Los esenios y el celibato (79-06-C-)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos analizando la cuestión del celibato entre los judíos del siglo I de nuestra era. Ello nos valdrá para aplicar lo conseguido a Jesús.

Otro pasaje de Flavio Josefo afirma además que entre los esenios existía expresamente la opción de casarse, o no:

Hay otra orden esenia que está de acuerdo con la anterior en su género de vida, sus costumbres y sus reglas, pero se distingue de ella por su concepción del matrimonio: piensan que el no casarse es privar a la vida de su fin más importante, la procreación. Más aún, si todos hicieran lo mismo, pronto se extinguiría el género humano. Pero someten a sus mujeres a tres años de prueba, y se casan con ellas sólo después de que, durante tres períodos de purificación ritual, han dado pruebas de fertilidad. No tienen relaciones con ella durante el embarazo, mostrando con ello que su propósito en el matrimonio no es otro que asegurar la descendencia (Guerra de los judíos II, 160-161).


Queda, pues, claro que en el Israel del siglo I y dentro de un mismo grupo de ultrapiadosos se contemplaba tanto la posibilidad del celibato como la del matrimonio. Lo más sorprendente del caso es que entre los Manuscritos del mar Muerto, en una de sus Reglas, se hallan unas líneas que dan a entender claramente que, al menos, algunos de los esenios qumranitas se casaban. Había, pues, diversas opciones:

Cuando ellos vengan, reunirán a todos los que vienen, incluyendo niños y mujeres, y leerán a sus oídos todas las normas de la Alianza, y les instruirán en todos sus preceptos para que no se extravíen en sus errores… (el varón) a la edad de veinte años pasará a (estar) entre los alistados para entrar en el lote (= en la heredad de Dios) en medio de su familia a unirse a la congregación santa. No se acercará a una mujer para conocerla por ayuntamiento carnal hasta que haya cumplido los veinte años, cuando conozca el bien y el mal. Entonces ella será recibida (¿en la congregación?) para dar testimonio contra él de los preceptos de la Ley (es decir, en caso de haberlos incumplido) y para ocupar su sitio en la proclamación de los preceptos (1QRegla de la Congregación, 1Q28a-1QSa, col. I 6-10).


También parece seguro, gracias a los descubrimientos arqueológicos, que un veinte por ciento de las tumbas encontradas alrededor del “monasterio” de Qumrán eran de mujeres y niños. Muy recientemente, sin embargo, se ha sostenido como probable que esas tumbas pudieran pertenecer a mujeres y niños beduinos que utilizaron posteriormente los enterramientos de Qumrán para incluir a sus cadáveres…, en una fecha cercana a la nuestra –hace unos doscientos años-. Pero esto último no es seguro; y aunque así lo fuera, quedaría en pie que muchos de los esenios responsables de los famosos manuscritos eran célibes, que otros eran casados y que no había nadie en el Israel de la época que considerase a los célibes malos judíos. Todo lo contrario; eran muy apreciados.

Aparte de los esenios hay otros personajes de tiempos de Jesús que quizá fueran célibes: es probable que Juan Bautista, tal como lo describen Flavio Josefo y los Evangelios, fuera uno de ellos. Como profeta del desierto que se alimentaba extrañamente, que predicaba en terribles términos escatológicos la inminente llegada del “día de la ira de Yahvé” en lugares más bien apartados del centro de Israel, con un tenor de vida en extremo ascético, es muy probable que el Bautista viviera una vida célibe.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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