Alabanza al Señor

Confitebor tibi, Pallavicino

¡Feliz viernes! Vamos a ir terminando la semana laboral pero, antes de introducirnos en el fin de semana, vamos disfrutar de la música de un maestro que creo que aparece por aquí por primera vez. A veces encuentro alguna pieza y creo que es nueva pero, cuando tengo la publicación hecha, me doy cuenta de que me he repetido... Creo que esto no pasa esta vez y, si es así, te pido perdón de antemano por no ser original.

Dresde

Te traigo hoy a Carlo Pallavicino (c. 1630-1688), maestro italiano nacido en Salò. Su labor la realizó en dos centros musicales muy importantes de su tiempo, como eran Venecia y Dresde. Lo curioso es que lo hizo simultáneamente, aunque siempre confesaba que tenía especial predilección por la Serenísima. Comenzó tocando el órgano en Padua pero pronto marchó a Venecia para ver cómo sus óperas eran representadas allí. Estas abundan en su catálogo ya que compuso veinticuatro; solo una no llegó a representarse y la más famosa era Vespasiano. Hizo un amplio uso del da capo y sus melodías son de lo más interesantes. Para Dresde compuso mucha música religiosa ya que allí era maestro de capilla, aunque su puesto como director de música del teatro local le permitió escribir también para conjuntos de cámara.

De este insigne maestro escuchemos su salmo Confitebor tibi, Domine. Se aprecia la omnipresente influencia de Monteverdi de forma que Pallavicino deja momentos para que los solistas se puedan lucir. La composición tiene forma de concierto sagrado, para voces e instrumentos, especialmente compuesto para la liturgia. La hábil alternancia entre momentos solistas y del tutti son el reflejo del arte que tenía Pallavicino y de por qué literalmente se lo rifaban en los distintos centros musicales europeos. Sin duda se trata de una maravillosa obra que sabe a poco pero que nos dice mucho. El texto de la obra, muy conocido, está tomado del salmo 111.

La interpretación es de Amarcord y de la Capella Sagittariana de Drede dirigidos por Norbert Schuster.

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