En el judaísmo del siglo I no existía para los varones la obligación de casarse (79-06-B)

Hoy escribe Antonio Piñero
Ante todo deseo reiterar lo que dije en mi postal anterior sobre este tema de ningún modo excluimos a priori la posibilidad de que Jesús estuviera casado antes de su vida pública, o que fuera viudo, o incluso que hubiera dejado a su familia, como Pedro o los hijos del Zebedeo para dedicarse de lleno a la predicación. Pero una vez admitidas estas posibilidades, examinaré los dos argumentos expuestos, ponderando su valor.

En el judaísmo del siglo I no existía para los varones la obligación de casarse
1. No es en absoluto verdad que el “judaísmo en tiempos de Jesús” fuera como un ente monolítico, tallado casi de una pieza, y que defendiera a ultranza la obligación de casarse por parte de los varones y más de los rabinos. Los esenios sobre todo -y otros personajes- notablemente judíos por su piedad, expertos en la Ley como los que más consideraron el celibato como una opción de vida posible.
Dice Plinio el Viejo, un autor que al ser romano observaba al judaísmo desde fuera, en su Historia Natural V 73,1-3:

Al oeste del Mar Muerto, pero a una distancia suficiente para que no haya miedo a las exhalaciones, residen los esenios, nación solitaria, singular respecto a las demás, sin mujeres, que han renunciado por completo al amor, sin dinero, y que vive en medio de palmeras. Es una nación que se reproduce continuamente gracias a la afluencia de nuevos seguidores, sin que falten aquellos que, cansados de la vida, se ven llevados por las fluctuaciones de la fortuna a adoptar esta forma de vivir. De este modo durante miles de años, cosa increíble, se mantiene una nación en la cual no nace nadie: ¡tan fecundo resulta para ella el arrepentimiento que muchos sienten de su vida pasada!


Flavio Josefo, que conocía de maravilla su tierra natal y vivó poco después de Jesús -nació en el 37 d.C.- cuenta de los esenios:

Se apartan del placer como de un crimen, y consideran que la virtud reside en el dominio de uno mismo y en la resistencia a las pasiones. Desprecian el matrimonio, pero recogen a los hijos de otros cuando tienen todavía un ánimo suficientemente ágil para el estudio, y entonces lo consideran como de su familia y los impregnan de su doctrina. Por otra parte, no condenan el matrimonio en sí ni la procreación, sino que quieren protegerse de la procacidad de las mujeres, ya que están convencidos de que ninguna puede mantener su fidelidad a un solo hombre (Guerra de los judíos II 120-121).


Igualmente afirma la posibilidad del celibato Filón de Alejandría contemporáneo de Jesús (este filósofo muere hacia el año 50 d.C.):

Por otra parte, previendo con perspicacia los riesgos… de disolver los lazos de la vida comunitaria, desterraron el matrimonio, al mismo tiempo que prescribían la práctica de una perfecta continencia. En efecto, ninguno de los esenios toma mujer, porque la mujer es egoísta, hábil para enredar con sus trampas las costumbres de su esposo y para seducirlo con sortilegios incesantes (Apología de los judíos XI 14).


Dejando aparte los estereotipos machistas del último texto –que por cierto, no aparecen jamás en los dichos de Jesús- estos pasajes son una confirmación de la existencia de judíos en el siglo I a la vez piadosos y célibes; este último texto es incluso una perfecta alabanza del celibato entre esos judíos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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