Orfeo báquico, o el “Sello de Berlín”

Hoy escribe Fernando Bermejo

Las preguntas cuya respuesta se difiere corren el riesgo de quedar permanentemente suspendidas. Así pues, respondo ahora in extenso a una cuestión planteada por uno de los amables lectores del blog, relativa a la debatida inscripción “ORPHEOS BAKKIKOS”, al que contesté de manera harto breve en una anterior ocasión.

En 1896 fue publicado un colgante de hematites de los museos de Berlín, tallado e inscrito en un lado, proveniente de la colección de E. Gerhard (1795-1867). Representa a un personaje crucificado sobre el cual hay una luna y siete estrellas: en la parte baja, a los lados del crucifijo, se lee la siguiente inscripción sobre 3 líneas (transcribo el griego):

OR PHEOS
BAK KI
K OS

Es decir, ORPHEOS BAKKIKOS. Esto significa que un rasgo que llegaría a ser en la tradición característico de Jesús, la crucifixión, se funde aquí con otro rasgo no menos característico (el nombre de Orfeo Báquico), resultando así una fusión sincretística de dos figuras distintas en un nuevo personaje. Estos fenómenos de fusión presuponen la consideración de tales personajes en un mismo plano, algo de lo que tenemos testimonio en otros contextos. Así, según la Historia Augusta, el emperador Alejandro Severo veneraba en su altar privado a Abraham, Orfeo y Cristo. De todos modos, el adjetivo “Bakkikos” parece indicar que el personaje representado en la cruz no es el dios Bacchos, sino un adepto del dios (aunque uno bastante importante, cuya eficacia se presupone, si la función de la gema era proteger a su portador o usuario).

El estilo y la paleografía del llamado “Sello de Berlín” orientan hacia una datación en el s. III (o incluso IV). La piedra en que está realizado es característica de los amuletos. Constituye el número 150 de los Orphicorum Fragmenta de Otto Kern, y ahora el nº 679 de los Orphicorum Fragmenta de Bernabé. Como escribí en su momento, el Sello de Berlín desapareció durante la Segunda Guerra Mundial.

En principio, a favor de una interpretación pagana de la imagen está el hecho de que las primeras representaciones de Cristo crucificado se datan en torno al s. V. Sin embargo, como señaló Guthrie, la tradición antigua no conocía ni la crucifixión de Orfeo ni la de Dioniso, pues Justino, en su condena de los mitos de estos dioses o héroes paganos cuya biografía llevaba a confusiones con Cristo, afirma que ningún hijo de Dios había sido crucificado. Además, parece difícil que un pagano hubiera atribuido al propio dios (Dionisos) o al fundador de la doctrina religiosa (Orfeo) un suplicio infamante como la crucifixión. La paradoja del Dios que muere en cruz era uno de los principales argumentos de la crítica pagana al cristianismo. Otros autores piensan que se trata de Cristo en cruz identificado con Orfeo.

En 1935, Otto Kern cerró durante un tiempo la cuestión de la autenticidad de la gema remitiéndose a la opinión de algunos estudiosos (J. Reil y R. Zahn) según los cuales la piedra sería una falsificación; ésta es también la opinión de algunos estudiosos recientes, como P. Maser.

Los argumentos para sostener la falsedad de esta gema son los siguientes: 1) en el pasado hubo muchos falsarios artífices de gemas; 2) la posición del crucificado presupone el empleo de 2 clavos, pero esto se testimonia a partir del s. XII, y el tipo de cruz se halla sólo a partir del s. VI; además, el crucifijo solo no aparece antes del siglo IX; 3) Otra talla gnóstica conservada en París con Cristo crucificado e inscripción mágica es también falsa por diversas razones.

Sin embargo, según el estudioso A. Mastrocinque, ninguno de estos argumentos está fundado. Este estudioso apunta lo sospechoso del método de quien crea primero un esquema evolutivo de una iconografía, y luego elimina como falso todo documento que no entra en su clasificación.

De hecho, este autor ha señalado que se tienen noticias de otras tres gemas con la misma inscripción (dos de ellas, con la más correcta "Orpheos Bakkhikos"). El conocimiento de estas gemas se basa en las descripciones autógrafas de autores italianos del s. XVIII, en particular el senador florentino Filippo Buonarroti. La primera de las gemas parece haber formado parte de la colección personal de Buonarroti, y es probablemente de origen romano (Mastrocinque apunta que en las catacumbas romanas de los santos Marcelino y Pedro hay un fresco de Orfeo tocando la lira, y que Buonarroti buscó en este cementerio, junto a la vía Labicana, reliquias de la Antigüedad). Una tercera gema (con la misma inscripción y grafía que la de Berlín, "Orpheos Bakkikos") es descrita como formando parte de la colección de F. Ficoroni (1664-1747) en Roma.

La existencia de varios ejemplares con la misma inscripción sugiere -según Mastrocinque, al que sigue Miguel Herrero- que no estamos ante falsificaciones. Además, si se tratara de tales, lo probable es que hubieran sido preparadas por personas eruditas, pero el doble error (Orpheos por ORPHEYS y Bakkikos por BAKKHIKOS) parece apuntar en otra dirección. (Aunque, entre paréntesis, a uno se le ocurriría preguntar: el hecho de que en todas las gemas las letras aparezcan en la misma disposición, ¿podría ser indicio de una dependencia común…?).

En todo caso, si –como quiere Mastrocinque– la gema es atribuible al uso cristiano, entonces habría que reconocer que las imágenes más antiguas de la crucifixión se remontan a los ss. III y IV, y no al s. V, como suele decirse. Lo cual es, ciertamente, una conclusión no desdeñable.

P.D.: Corrijo una información errónea que se me deslizó en el primer post de esta serie. Allí se decía que de los Orphicorum Fragmenta de Bernabé sólo había aparecido el primer volumen. No es cierto, pues ya están disponibles los tres, habiendo aparecido el último en 2007.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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