Las laminillas órficas de oro (II)

Hoy escribe Fernando Bermejo

A pesar de haberse encontrado en lugares muy alejados, y de provenir de épocas muy diversas, en términos generales puede afirmarse que las laminillas órficas de oro presentan contenidos suficientemente homogéneos. Contienen indicaciones sobre el momento en que el difunto se dispone a entrar en contacto con el más allá; éste es un tiempo crucial para el alma, pues en la entrada al Hades necesita saber adónde debe ir y qué debe decir. Ante las opciones que se presentan al alma, resulta esencial elegir la correcta.

La concepción general del Hades en las laminillas no parece diferir mucho de la que encontramos en los autores clásicos: se trata de un lugar subterráneo y oscuro, aunque excepto en esto resulta similar al mundo de los vivos: hay en él fuentes, árboles, prados... La voz que habla al alma le advierte que existen dos fuentes, una innominada al lado de un ciprés blanco y en la que se refrescan las almas de los muertes, y otra más adelante, llamada de Mnemósine. La primera es probablemente la fuente de Lete (Olvido). Al alma se le advierte que evite la primera y beba sólo de la segunda. En efecto, en un contexto órfico, beber el agua del olvido equivaldría a olvidar la iniciación, y tendría como consecuencia regresar a la tierra para una nueva reencarnación.

Tomemos como ejemplo la laminilla de Hiponio (ca. 400 a.C.):

“Más adelante hallarás, de la laguna de Mnemósine
agua que fluye fresca. Y a su orilla hay unos guardianes.
Ellos te preguntarán, con sagaz discernimiento,
por qué investigas las tinieblas del Hades sombrío.
Di: “Hijo de Tierra soy y de Cielo estrellado;
de sed estoy seco y me muero. Dadme, pues, enseguida,
de beber agua fresca de la laguna de Mnemósine”
(trad. Alberto Bernabé)

La respuesta “de Tierra soy hijo y de Cielo estrellado” se repite una y otra vez en estos textos. Parece referirse al mito central del orfismo, el de Dioniso y los Titanes. Según el mito órfico, Dioniso era hijo de Zeus y Perségone, al que despedazan y devoran los Titanes. Éstos, en castigo, son fulminados por Zeus, y es de los Titanes de quienes proceden los seres humanos, que tienen así algo de Dioniso (la parte ingerida por los Titanes) y un componente titánico. La declaración “de Tierra soy hijo y de Cielo estrellado” puede referirse al mito, pues los Titanes eran hijos de Cielo y Tierra.

De todos modos, algunas de las laminillas insisten orgullosamente en la dimensión celeste del que habla, en su pertenencia a una estirpe inmortal. Una particular sensibilidad religiosa parece estar hablando aquí.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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