Comentario a los temas evangélicos que se refieren al tema de la ruptura. El Jesús de Pagola: la ruptura con su familia (3) (79-07-C-)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el comentario a los temas evangélicos que se refieren al tema de la ruptura con la fmailia.

A la dureza concreta del pasaje de Q/Lucas que hemos transcrito y comentado brevemente en la postal anterior (Lc 14,26) hay que añadir una observación sobre un hecho un tanto extraño en este contexto: aunque sabemos con certeza por muchos testimonios que uno de los jefes, el primero en algún momento, de la comunidad cristiana de Jerusalén era Santiago (véase Hch 15), el “hermano del Señor”, Lucas alude a él siempre sin apelativo alguno. Jamás dice que fuera hermano de Jesús, como si se la nombra en otros dos pasajes del Nuevo Testamento (Mc 6,3; Gál 1,19). Da la impresión como si con ello el tercer evangelista intentara distanciar a Jesús de su familia carnal -no nombrando a Santiago como hermano suyo- o bien presentar a Jesús como muy alejado de su familia real.

Este procedimiento de ocultación es típico de Lucas. Un ejemplo claro es el del bautismo de Jesús por mano de Juan Bautista que causó muchos problemas teológicos a la Iglesia primitiva: Lucas, como es sabido, antepone cronológicamente a la escena del bautismo de Jesús la encarcelación de Juan Bautista (3,19-20), de modo que cuando llegue para Jesús el momento de ser bautizado, Juan se halle en la cárcel. Implícitamente el lector debería obtener la consecuencia de que Juan no pudo bautizarlo.

En efecto, inmediatamente después del encarcelamiento, Lucas describe la escena del bautismo, sin nombrar a Juan:

“Cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús, y puesto en oración (añadido típico de Lucas), se abrió el cielo…” (3,21).


Naturalmente, el lector apresurado obtiene la impresión de que el bautismo de Jesús nada tuvo que ver con el bautismo para la remisión de los pecados que impartía el Bautista.

En consecuencia y volviendo al tema de lo que ahora nos interesa, da toda la impresión de que según Lucas y los otros dos evangelistas, Mateo y Marcos, había un enfrentamiento claro entre Jesús y su familia. La familia carnal no tenía para Jesús importancia alguna si se veía que la predicación y la disposición interna a favor del reino de Dios sufría el menor deterioro por apegarse a ella.

6. Algunos breves pasajes del Evangelio de Juan son importantes también para la cuestión de la pugna de Jesús con su familia.

A. En primer lugar el ya citado de las bodas de Caná (Jn 2,1-11), por la mención fugaz de sus discípulos y de su madre en este episodio, pero no de sus hermanos junto a la madre:

Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos (Jn 2,1-2).


A pesar del Jn 2,12, citado al principio de esta serie de postales (en número 79-06), parece más probable, que sus hermanos no formaban parte de la comitiva itinerante de predicadores que dirigía Jesús. Este pasaje del Cuarto Evangelio nos confirma, por tanto, indirectamente cierto antagonismo de Jesús respecto a sus hermanos.

B. Igualmente debe recordarse que en el Evangelio de Juan se describen tres viajes de Jesús a Jerusalén para celebrar la Pascua o alguna otra festividad importante del calendario israelita (2,13; 5,1; 6,4; 7,2; 10,22; 12,12). Como es sabido, eran éstos los momentos ideales para que un judío piadoso celebrara estas fiestas con sus familia y amigos. Sin embargo, el evangelista Juan jamás nombra a sus hermanos entre la comitiva de Jesús. Es más afirma que él no deseaba ir con sus hermanos a las fiestas:

“Subid vosotros [dice a sus hermanos] a la fiesta; yo no subo porque aún no se ha cumplido mi tiempo”. Dicho esto, se quedó en Galilea.


Pero después de que sus hermanos subieran a Jerusalén para la festividad, entonces él también subió, pero no manifiestamente, sino de incógnito. He aquí el texto completo: 7,2-10:

Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Y le dijeron sus hermanos: “Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo.” Es que ni siquiera sus hermanos creían en él.

Entonces les dice Jesús: “Todavía no ha llegado mi tiempo, en cambio vuestro tiempo siempre está a mano. El mundo no puede odiaros; a mí sí me aborrece, porque doy testimonio de que sus obras son perversas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque aún no se ha cumplido mi tiempo.” Dicho esto, se quedó en Galilea. Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió no manifiestamente, sino de incógnito (Jn 7,2-10).


No parece que sean necesarias muchas palabras para destacar el desencuentro, o quizá más bien el ambiente de hostilidad entre Jesús y sus hermanos supuesto por este pasaje, aunque ello esté expresado con el lenguaje peculiar del evangelista que él pone en boca de Jesús:

• Sus hermanos no creían en él

• La sugerencia a Jesús de sus hermanos para que se fuera a Judea (y los dejara en paz);

• Por parte de Jesús la comparación de sus hermanos con el “mundo”, vocablo de asociaciones tan negativas en todo el Cuarto Evangelio;

• La negativa de Jesús a subir a la fiesta con sus hermanos, para luego ir sólo, de incógnito. Jesús evita, pues, a sus hermanos e incluso intenta “despistarlos”, apartándolos de su camino.

Seguiremos el próximo día. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com
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