¡Ay traidor!



¡Feliz miércoles! Siempre que escuchamos el nombre de un gran compositor lo asociamos a las mismas obras, ¿te pasa a ti? Desde este pequeño y humilde blog intento que no sea así ya que pienso que no siempre tenemos que escuchar las mismas composiciones siempre. Muchas veces las grandes obras maestras tenemos que saborearlas una y otra vez para descubrir nuevos aspectos pero también recompensa mucho conocer nuevas obras. Es el caso del maestro de hoy, grande entre los grandes del Olimpo.



Se trata de Ludwig van Beethoven (1770-1827), maestro alemán nacido en Bonn. Su amigo, discípulo y secretario, Ferdinand Ries, nos cuenta que en 1808 hubo un concierto en Viena en el que por primera vez se interpretarían sus sinfonías quinta y sexta, así como la «Fantasía para piano, orquesta y coro». Por lo visto, en esta última obra, el clarinetista cometió un error, tocando de form repetida un conjunto de ocho compases. Al estar acompañado de pocos instrumentos el error quedó aún más destacado. Beethoven montó en cólera, se volvió hacia él y reprendió a los intérpretes de una forma tan brutal y sonora que se escuchó por todo el auditorio. Al fin les gritó: «¡Desde el principio!». El concierto terminó siendo un rotundo éxito pero luego, los intérpretes, con solo recordar lo que Beethoven les había montado ese día, se les erizaba el pelo y se prometieron a sí mismo no volver a tocar nada con él... Esto fue hasta que este sordo genial compuso algo nuevo. Su curiosidad y la grandeza del compositor hicieron que se rindiesen a su genio y volviesen a tener delante sus pentagramas.

Una obra poco conocida de él es su Escena y aria «Ah! Perfido», op. 65. Ciertamente es una obra juvenil, inmersa en el estilo del siglo XVIII, que fue compuesta en 1796, pero no publicada hasta 1805, de ahí su elevado número de opus. Es muy probable que fuese compuesta para la soprano Josepha Duschek, y fue compuesta en Praga con los patrones mozartianos en mente. EL autor del texto es Pietro Trapassi. Nos habla sobre una joven que es rechazada por su amante y nos va relatando sus vivencias y experiencias. La obra comienza dramáticamente con la soprano entonando las palabras del título. Luego se va serenando pero la tensión se vuelve a acumular y la intensidad de apropia de los intérpretes hasta que llega el aria «Per pieta», recordándonos a Mozart. La escritura orquestal es muy efectiva, y Beethoven capta muy bien el espíritu de Metastasio, en el que se inspira el texto. La obra se caracteriza por unas exigencias vocales poco comunes, toda una prueba de fuego para cualquier soprano que se precie.

La partitura de la composición puedes conseguirla aquí.

La interpretación es de Ana Maria Labin (soprano) y el conjunto Boston Baroque dirigido por Martin Pearlman.

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