Del mito a la historia (100-02-F)

Hoy escribe Antonio Piñero

Comentamos "Imagen y palabra de un silencio", un libro de Julio Trebolle

La sección dedicada a “visiones y revelaciones” en el capítulo IV, que estamos comentando- queda un poco desdibujada en el panorama comparativo, pues el autor se concentra sobre todo en el ámbito de la apocalíptica, que ilustra sólo con textos judíos (2 Henoc [Enoc, como escribe el autor, no se corresponde con la tradición latina e hispana antigua, de siempre, sino que es anglosajona; igualmente escribir pseudo-mosaica, o pre-cristiano, así con guión, tampoco se compagina con la tradición gráfica española]; Testamento de Abrahán; Oración de José; Testamento de Job; Novela de José y Asenet). Pero es interesante su observación de que este tipo de obras es propia de un judaísmo atípico (añado: ¿por influencia de la mística griega?):


“que no se basa tanto en la práctica de la ley mosaica, sino más bien en revelaciones celestes que acentúan lo individual sobre lo comunitario y que no se preocupa tanto del cumplimiento de un plan divino en el futuro cuanto de la experiencia presente de un vivir en comunión con el reino de la inmortalidad. Los motivos de estas obras reaparecen en la mística judía posterior” (p. 226).


En la última sección de este capítulo 4 trata Trebolle del “mito a la historia y a la escatología: tipología y parábola” y hace una observación muy interesante: el pensamiento teológico-bíblico como tal no parte en realidad de mitos, como los orientales,

“sino de experiencias colectivas –éxodo y exilio- o individuales, como las de los profetas, o la de una figura literaria, pero tan real, como la de Job. La tradición bíblica reposa posiblemente sobre un antiguo ciclo épico [de hechos gloriosos] hebreo, prosificado más tarde, del que se han conservado sólo poemas sueltos” (p. 235).




Me parece que la observación es muy oportuna, puesto que la gran teología del Génesis, que se apoya en mitos, es más tardía que la teología básica israelita construida sobre la experiencia del éxodo, sea o no reconstruible como tal históricamente en sus detalles.

Otra cosa es también que el ciclo de poemas épicos hebreos, al igual que su versión en prosa, empleara mitos de la tradición cananea en torno al Baal, dios guerrero y victorioso:

“El paso del mar Rojo es descrito como una victoria cósmica de Yahvé, ‘guerrero divino’ sobre el Mar, el Océano o el Caos primordial. Luego sucede la larga marcha por el desierto hacia la tierra prometida y, por último, la llegada a la montaña sagrada de Sión, donde Yahvé es entronizado rey” (p. 235; comentarios a Ex 15, salmos 24 y 114 en pp. siguientes).


En principio, me parece que está bien visto por el autor que el pensamiento bíblico se caracteriza por una “tensión entre lo mítico y lo bíblico, pues en él confluyen unas experiencias históricas fundacionales y un universo simbólico que conformaron una historia sagrada” (p. 239).

El problema radica, sin embargo, en que la moderna historia de Israel y la arqueología ponen constantemente en duda que el éxodo de Egipto ocurriera tal como nos lo describe la versión en prosa de esos presuntos antiguos poemas épicos hebreos. Opino que hay que poner aquí algunos signos notables de interrogación. Además, como el mismo Trebolle reconoce, en la tradición bíblica “creación y salvación” están expresados en lenguaje mítico (p. 237). Por tanto parece como si, en la tradición literaria y teológica israelitade los acontecimientos básicos, la pretendida historia fuera siempre moldeada por moldes de pensamiento míticos, que como tales conforman la descripción de los hechos. Queda siempre la duda.

Trebolle se apoya en Hermann Gunkel –en su conocida obra Schöpfgung und Chaos in Urzeit und Enzeit… ("Creación y caos en el tiempo primtivio y en los finales…"), de 1895 (por cierto, que al citarla en su versión inglesa de 2006, sin más indicación, se despista al lector) para afirmar que “hay una correspondencia entre los tiempos escatológicos y los primordiales de la creación” (p. 240). Ello significa aceptar también –creo- que la teología al respecto está muy condicionada por el mito.

Trebolle intenta escapar muy hábilmente de esta dificultad sosteniendo que el “pensamiento tipológico (es decir, la concepción apocalíptica que cree que el pasado se convierte en ‘tipo’ o figura del porvenir; ejemplo: la Jerusalén antigua, tipo de la Jerusalén mesiánica) se distingue del mítico porque no contempla ya un retorno o una simple repetición de los orígenes, sino que arranca de un acontecimiento histórico (¿?) y anuncia o interpreta otros nuevos” (p. 241).

Me parece, sin embargo, que el problema sigue: radica en que esos orígenes pretendidamente históricos son en verdad míticos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com



ANUNCIO DE CONFERENCIA
(para los que viven en Madrid)

El grupo Hepta, dentro de su ciclo habitual de conferencias, ha programado una para el próximo día 2 de febrero, lunes, con el título de:

"Judas Iscariote, ¿un enigma resuelto?",

a cargo del Prof. Dr. Antonio Piñero.

La conferencia se celebrará en el Colegio Jesús y María, c/ Juan Bravo, 13,

Metro Velázquez, salida, Juan Bravo.

A las 19.30 horas.

Desgraciadamente hay que cobrar entrada para todos los gastos de organización:

El precio de la entrada a dicha conferencia es de 9 Euros que se abonan en la entrada.
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