Alégrate, Jerusalén

Gaude et laetare, Sweelinck

¡Feliz miércoles! Es cierto que la obra de hoy es casi más propia de la Cuaresma que del Adviento pero perfectamente se amolda al tiempo litúrgico que vivimos, especialmente a su tercer domingo, llamado comúnmente como de «gaudete». El color litúrgico antiguo era el rosa, mezcla de morado y blanco, para poner un punto de alegría que, en este caso, bien que necesitamos.

Jan Pieterszoon Sweelinck

Hoy disfrutaremos de la música de Jan Pieterszoon Sweelinck (1562-1621), influyente compositor holandés nacido en Deventer. Su padre se llamaba Peter Swybbertszoon y su madre Elske Sweeling. Digo esto porque no se sabe muy bien por qué se cambió, en algún momento, su apellido al de su madre. Su progenitor fue organista de la Oude Kerk en Ámsterdam, puesto que ocuparía su hijo. Este parece que estudió con Cornelis Boskoop cuyas enseñanzas se quedaron pronto cortas para el joven Sweelinck. Fue maestro de otroas grandes compositores como Heinrich Scheidemann o Samuel Scheidt. Su vida transcurrio tranquila y pocas veces dejó Ámsterdam. Se sabe que fue amigo (y posiblemente maestro) del británico John Bull, quien dejó Inglaterra para establecerse en Bélgica desde donde visitaba Holanda.

De Sweelinck vamos a escuchar su motete Gaude et laetare, SwWV 168. Empieza en modo menor pero luego modula a mayor para cantar la bienvenida al rey que llega, que es lo que conmemoramos en este tiempo de Adviento. Desde el comienzo, vemos que la composición es un verdadero canto de alabanza en el que las cinco voces, casi imitando las de los querubines y los serafines (como dice el texto) exultan para decirle al niño que hace que es santo. Las dos voces superiores son las que aportan a la obra ese tono brillante tan característico. Fue publicada en la colección Cantiones sacrae de 1619.

La partitura de la pieza puede conseguirse aquí.

La interpretación es del Coro de Cámara de Holanda.

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