“Del politeísmo al monoteísmo” (100-02-H )

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos comentamos “Imagen y palabra de un silencio”, un libro de Julio Trebolle (VIII)

La tesis mantenida por el autor en este capítulo y en el siguiente (6-7) es:

“El desarrollo de la palabra y de la imagen en la Biblia acompañan el tránsito del politeísmo al monoteísmo, en un mundo social marcado por una situación doble: lo nómada y lo sedentario”


Y en este capítulo en concreto (6) se defiende que

La aniconía (falta de imágenes en la representación de Dios) es una herencia de la sociedad tribal; la imagen o el incono son signos del género de vida urbana” (p. 257)




Es interesante observar que la “oralidad”, es decir, en nuestro caso, el desarrollo de una religión en la que las tradiciones fundantes se transmiten por vía oral, es propio de culturas nómadas, y va asociada normalmente con este tipo de vida; mientras que las religiones monoteístas nacen y se desarrollan en un medido urbano.

Sentadas estas premisas, que me parecen razonables y probadas, nuestro autor expone el estado actual de la investigación arqueológica e histórica sobre el nacimiento del pueblo de Israel y el nacimiento también de su religión específica.

El nacimiento de Israel como pueblo se sitúa en el ir y venir de cananeos llamados hapiru entre las tierras de Canaán y Egipto. Ahí aparece en la historia un subgrupo, un tanto diferente, que son los habiru (diferencia p / b).

En torno al final de la Edad de Bronce (antes del 1200 a.C.) la arqueología demuestra que las ciudades de Palestina sufren una especie de colapso, es decir se abandonan los centros urbanos de las llanuras –probablemente porque se sienten muy desprotegidos-, a la vez que se percibe que de modo paralelo aumenta el número de población seminómada y que practica una agricultura sólo temporal. Hay por tanto una época de crisis, pues este fenómeno suele darse en momentos de cambios y dificultades políticas.

Hacia 1200 la arqueología señala que

“En la montaña de Judea en el sur y en la Samaría del norte, escasamente pobladas hasta entonces y alejadas de las ciudades cananeas de las zonas llanas surgen de pronto unas doscientas cincuenta comunidades que fueron asentándose en las cumbres de las colinas. Allí estaban los primeros israelitas” (p. 262).


Opina Trebolle que para explicar ese fenómeno no basta con sostener que hubo un movimiento fuerte de población autóctona (con otras palabras: que no es verdad que los israelitas venían huyendo de Egipto), sino que es necesario postular que al menos en parte hubo una inmigración de gente de fuera…, es decir que las gentes que se están asentando en el país en estos momentos no pueden confundirse exactamente con los cananeos previamente existentes.

En éste un marco que se corresponde con la idea de la Biblia de que los hebreos (habiru) vienen de fuera de Palestina, en concreto de una masa de esclavos que huye de Egipto y de los trabajos que le impone el faraón entonces reinante (en la Biblia nunca se nombra expresamente; ¿Ramsés II?).

Ahora bien, de todos modos este marco debe modificarse un tanto por los resultados de la arqueología: hay que insistir en que el asentamiento en lo que más tarde serían tierras de Israel no viene sólo de una dirección, de Egipto, sino de varias, tanto del norte como del oriente del país. Y segundo, que en ese movimiento de nuevos asentamientos participan grupos de poblaciones cananeas que son más o menos autóctonas. El panorama, pues, que describe la arqueología es más complejo que el presupuesto por la Biblia.

El siguiente paso que ofrece esta interesante perspectiva, se complementa con la presentación de los orígenes de la religión de esos grupos de habiru /hebreos, que viniendo de distintas procedencias se van asentando en tierras palestinas, probablemente también de un modo más pacífico que el pintado por la Biblia. Trebolle señala cómo en la

“Religiosidad patriarcal y familiar, propia de estos grupos seminómadas llama la atención la ausencia de elementos guerreros” (p. 263).


Esto es curioso y contrasta con la imagen bíblica de una conquista de la “tierra prometida” por la fuerza.

Seguiremos otro día con el interesante tema de los orígenes de la religión de Israel tal como lo expone Trebolle en “Imagen y palabra”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com
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