Tradiciones judías del siglo I sobre el celibato (79-06-D)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema de las posibilidades del celibato entre los judíos del siglo I

Aunque afirmamos en una postal anterior que no podemos probar una relación entre la “llamada” de Jesús para ser heraldo del Reino de Dios y formar su propio grupo de discípulos y el pasaje de Jeremías 15,17 (citado por Pagola en nota a p. 57), igualmente debe decirse que los judíos de época de Jesús no veían en absoluto mal la tradición que afirmaba de Jeremías que era célibe. No conocemos protestas al respecto. Esta tradición nace probablemente del profeta mismo: “La palabra de Yahvé me fue dirigida en estos términos: No tomes mujer ni tengas hijos ni hijas en este lugar”, leemos en Jr 16,1-2.


Filón de Alejandría testimonia, además, la existencia de otra sorprendente tradición: Moisés, después de que Dios comenzara a hablarle regularmente, dejó de tener relaciones sexuales:

Moisés se purificó de todo lo perteneciente a la naturaleza mortal: comida, bebida y relaciones sexuales con mujeres. Durante mucho tiempo había despreciado esas relaciones, en especial desde que por vez primera comenzó a profetizar (Vida de Moisés, II 68-69).


Este pasaje de Filón puede proporcionarnos la pista del porqué del celibato entre los ultrapiadosos israelitas de la época de Jesús: la cercanía o el encuentro con Dios podía exigir la abstención del sexo; un profeta, por tanto, que se considerara heraldo divino, podía escoger el celibato como modo de vida puro que le permitía un “acceso” más idóneo a Dios.

Por último: que Jesús fuera un “rabino” no ha de comprenderse al modo como ese vocablo se entiende en época posterior, en los siglos II y III (tiempo de la Misná). Jesús era más bien un maestro autónomo, afamado experto en la Ley sin duda, a quien la gente solía dirigirse utilizando ese título, rabí, que literalmente significa “mi excelente, ‘grande’, y de ahí “mi maestro”. Pero ello no implicaba que estuviera sujeto necesariamente a ciertas normas que se hicieron usuales unos doscientos años más tarde, cuando los rabinos fueron maestros oficiales de la comunidad, a quienes se les ordenaba por medio de la imposición de las manos para tal misión.

Para tiempos de Jesús no sabemos si la norma de casarse era obligatoria para los simples expertos en la Ley, como él. Cuenta, además, el Talmud de un rabino unas decenas de años más joven que Jesús, Simeón ben Azzai que había preferido el celibato por deseo de estar más libre para el estudio de la Ley. Decía: “Mi alma está enamorada de la Torá. Otros pueden sacar adelante el mundo” (Talmud de Babilonia, Yebamoth 63b).

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero

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