Celibato de Jesús ¿Una posible censura? (79-06-E)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema ¿Celibato de Jesús?

El segundo argumento esgrimido a favor del matrimonio de Jesús, El silencio del Nuevo Testamento, no es una prueba contundente a favor de que el Nazareno estuviera necesariamente casado, porque este corpus de escritos no mantiene precisamente un pudoroso recato al hablar de temas análogos, como son la madre y padre de Jesús, sus hermanos y hermanas, su familia en general. Explica también cómo algunos de los discípulos del Nazareno, Pedro sobre todo, eran casados, habla de la existencia de mujeres que seguían a Jesús, en especial de María Magdalena, etc. Por tanto es en principio extraño que calle sobre el estado civil del héroe de la historia cristiana.

Tenemos además un pasaje complementario a las noticias del Nuevo Testamento de la familia de Jesús de un autor del siglo II, Hegesipo, a quien hemos citado en el capítulo 5. Hegesipo menciona a un tío del Nazareno y a un primo suyo llamado Simeón, por lo que quizá podría haber hablado de la mujer de Jesús, si hubiese existido.

Por ello, estoy de acuerdo con J. P. Meier (I 344) y otros investigadores en que este silencio del Nuevo Testamento es significativo, pero en el sentido contrario a lo que piensan algunos: no favorece de ningún modo la tesis del Jesús casado, sino que apunta hacia lo contrario. Parece más sencillo y lógico suponer que el Nuevo Testamento no nombra a la mujer y los hijos de Jesús sencillamente porque no existían.

Ahora bien, esto no significa negar la posibilidad de que Jesús -como Pedro y algún otro discípulo- hubiese abandonado a su familia para quedar libre en su vida itinerante de predicador del reino de Dios, o también que Jesús fuera viudo. Las dos hipótesis son plausibles y posibles, pero es de suponer que tal situación habría quedado algún rastro en el Nuevo Testamento. Sin embargo, no lo hay.

¿Una posible censura?

Existe, según algunos estudiosos, otra posibilidad de explicar este silencio en el Nuevo Testamento sobre nuestro tema: en el siglo II hubo una fortísima corriente en la Iglesia cristiana a favor del “encratismo”1, es decir, de la continencia sexual absoluta, pues se pensaba que ceder al impulso sexual y casarse podía ser un impedimento para la salvación. Y había también muchos cristianos que eran gnósticos, dentro de cuyo ideario general se abogaba por el no uso del matrimonio para no generar más “cárceles carnales” que sirvieran de prisión forzada de las almas/espíritus. Entonces –se argumenta-, como fue en ese siglo cuando se hicieron las ediciones actuales de los Evangelios, todas las alusiones a un Jesús casado fueron borradas de los textos por escribas de tendencias encratitas con el fin del que el Nuevo Testamento presentara a un Hijo de Dios absolutamente puro de todo contacto carnal.

Me parece, sin embargo, que este argumento de la censura no se sostiene fácilmente: no hay ninguna prueba de que en el siglo II se sometiera a una revisión general los textos del Nuevo Testamento, ni que se hiciera edición total alguna. En segundo lugar: no ha quedado la menor huella en los manuscritos de ese expurgo en sentido encratita.

Pongamos un ejemplo que lo aclare: a partir del estudio de ciertas modificaciones de los manuscritos del Nuevo Testamento, pequeñas o grandes –omisiones o añadidos de palabras o frases-, en pro de la ortodoxia que se iba formando, deduce la ciencia que hubo escribas que se dedicaron a “censurar”, o editar, ciertos pasajes del Nuevo Testamento, probablemente en el siglo II y después para acomodar su texto a una teología “ortodoxa” que se iba formando e imponiendo. De su acción quedan muchísimos restos en los manuscritos en forma de lo que se denominan “variantes textuales”. Y existen a centenares como han demostrado destacados estudios de crítica textual.

Un caso concreto: en el capítulo 2 del Evangelio de Lucas, en la escena de la presentación de Jesús en el Templo, se presentan las alabanzas al niño Jesús de dos personajes relevantes -Simeón y Ana-, que representan probablemente al judaísmo entero del Antiguo Testamento. En 2,33 dice Lucas: “Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él (Jesús)”. Naturalmente la expresión “su padre y su madre” podía suscitar alguna duda sobre la concepción virginal de Jesús, por lo que algunos copistas corrigieron: “José y su madre estaban admirados de lo que se decía de él”. Con esta versión no surgen ya las dudas.

Y así en muchos otros casos. Pero de variantes en los manuscritos acerca de la mujer o hijos de Jesús no hay ninguna, que yo sepa. Por consiguiente: el silencio del Nuevo Testamento no puede explicarse por un acto de censura de tendencia encratita, antimatrimonial, ya que no existen pruebas. La explicación más económica y sencilla es la arriba expuesta: no se hablaba del matrimonio de Jesús porque, en su vida pública al menos, Jesús no mantenía una vida marital, sea lo que hubiere hecho antes.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com
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