Bach, preludio y fuga BWV 535



¡Feliz domingo! ¡Aprovecha que todavía queda fin de semana! Seguimos por el recorrido del catálogo BWV, que son las siglas de "Bach-Werke-Verzeichnis", es decir, el catálogo de las obras de Bach. En estos números que nos ocupan estamos inmersos en las obras para órgano y concretamente en una larga serie de preludios y fugas (también hay alguna que otra tocata). ¡Cuánta maravilla nos tiene preparada el maestro!

Ese maestro es Johann Sebastian Bach (1685-1750), compositor alemán nacido en Eisenach. El oficio más famoso que tuvo el maestro fue el de cantor de Santo Tomás de Leipzig. No se trata de que cantaba en esa iglesia sino que estaba al cargo del coro de chicos de ese templo de la ciudad alemana y de la escuela del mismo nombre. El puesto ha existido desde 1518 y hasta el presente se han sucedido 33 cantores. Los gobernantes de la ciudad querían tener el mejor para cubrir el puesto pero no lo consiguieron. Así, dijeron que si no podían tener el mejor se contentaría con uno de los de mediana categoría... y eligieron a Johann Sebastian Bach. En Leipzig, Bach continuó su asombroso trabajo que incluía, entre otras cosas, escribir una cantata por semana. Sin embargo, también tuvo continuas disputas con las autoridades, tanto religiosas como civiles. Entre los cometidos de Bach estaba también enseñar latín lo que le agobiaba y distraía. En 1730 Johann Matthias Gesner fue nombrado rector de la Escuela de Santo Tomás, amigo de Bach desde Weimar, quien le liberó de esta pesada carga y poco a poco permitió que Bach se convirtiese en el cantor de Santo Tomás más conocido.

Maravillémonos hoy con su Preludio y fuga en sol menor, BWV 535. Es muy probable que también esta obra fuese compuesta en su periodo de Weimar, donde floreció como el soberbio organista que era. El preludio es florido, lleno de pasajes improvisatorios, con escalas y arpegios y un estilo exuberante y lleno de invención. Tras ese espectacular preludio llega la fuga, con un tema que parece imitar a un violín. Bach escribió un sujeto melódico pero a la vez lleno de ritmo que, efectivamente, parece imitar los golpes de arco de los violinistas. El desarrollo de la misma se hace pausado y lineal, con una polifonía que va creciendo cada vez más hasta la grandiosa cadencia final.

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es de Kevin Bowyer al órgano Marcussen de la Iglesia de San Juan en Odense.

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